No voy a negarlo, no me leí INÉS Y LA ALEGRÍA porque al hablar Almudena Grandes de que la serie "Episodios de una Guerra Interminable" constaba de seis libros, me daba mucha pereza engancharme a una lectura que no se sabía como iba a continuar. Cuando esta novela se presentó aislada de la anterior, solo mantenía la unidad de ser una novela de la Guerra Civil española, y la gente empezó a hablar de ella no pude evitar sumergirme en sus páginas.
¡Y qué acierto! Pues la autora no solo sigue demostrando que es una de las más destacadas escritoras de nuestro país, sino que tiene la suficiente sensibilidad como para atraparnos en el drama y construir ternura donde hay dolor.
Con un lenguaje cuidado y unos personajes entrañables, Almudena Grandes nos introduce en el espacio de una guerra injusta, dura, donde un instante cruel da paso a la esperanza; donde a la tristeza más desgarradora se suma una ternura casi irreal; donde la maldad es superada por una humanidad profunda y emocionante.
Porque la autora, además de saber de qué está hablando, tiene la capacidad de hacerlo de una manera especial, de trasladar al lector un espacio narrativo que crece a medida que se avanza en la historia y que permite que se mantenga viva la esperanza dentro de la dureza de los acontecimientos, logrando que sea partícipe de cada uno de los momentos que se narran en el libro.
Una novela que describe a la perfección sucesos cotidianos de la posguerra que perturban al lector hasta tal punto que cortan, por unos segundos, la respiración. El retrato maestro de los diferentes personajes se hace tan cercano que parece conozcamos a cada uno de ellos, incluso desde antes de empezar la novela, dibujando en nuestra mente un pasado y un futuro del que nada se dice.
Escrita desde el bando de los perdedores, sorprende la capacidad para lograr el drama de algunos de los vencedores, o que pertenecían a ese bando, que deben ocultar sentimientos y acciones para poder pasar desapercibidos.
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