QUÉ LEO HOY:

QUÉ LEO HOY: Sugerencias, debate, crítica, opinión...

viernes, 28 de marzo de 2014

SOLITARIOS. José Manuel de la Huerga



Descubrí a José Manuel de la Huerga a través de  Apuntes de medicina interna, una novela precisa y ajustada que vuelven al pasado para trazar una trayectoria vital, una novela que indica que el autor no ha caído en la tentación de adornar su prosa con descripciones vanas y palabras rimbombantes, Un autor que no necesita llenar hojas y hojas para mostrar la historia que le ronda en la cabeza y que ofrece un relato en su justa medida.
Así que cuando la editorial Menoscuarto volvió a apostar por su prosa, no pude por menos que coger el libro con intención de recuperar esa prosa que me había llamado la atención.
Quizá lo mejor de todo es que SolitarioS no es una novela, sino dos novelas breves en las que el autor ha sabido plasmar no solo el dominio del lenguaje, sino esa narrativa tan personal que logra que el lector se implique en la trama y sea un fiel compañero de los personajes.
Será la fuerza de los personajes, tanto el femenino de la primera novela como el masculino de la segunda, la que señale la propia trayectoria de la lectura, la que logre la precisión del relato, la que consiga atraparnos y nos introduzca en el espacio vital en que se mueven Berta y Félix.
De la Huerga nos habla de soledad -sus personajes dan vida al título en todo su significado-, pero no de tristeza ni melancolía, dota a su narración de un lirismo tal que más que pesar nos induce a la ternura, e incluso a un humor sencillo, llano, que no necesita más explicación que la emoción que se va despertando en nuestra lectura. De tal manera que lo que en un principio se imagina como un drama, se torna de inmediato en un juego que despierta la simpatía del lector. El autor logrará dibujar el lado más amable de un mundo que se antoja gris y apagado, elevando a sus personajes a una categoría impensable al inicio de la lectura.
Con "Ultramarinos El Pez de Oro" y "Naipe de señoritas" De la Huerga consigue llevarnos de la atención al asombro, de la prudencia al humor y del anonimato al conocimiento más profundo de unos personajes tan entrañables y extrañamente familiares. Personajes llenos de poesía que van coloreándose a medida que avanzan las páginas, capaces de trasladarnos a la Lisboa de Pessoa y compartir con ellos un juego de cartas poco habitual.
Dos novelas cortas que dejan tan buen sabor de boca que es imposible pensar en una sin evocar inmediatamente a la otra, pues las imágenes de ambas se superponen de tal manera que la imaginación continúa viva una vez cerrado el libro.


martes, 18 de marzo de 2014

EL INCREÍBLE VIAJE DEL FAQUIR QUE SE QUEDÓ ATRAPADO EN UN ARMARIO DE IKEA. Romain Puértolas



A estas alturas todo libro que destila humor e ingenio que cae en mis manos merece, cuanto menos, que le preste una atención especial, que pierda cualquier tipo de pudor de penetrar en sus páginas. 
Es cierto que en muchas, demasiadas, ocasiones de inmediato descubro que más que gracia las "anécdotas" u "ocurrencias"  lo único que logran es que me entre cierta angustia que no decae ni siquiera cuando cierro el libro. Chistes fáciles, estereotipos banales, ritmo plano y desenlaces faltos de sorpresa suelen componer libros que parecen agotar el ingenio con el diseño de la portada y el título.
Pero claro, sucede que existe un nutrido grupo de narradores que logran no solo transmitir una idea y dar vida a unos personajes, sino demostrar que manejan el lenguaje con inteligencia, que sujetan el ritmo narrativo de principio a fin y, lo que es más importante, no se conforman con sacar una risa del lector, sino que apuestan a que este mantenga una larga sonrisa mientras dure la lectura.
Romain Puértolas no solo nos muestra un título sugerente y llamativo, sino que nos regala una trama original, en la que la ironía juega un papel fundamental, una ironía que busca la complicidad de quien participa en la historia como voyeur improvisado siguiendo las aventuras del "faquir" protagonista.
Y es que, es algo que hay que tener muy presente, estamos ante una novela de aventuras. Ingeniosa sí, llena de humor inteligente, también, pero una novela de aventuras de principio a fin en la que nuestro "héroe" nos transporta por unos escenarios sorprendentes, por muy reconocibles y cotidianos que nos parezcan.
Con una prosa ágil, vertiginosa, sin más pretensión que ser vehículo de los acontecimientos y el hecho de que Romain se haya ocupado personalmente de "españolizar" los nombres propios de quienes pululan por las páginas del libro, el autor logra que los lectores seamos espectadores de excepción en una sátira fantástica que ofrece, por encima de todo, un entretenimiento agradable e inteligente.
Una sátira que tiene el punto justo de crítica, de mostrar sin tapujos un tema tan sangrante como el de la inmigración ilegal. Pero hasta esto lo consigue de manera sobresaliente, llamando la atención del lector, pero sin que este pierda el tono divertido de la lectura. Lo que resulta mucho más eficiente que cortar de raíz la trama y tratar de moralizar de manera artificial.
Gracias Romain por invitarme a hacer este viaje -ya he comprobado que no me hacía falta un radiador para acompañarte a ti y Dhjamal Mekhan Dooyeghas-, por permitirme disfrutar de unos momentos llenos de complicidad y en los que la risa ha llegado a ser carcajada. Por cierto ¿seré de los pocos mortales occidentales que nunca ha estado en Ikea?.

domingo, 16 de marzo de 2014

TRES ACTOS Y DOS PARTES. Giorgio Faletti



Quizá hablar de un libro sobre fútbol justo cuando acabas de ver perder a tu equipo en el campo de juego no sea lo más sensato, así que espero que la impotencia como espectador de ver escapar tres puntos de casa de no muy buenas maneras no quede impresa en mis palabras.
Debo reconocer que nada más llegar a mis manos el último libro de Giorgio Faletti, y aún sabiendo que me lo iba a leer pasase lo que pasase, lo abrí y me puse a leer su primera línea buscando me sorprendiese tanto como lo hizo en su anterior libro: Apuntes de un vendedor de mujeres. No puede ser de otra manera un libro que comenzaba así (espero que la memoria no me equivoque, seguro que enseguida comprobarán el porqué): "Me llamo Bravo y no tengo picha". Un comienzo tan sorprendente como luego grata resultó su lectura. Días después pude comprobar que su primera novela Yo mato también me había dejado sensaciones muy positivas tanto por la trama, como por esos aromas radiofónicos tan familiares.
Tres actos y dos partes se inicia con una frase sencilla: "Cuando llegan todo debe estar listo" y ya nos da la clave de lo que va a ser la novela -podríamos calificarla como corta, sobre todo si la comparamos con las dos anteriores-, una historia en la que el protagonista hará de narrador con una voz quebrada y gris, que tratará de dibujar tanto el presente en el que se mueve, es utillero de un equipo de la serie B italiana, como el pasado, fue boxeador que tuvo que pagar con la cárcel por amañar un combate.
Silvano Masoero, alias "Silver" (las connotaciones de su significado, plata, no deben pasar inadvertidas) se presenta ante nosotros como un perdedor, un anti-héroe que sigue redimiendo sus pecados a pesar del tiempo pasado, como alguien cercano y que, a pesar de su pasado y su porte de ex-púgil, irradia una ternura y un lirismo que invita, e incita, a seguirle, a ser partícipes del mundo en que se maneja como nadie.
No sabría decir si es fruto de su breve tamaño, apenas llega a las ciento cincuenta páginas, o de la tensión narrativa que genera, pero lo cierto es que la novela se lee de un tirón, sin descanso, favorecida, posiblemente, por narrar una única jornada en la vida de su protagonista. Pero lo que nadie puede negar es que es el propio estilo de Faletti (no entraré a calificar si es mejor o peor que sus novelas anteriores, simplemente se puede definir que son distintas, muy distintas), el acierto narrativo, está muy por encima de la propia trama.
Sí, claro que la corrupción en el deporte, sobre todo en el fútbol, llama la atención (máxime cuando hoy has visto en el terreno de juego cosas que no logras entender como espectador, cuando ves a lo largo de las jornadas cosas inexplicables desde todos los puntos de vista); como la relación entre padres e hijos deja, en más de una ocasión, vacíos difíciles de explicar; como existe otra vida para quien recibe una segunda oportunidad.
Una novela directa, contundente, que no tiene la necesidad de cortarte la respiración para contarte una historia, simplemente logra que te involucres como un espectador de lujo. Una narración casi poética en la que la tensión queda impresa en los gestos y las palabras de sus protagonistas. 



miércoles, 12 de marzo de 2014

EL ADOQUÍN AZUL. Francisco González Ledesma



La figura de Francisco González Ledesma ha ido creciendo, y mucho, a lo largo de los años de la mano del insustituible inspector Méndez (espero recuperar la respiración algún día) y de las novelas del oeste firmadas por Silver Kane. Así que es normal que muchos recibiésemos con enorme alegría un nuevo libro salido de su pluma. 
No voy a negar que desconocía completamente que este título fue publicado hace varios años por la revista Interviú como homenaje a nuestros narradores de novela policíaca, aunque hay alguno que no ha parado de repetírmelo estos días.
No sabría decir si estamos ante un relato o una novela corta, pero me arriesgo a decir que es más lo segundo que lo primero, pues tiene todo, todo lo necesario para ser considerada novela. Sí, son 74 páginas y la facilidad de penetrar en la historia, de sumergirte en los avatares de Montero y Ana para sobrevivir, crean en tu mente la sensación de estar ante una narración aún más breve. Pero a la misma vez, desde el momento que cierras el libro tienes la irresistible tentación de volver al inicio, de recuperar cada escena, cada diálogo, cada imagen, pero esta vez en cámara lenta, disfrutando de todo, como queriendo que nada se escape.
Y es que El adoquín azul es un libro bello, de esa belleza que engrandece la literatura y que te resarce de todas aquellas lecturas infructuosas. Un libro en el que el amor se presenta dibujado de una manera tan peculiar que logra que la respiración se acelere por momentos y en todo momento vivas la historia como propia. ¡Ojo! Incurriría en error si la pasión y la ternura de sus páginas hiciesen creer a alguien que se trata de una novela romántica tal y como se entiende dicho género.
Un libro impecable, que devuelve la importancia a la memoria, a los sentidos y a la maestría a la hora de narrar una historia. González Ledesma era uno, sino el mejor, de los narradores policíacos españoles, pero ante esta pequeña novela cabría, sin duda alguna, la posibilidad de quitar el adjetivo y definirle como uno de los mejores narradores españoles. 

viernes, 7 de marzo de 2014

EL HOMBRE BICOLOR. Javier Tomeo



No soy muy dado a dejarme seducir por los libro póstumos, sobre todo aquellos que aparecen poco después de la desaparición del autor, pero tratándose de Tomeo y Anagrama (y sin olvidar los casi ocho meses transcurridos) era algo que en ningún momento me he cuestionado. Es de agradecer que Jorge Herralde, el editor, haya dejado transcurrir un tiempo que muchos hemos ocupado en recuperar lecturas casi olvidadas, que no acudiese de inmediato a ofrecernos el último trabajo de uno de los escritores más entrañables del panorama literario nacional.
No voy a negar que siempre me ha seducido el estilo narrativo propio de Tomeo, las historias en las que nos sumerge y los personajes que ha sido capaz de construir, sean monstruos o no, se dibujen o se aparezcan en la imaginación, se escuche su voz o se interprete su lamento. El caso es que quien se dejó seducir por una de las narraciones del autor, no ha dudado en fidelizarse a su prosa, esa narración directa y sencilla en la que los seres surrealistas que la poblaban no dudaban en mostrar al lector una imágenes y unos recorridos inolvidables que hacían que el asombro dejase paso con inusitada rapidez al humor y al disfrute exquisito de la lectura.
Como no podía ser de otra manera en El hombre bicolor hay mucho de kafkiano, con repetidas referencias a El castillo del autor checo, pero también a La ciudad de las palomas del propio Tomeo.
Y es que Hermógenes, el protagonista de la novela, demuestra tener esa particularidad física que le hará diferente de los demás, tiene un ojo de cada color, pero también se mostrará un ser solitario, con unos pensamientos ajenos al resto de los mortales y unos problemas de comunicación que, es esta ocasión, se agravan por la ausencia de población en la ciudad en la que recae.
También serán particulares su profesión, recaudador de impuestos, las situaciones a las que se enfrenta en un pueblo sin gente, el nombre que le otorga al único  ser que da señales de vida, el perro Marte y el discurrir de las horas a la espera de que alguien se presente.
No sorprende, incluso llega a ser gratificante, que toda la novela se convierta en un monólogo, que no se romperá no siquiera cuando mantenga una "conversación" con su otro yo. Será el propio Hermógenes quien nos hará de narrador, quien nos cuente sus sentimientos, los interrogantes que se van sumando y las soluciones que el mismo aporta; quien dibujará el escenario en que se mueve, acercándonos a los espacios cerrados y abiertos que se presentan ante él; quien nos muestre parte de su mundo gracias a la información que nos aporta de su tía Rosamunda.
Tomeo vuelve a regalarnos una prosa concisa, acertada, que nos transporta a ese universo que solo él es capaz de construir, a permitirnos ensoñar con la compañía de un personaje peculiar, tierno y sencillo que invita más a la sonrisa que a la mofa, que nos hace suyos desde las primeras páginas y que consigue que penetremos en un mundo en el que tienen cabida todos nuestros sentidos.