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martes, 11 de febrero de 2014

INICIACIÓN DE UN HOMBRE: 1917. John Dos Passos



No sé cuándo fue la última vez  que leí a Dos Passos, pero puedo asegurar que hace demasiados años. El descubrimiento de Manhattan Transfer me hizo buscar con ansiedad El paralelo 42, 1919 y El gran dinero, lo que luego descubrí eran conocidas como la "Trilogía USA".
Pero claro, en unos meses en los que la I Guerra Mundial se ha convertido en tema principal de mis lecturas (sobre todo ensayos que podían acercarme a una contienda de la que desconocía, y sigo desconociendo, casi todo), no podía abstraerme de narraciones que acercaban a los acontecimientos desde otros puntos de vista, o al menos otra manera de enfrentarse al drama de la guerra.
Fue eso, y no el hecho de ser el primer libro escrito por uno de los integrantes de la conocida como "generación perdida", lo que hizo que cogiese el libro con la avidez de quien se obsesiona con un  tema. Ni siquiera sabía, antes de empezar la lectura, que el propio Dos Passos había participado en la Guerra como conductor de ambulancias y por lo tanto buena parte de lo que me iba a encontrar pertenecía a la propia experiencia personal del escritor.
Desde las primeras líneas se descubre, al menos si has leído antes otras obras del autor, se aprecia una narración joven y directa, donde el lenguaje es sencillo y se dirige directamente a lo que pretende contar, casi desaparecen los artificios y trata de que sean los diálogos quienes señalen al lector los acontecimientos. Pero aún así, o por eso mismo, no sabría muy bien decir exactamente el porqué, Dos Passos narra con franca crudeza los acontecimientos de una guerra marcada por la dureza de los combates, por esas trincheras de las que parecen escaparse los gritos y los olores.
Es cierto que la introducción que el autor presenta al inicio del libro te señalan una dirección concreta (una introducción que no existía en la edición original de 1920 y fue introducida en la de 1968), pero no es menos cierto que las imágenes son lo suficientemente elocuentes como para imaginar el drama y los horrores de ciertos instantes de la guerra.
La prosa ágil, clara y sencilla de Dos Passos ( a menudo empañada por el uso excesivo de los adjetivos antes de los nombres, seguramente más influenciado por la traducción que por lo lírico de la narración) logra que el libro se lea con una rapidez sorprendente. No son, como sucede en muchas ocasiones, las ganas de descubrir en que acaba el texto, en este caso las vicisitudes de los tres amigos protagonistas, sino la necesidad de conocer más detalles de lo que les acontece.
Un relato a caballo entre las memorias y la narración de formación que logra mostrarnos con precisión pinceladas de lo que fue una guerra desde la mirada de un joven que ne ningún momento era consciente de dónde se dirigían sus pasos 

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