QUÉ LEO HOY:

QUÉ LEO HOY: Sugerencias, debate, crítica, opinión...

viernes, 30 de marzo de 2018

LOS DIECISÉIS ÁRBOLES DEL SOMME. Lars Mytting



Lars Mytting logró en 2016, con “El libro de la madera”, demostrar que era un escritor y ensayista sobresaliente. De la nada construyó un libro que ha llegado en nuestro país a cotas inimaginables, teniendo en cuenta su escasa publicidad, convirtiéndose a lo largo del pasado año en uno de los libros más destacados de no ficción. No resulta pues extraño que su última novela LOS DIECISÉIS ÁRBOLES DEL SOMME  despertara el interés de cientos de lectores y que las buenas críticas se vayan sumando a la par que el aplauso de los lectores (obtuvo el Premio de los Libreros de Noruega). No solo estamos ante una novela brillante, escrita con una notable sensibilidad y maestría narrativa, sino que nos envuelve de tal manera que es más que probable que a partir de su lectura muchas cosas puedan verse de otra manera. Intensa y llena de encanto, la novela atrapa y nos sumerge en un universo del que no se desea salir, hasta tal punto que quizá lo más desagradable de su lectura sea abandonarla una vez finalizada esta.
Mytting consigue, con destacada maestría, acercarnos a la naturaleza y la tierra, hacernos conscientes de aquellas cosas que nos vinculan con ellas. Sí, de nuevo encontramos la fuerza de los árboles, de esa tierra que nos atrapa y nos mantiene vivos y que es capaz de cicatrizar cualquiera de nuestras múltiples heridas.
Pero quizá lo más significativo en la prosa del escritor noruego, además de recrear con notable soltura el escenario natural en que se mueve el personaje principal, es el manejo de la trama, de los tiempos en que se recrea la historia. Y lo hace aportándonos, en pequeñas, muy pequeñas dosis, lo justo para sigamos indagando en la lectura en el ardiente deseo de saber algo más, de llenar los vacíos que el propio protagonista intenta completar.
Una novela de historia y naturaleza, de búsqueda personal y familiar, de acercamiento al espacio que ocupa la memoria de los que se fueron. Hay pérdida sí, pero como el inicio de una historia de la que apenas se conocen los primeros enunciados.
Mytting nos abre la puerta a un mundo lleno de enigmas y lo hace de una manera sencilla, sin sobresaltos, en la que el lector va a ir tomando partido como un espectador que no puede evitar situarse en uno u otro lado del escenario.

domingo, 18 de marzo de 2018

DETECTIVE ÍNTIMO. Carlo Frabetti


Decididamente hay portadas cuyo diseño hace muy poco favor a la novela, a no ser que su intención sea pretender vender, de manera equivocada, a un público que no buscaría nunca el libro. No hay duda que Detective íntimo es una de ellas, de hecho si no fuera por el nombre de su autor, es más que probable que nunca hubiese pretendido leerlo.
Y si a la portada acompaña un título extraño, a nadie se le escapa que la palabra íntimo invoca más a la literatura pseudoerótica que en los últimos años ha proliferado como las setas en un otoño lluvioso, cuesta mucho explicar su elección.
Pero gracias a sus libros juveniles La magia más poderosaUlrico y la llave de oroEl palacio de las cien puertas de lecturas para todas las edades, junto a aquellos que acercaban a los más jóvenes al mundo de las ciencias: Malditas matemáticas, Alicia en el país de los númerosCalvina Nunca más, Carlo Frabetti ocupa un espacio destacado entre los autores del género infantil y juvenil.
Eso sí, desde el primer momento, casi desde la primera página, el lector se percata de que se encuentra ante algo diferente, ante una historia narrada de manera distinta, en un juego del que no se puede escapar hasta que la lectura ha puesto fin a las poco más de doscientas sesenta páginas.
Carlo Frabetti, italiano asentado en nuestro país y escritor en castellano, maneja en todo momento el ritmo de la novela, dominando sobremanera el diálogo, hasta tal punto que el lector parece participar de este desde varios puntos de vista. A esto, no hay duda, ayuda la perfecta construcción de los personajes a los que, con breves pinceladas, dibuja desde los gestos que los caracterizan hasta el estado psicológico que les traslada hasta el despacho del Detective íntimo.
Estamos ante un libro que desborda inteligencia, desde la elaboración del personaje principal, hasta que no asimilamos completamente que es íntimo y no privado (su trabajo como detective) parece que las demás cuestiones pasan a segundo plano. aunque, eso sí, volverán a aparecer cuando menos no lo esperamos. Pero como decía, Detective íntimo es un libro inteligente, desde el uso del lenguaje, la construcción de la trama y su desarrollo, hasta el juego al que invita tanto a lector como a los diferentes personajes que se van asomando por las páginas del libro.
Un libro que se deja saborear, cuya lectura hay que frenar para que esta se produzca en una sola sesión (es un libro que se puede leer de una sentada, pero entonces se desperdician la mayor parte de sus valores), y hay que leer con tranquilidad, disfrutando de su humor, de sus referencias literarias y filosóficas y prestando toda la atención a cada uno de los instantes que, con precisión, relata su protagonista.

sábado, 3 de marzo de 2018

PEQUEÑO PAÍS. Gael Faye


Hace mucho tiempo que dejé de señalar en los libros, de subrayar y poner notas al margen, no por afán de mantener el libro lo más intacto posible, sino para evitar predisponerme a ideas en una posterior lectura. Es cierto que no puedo evitar tomar notas de aquellas frases o ideas que me llaman la atención, pero en muchas ocasiones la búsqueda de aquel detalle me obliga a leer más de un capítulo para evitar que mis palabras no se ajusten de manera completa a las propias palabras de autor, o en su caso del traductor.
Pero claro, qué sucede cuando las frases se van agolpando a medida que pasan las páginas, cuando las ideas preconcebidas se diluyen con una rapidez pasmosa, cuando las risas dan paso al llanto contenido y cuando múltiples emociones hacen que las imperfecciones del mundo que crees conocer son simples anécdotas con las realidades de otros mundos.
Pues sencillamente que todo en ti se convulsiona y que descubres lo que la lectura de un buen libro puede repercutir en tu manera de ver el mundo, tu mundo y el de aquellos que ni siquiera conocerás nunca.
La "biografía" novelada, o los recuerdos de la infancia, de un rapero puede ser alentadora, intrigante, máxime cuando procede del continente africano. No tanto por su fama o la de sus letras (mi ignorancia en este sentido es supina), ni siquiera por contar con el galardón del Goncourt des Lycéens, sino porque la mayor parte de los aspectos de la historia reciente de países como Ruanda o Burindi me eran desconocidos.
Soy consciente, y lo era también a la hora de comenzar la lectura, de que los libros que usan la mirada de un niño para narrar cualquiera de los aspectos de la experiencia difieren mucho a la de los adultos y que a pesar de la señalada frescura en muchas ocasiones produce relatos simples y edulcorados que apenas se cierra el libro desaparecen de la memoria del lector. Pero en esta ocasión hay una advertencia clara al inicio del relato cuando su protagonista, instalado de manera permanente  en Francia y con cuya nacionalidad siempre ha contado, nos señala la obsesión por volver al país de su infancia, a esa aprensiva necesidad de recuperar sonidos, olores, sensaciones...
Así que de inmediato Gaby, la voz que nos relatará aquellos capítulos de la infancia, comienza a hablarnos de lo que conoce, de lo que vive a su alrededor, pero también la herencia de los recuerdos que su familia, la reconstrucción de un pasado que a él se le antoja cercano, pero que no ha sentido en sus carnes.
Quizá lo más llamativo, lo que se aleja de relatos de este tipo, es que no se sumerge en los aspectos más grises de la población, se centra en una clase media urbana, con un mestizaje cultural destacable - su padre es francés y su madre ruandesa y tutsi -, una clase ajena al África que el turismo se ha preocupado de recuperar, la del animismo, los baobab, las tribus... Estamos hablando de una población que se nutre de las dos culturas, la africana y la europea, y que se encuentra en un lugar elevado de la escala social.
Pero aquella mirad infantil, la que parece ajena al dolor de los conflictos que se suceden a su alrededor, demuestra que no deja de ser consciente de todo lo que ha sucedido y va a suceder. De manera que el relato infantil de amistad, armonía, juegos y crecimiento personal, se convierte de manera brusca en actor y testigo de lo que sucede tanto en Ruanda como en Burundi. Dando paso a una novela dura, desgarradora, donde la crudeza de las descripciones queda suavizada por la neutralidad a la hora de contar lo más doloroso.
Gaël Faye se ha convertido en la voz de dos países sin apenas tradición literaria, explicando con sencillez y total naturalidad acontecimientos que parecen muy lejanos desde el prisma europeo, pero que nos pueden dar un toque de atención sobre una situación que nos parece normal, pero que es, como así lo refiere en varias ocasiones el autor, algo anómalo: la guerra no es algo común a África, es una anomalía que hay que conocer para evitar y solucionar.
Sí, estamos ante una lectura fresca, con una prosa que atrapa y que te ofrece en pequeñas dosis la historia convulsa de fines del siglo XX en Ruanda y Burundi. Pero sin duda alguna, lo más significativo, es que está llena de sorpresas, de perlas que te van a acompañar durante mucho tiempo y que te va a hacer pensar y poner los ojos y la mente en la gravedad de los conflictos y, por encima de todo, en los seres humanos que las sufren.