QUÉ LEO HOY:

QUÉ LEO HOY: Sugerencias, debate, crítica, opinión...

viernes, 26 de junio de 2020

UN HIPSTER EN LA ESPAÑA VACÍA. Daniel Gascón



Cada vez me resulta más complicado encontrar títulos que logren despertarme algo más que una sonrisa. Es cierto que muchos de mis autores favoritos lo son por contar entre sus virtudes el perfecto manejo del juego irónico y suelen obligarme a estar más atento y, por que no decirlo, a sentirme cómplice con situaciones que se van gestando a lo largo de sus publicaciones.
Por eso suelen atraerme los libros que muestran la posibilidad de un humor tan necesario en todo momento, pero posiblemente más en estos extraños tiempos que nos ha tocado vivir. Por supuesto que muchos no logra llegar a la orilla de sus pretensiones y a las pocas páginas las ocurrencias y las situaciones divertidas dejan de serlo por repetitivas o falta de ingenio. O puede suceder que a fuerza de repetir muchos tópicos el interés se pierda por el deseo de algo más que un entretenimiento vano.
Con el libro de Daniel Gascón tenía cierto miedo a que sucediese esto último, y -por si alguien se deja influenciar por las primeras páginas- pareció hacerse realidad al principio donde, es cierto, salían a relucir trillados tópicos del choque entre el mundo urbano y el rural, o al menos el modo de enfrentarse a lo cotidiano de quien quiere adaptar el pueblo a su visión urbana. Incluso la mayor parte de los sucesos no eran nuevos, como si estuviesen sacados de otros libros o series de televisión.
Por suerte se entreveía algo entre los golpes y las ocurrencias, había algo en los personajes, en las descripciones y en los diálogos que permitían no perder la esperanza y ver como continuaba el libro (hablamos de las primeras páginas, las de un diario en el que se materializaban únicamente las formas de ver del mundo unipersonal del protagonista). Y de repente, cuando son nuevas las voces que muestran los acontecimientos, cuando la narrativa varía en su forma de mostrarse al lector, cuando comienzan a "pasar cosas", cuando el universo de La Cañada y de sus habitantes comienza a adquirir un nuevo tono.
Un nuevo tono que no pierde el humor, ni siquiera el disparate, pero ambos se unen para que sea la ironía la que dibuje un espacio concreto que poco a poco se va universalizando, dejando de contener una crítica hacia una visión del mundo y su realidad, a una multiplicidad de visiones, señalando los aciertos y errores de cada una, permitiendo que se asomen aquellos que no suelen aparecer salvo por estadísticas manipuladas.
Daniel Gascón no solo demuestra que conoce la dualidad campo- ciudad, urbano- rural, sino que es capaz de poner enfrente las distintas maneras de poder observar los mismos acontecimientos. Es cierto que la manera que utiliza para expresarlo puede correr el riesgo de que el verdadero interés quede semioculto, pero también que quien llegue a Un hipster en la España vacía lo va a hacer con un amplio recorrido y buscando un entretenimiento, sí, pero también algo más.
Risas, debates, visiones, miedos, aciertos y realidades en una novela que, aunque se puede leer de una sentada, es conveniente seguir el ritmo que marcan las pausas impuestas por el propio autor.

lunes, 15 de junio de 2020

LA NENA. Carmen Mola



No suelo mirar la imagen de los escritores que  llevan los libros en las solapas. De hecho, salvo los más reconocidos, a nivel internacional, de pocos tengo su fotografía almacenada en mi memoria; pero claro, cuando la escritora, o el escritor, es española y, desde el primer momento sabemos que es un seudónimo, es normal que la curiosidad se amplíe con comentarios de quienes se han sentido atrapados en las novelas protagonizadas por Elena Blanco.
A nadie se le escapa, a estas alturas, que la aparición de Carmen Mola fue un soplo de aire fresco en el panorama de la la literatura española, e incluso europea (comparable con Lemaitre y de Dazieri, con los que comparte  algo más que género literario). Un soplo que poco a poco se convirtió en viento y ahora en vendaval, cientos y cientos de seguidores se sumaban cada semana a un fenómeno que no ha parado de aumentar a medida que aparecían nuevos libros. Por supuesto que La novia gitana tuvo una aparición fulgurante, los lectores y los libreros estábamos encantados tanto por la manera de narrar y la fuerza de los personajes, como por la trama que construía la enigmática escritora. El hecho  de que desde el primer momento se supiese que era un nombre falso le permitió obtener una publicidad complementaria, pero una vez superada la etapa inicial, a pesar de que todos seguimos hablando de quién está detrás de él, lo único que pedimos es que los miembros de la Brigada de Análisis de Casos sigan prestando su servicio a la sociedad.
Elena Blanco, Ángel Zárate, Chesca, Buendía, Mariajo y Orduño hicieron las delicias de los amantes del género, formando un equipo tan llamativo como reconocible. Cada uno de ellos se hacía necesario en todo el momento por su importancia en las investigaciones, pero también por la personalidad de cada uno.
La Red Púrpura supuso la confirmación esperada, semana a semana se sumaban más y más seguidores a una saga que se anunciaba su tercera entrega.
La Nena se ha hecho esperar, más si cabe por los acontecimientos de los últimos meses, y pocos hemos podido aguantar su lectura para llegar a casa, todos teníamos que descubrir la dirección de los acontecimientos una vez cerrados los hechos del libro precedente.
Aún con esa especie de desconfianza que se genera en los lectores la tercera entrega de una saga (hay un convencimiento general de que la tercera parte suele superar a la segunda y que esta no solía estar a la altura de la primera), máxime cuando aún no se han borrado los ecos del final de La Red Púrpura, pero queda demostrado que Carmen Mola no ha estirado la historia hasta el extremo, que no ha querido aprovecharse, que todo continúa porque es como tiene que suceder.
La Nena, como sus predecesoras, engancha y atrapa hasta límites insospechados, la tensión que aparece en sus páginas obligan a que el ritmo de la lectura se compagine con el de los latidos del corazón ante lo que está a punto de suceder. Y es que Carmen Mola logra transmitir el eco de los sonidos, la amargura de los sabores y la acidez de los olores, pues logra que el lector perciba, en todo momento, las sensaciones físicas que viven los protagonistas. Por supuesto que hay imágenes de una crudeza impactante, de esas que casi obligan a apartar la vista del libro, pero apenas son rápidas pinceladas de los hechos, pues en ningún momento se recrea el ellas. Eso sí, pasados unos días, cuando aún permanecen ciertas imágenes, el lector tiene la sensación de que el narrador ha dedicado más espacio y más detalles que los que realmente ha utilizado.
No, Carmen Mola no deja indiferente a nadie, por el universo que ha construido, por los personajes que lo pueblan y, por encima de todo, por lograr un ambiente que hace que en la lectura de sus libros se ejerciten la mayor parte de los músculos del cuerpo. Y es que somete a la misma tensión al lector que quienes recorren como protagonistas las páginas de sus libros.

sábado, 13 de junio de 2020

EL RETORNO. Tahar Ben Jelloun



Una de las cosas buenas que tuvo el confinamiento inicial, el primer mes, para aquellos que amamos la lectura y no sentimos el azote de la enfermedad en nuestras casas, fue el disponer de tiempo suficiente para recuperar aquellos libros que se quedaron congelados en las estanterías. Aquellos libros que han tenido que esperar su momento atrapados entre el flujo constante de las novedades editoriales y la relectura de los clásicos.
Entre esos libros "olvidados", aunque siempre presentes, estaba El retorno de Tahar Ben Jelloun, autor de obras tan impactantes como El libro de arena y La noche sagrada que me acercaron a algunos de los problemas de la sociedad en el mundo árabe. Sus numerosas novelas y el impacto entre los lectores han hecho de él el escritor francófono más traducido del mundo (ganó el Premio Goncourt en 1987 con La noche sagrada).
El retorno es la historia del desarraigo, de quien tras una vida en Francia, en el momento en que le llega la jubilación, añora como nunca el Marruecos que le vio nacer y crecer. Mohamed es un buen musulmán, que cumple las normas básicas del islam (sigue teniendo presentes las palabras de su padre cuando era niño: "Escucha, hijo, puedes saltarte las oraciones. Lo esencial del islam es ser limpio, respetar a tus padres y profesores y no mentir, no robar, ..."), respeta a todos y no hace daño a nadie, en especial a los débiles y los pobres.
Por eso no entiende porqué sus hijos se han alejado de sus costumbres, se declaran franceses y tienen en Marruecos únicamente el espacio en que pasaban sus vacaciones de verano siendo niños.
Con una prosa sencilla y serena Ben Jelloun nos ofrece un relato intimista que nos acerca a la cultura, la religión y la tradición del país del Magreb. Por supuesto que en todo momento hay un tono crítico que posiciona al lector en la disyuntiva de acercarse al protagonista o al autor. Y es que en todo momento existe una doble sensación de realidad, la que uno tienen formada, se acerque o aleje a la del autor, y la que recibe a través de las palabras de Mohamed (a pesar de llevar toda una vida en Francia jamás ha solicitado la nacionalidad francesa y se mantiene como un emigrante marroquí).
El retorno nos habla de emigración, de racismo, de religión y ruptura, pero también lo hace de identidad, de creencias y de fe, de vida, al fin y al cabo. Y lo hace de tal manera que es difícil desprenderse del aroma que despiden sus palabras, de ese tono confidencial con que nos va transmitiendo los pensamientos de Mohamed. A todo ello ayuda, no hay duda, la diferencia de discursos según la persona que los narre: en primera persona a la hora de mostrar los recuerdos y la nostalgia y en tercera cuando la narración se vuelve objetiva.
A lo largo de las páginas se hacen presentes los aspectos más íntimos de la existencia, preguntas sin respuesta y miedos se que se van dibujando con soltura y dinamismo, pero sin olvidar la distancia que separa a la sociedad de Marruecos de la europea (no hay que olvidar que el propio Ben Jelloun, nacido en Fez en 1944, siempre ha dicho que hay dos cosas que no soporta de su país de origen, la falta de serenidad y la corrupción). El autor señala la situación de las mujeres en el mundo árabe marroquí, la importancia de la religión y la tradición y la importancia de la casa y la familia; pero también de aquellos que se aprovechan del Estado, de quienes no encuentran equilibrio entre el pasado y el presente y de quienes reniegan de sus orígenes.
A lo largo de poco más de ciento noventa páginas Ben Jelloun nos muestra el problema del desarraigo, pero también la magia y la poesía de Marruecos.

viernes, 5 de junio de 2020

CON EL AGUA AL CUELLO. Donna Leon



Al menos durante los últimos siete años Donna Leon me ha acompañado durante mis viajes. Fuera donde fuese parte de mi mente me volvía a llevar a Venecia de la mano del comisario Guido Bruneetti. La figura del comisario, sus compañeros y familia, las tramas certeras y reconocibles, sin necesidad de grandes crímenes ni escenas sangrientas, la particularidad de la ciudad italiana y el humor e inteligencia de los diálogos y descripciones han sido siempre el inicio de una nueva aventura apenas el avión despegaba.
Salvo quizá los tres últimos años, no seguía un orden preciso en la lectura de los libros, al contrario, escogía uno al azar y se convertía en esa compañía excelente, en ese entretenimiento perfecto para que los momentos más monótonos del viaje se hiciesen cómodos y distraídos.
Bunetti me ha atrapado de tal manera que no solo me creo capaz de reconocer buena parte de los edificios y canales de Venecia sin poner en ella nunca los pies, sino que me hago a la idea de la forma de ser y actuar de sus habitantes.
Es cierto que repasando mentalmente los distintos títulos recuerdo algunos a los que me costó un poco más acceder, como si la historia flojease un poco. Pero incluso estos los recuerdo con una sonrisa, con el recorrido vital del protagonista y la especial manera que posee de ver la vida y de relacionarse con los demás, en especial con su familia. Una cena en casa del comisario, con Paola de anfitriona, sería una delicia para los amantes de la literatura, la historia y las buenas conversaciones. Puede que Raffi y Chiara, los hijos de ambos, aportaran juventud y frescura, pero no los echaría de menos, aunque sí en este libro en el que apenas aparecen mencionados.
Donna Leon vuelve a meternos en una historia actual (me gustaría que los editores no nos aclarasen en la portada el tema que se aventura en la lectura cuando ya esta está avanzada), que sucede en Italia como bien podría suceder en nuestro país, que nos acerca a lo oscuro del alma humana, a su manera de obtener beneficio económico sin importar las consecuencias.
Como en las últimas novelas la investigación comienza de manera circunstancial, casi como por accidente, pero la perseverancia y destreza de Brunetti nos permiten pasar un muy buen rato. Y es que no hay que olvidar que junto a la actualidad de la historia que narra Donna Leon, de la importancia de sus personajes y de unos diálogos inteligentes y certeros, sus novelas son sumamente entretenidas, de una lectura ágil y sugerente. El humor asoma por todos los lados, ya sea por la  personal filosofía de Brunetti, por el trato de este con todos los actores secundarios de la novela, o por los ritos gastronómicos que aparecen a diario.
La autora no necesita grandes titulares para crear una novela notable, apenas unas pinceladas, una llamada de teléfono y una visita, son la antesala de una investigación detallada y minuciosa, en la que nos convertimos en observadores privilegiados. Brunetti nos hace partícipes de su humanidad, de la gestión que hace en todo momento de nuestro tiempo, de la importancia de hacer cada cosa en su momento y de no dejarse engañar por los falsos cantos de sirena.
Una novela que vuelve a mostrar, sin tapujos, la latente corrupción de Venecia, extensible al resto de Italia, de los problemas que impiden que un progreso mayor de la nación, pero también la forma característica de los habitantes que suelen diferenciarse repetidamente de los del resto de país.
¿Y Brunetti qué? sigue creciendo y aunque está claro que es una de las figuras más importantes de la literatura policíaca actual, no deja se sorprender en cada una de sus apariciones.
Ver otras novelas en este blog: Muerte entre líneas, El huevo de oro y La tentación del perdón.