QUÉ LEO HOY:

QUÉ LEO HOY: Sugerencias, debate, crítica, opinión...

jueves, 30 de mayo de 2013

EL DÍA DEL ENTIERRO. Edith Wharton



Hay autores, o autoras como es este caso, a los que, a pesar de su importancia, los tengo demasiado encasillado, autores a los que solo los identifico, como lector, con un género determinado. Eso me ocurre con Edith Wharton, que a pesar de tener más de treinta novelas, algunas incluso leídas no hace mucho, siempre pienso en ella por sus libros de viajes: Viaje por Francia en cuatro ruedas, En Marruecos y Cuaderno de viajes: el viaje considerado como una de las bellas artes.
Son también numerosos los relatos en los que demuestra el perfecto dominio de la narración, la exploración de los personajes y una sátira inteligente y deliciosa.
En este pequeño relato y en apenas 65 páginas logra dibujar perfectamente al profesor Trenham, sus remordimientos, su doble moral y la falta de decisión ante los aspectos más importantes a los que se enfrenta. Un simple hecho, qué hacer con las cartas de su amante nada más fallecer su mujer, serán el desencadenante de una historia en la que mostrará su predilección por las relaciones entre sexos. Con una fina ironía y las palabras justas para describir lo que el lector debe ver ante él -desde los espacios hasta los movimientos de los personajes- dirige la acción desde la primera línea, dejando que únicamente a mitad de la narración exista un pequeño respiro de esa tensión que se produce El día del entierro de Milly, la mujer de Trenham.
Wharton ahonda en la importancia de la apariencias, de los entornos sociales y familiares que tanto marcaban el devenir de los acontecimientos de 1930, año en el que se edita por primera vez este relato. "¡Cómo lo complicaba todo el hecho de vivir en una comunidad pequeña y entrometida!" vendrá a decir su personaje principal cuando repasa sus actos adúlteros. Logra, además, traspasar la mente masculina de Trenham y mostrarnos una descripción psicológica perfectamente detallada. 
Un relato que entretiene, que a pesar de poderse leer de un tirón, hay un deseo irrefrenable de leerlo despacio, con tranquilidad, saboreando cada detalle, cada palabra que su autora ha escrito de manera meditada y concienzuda. 


miércoles, 29 de mayo de 2013

LOS JUEGOS DEL HAMBRE. Suzanne Collins



Acaba de llegar a mis manos Battle Royale y no puedo evitar acordarme de Los juegos del hambre. En ambas hay protagonistas juveniles que deben enfrentarse hasta que solo quede un superviviente.
Leí la novela de Suzanne Collins de un tirón, embelesado por la capacidad imaginativa de la escritora, por ese nuevo y oscuro mundo en el que la supervivencia venía marcada por el lugar de nacimiento. Sentí, como suele sucederme con las historias que de verdad me enganchan, cada una de las situaciones a las que se enfrentaban los protagonistas, en especial las de Katniss Everdeen, y cierta molestia cuando descubrí que era la primera parte de una trilogía y había que esperar a que las siguientes partes fuesen publicadas. Debo confesar que sí he leído En llamas, la segunda de las partes, pero no Sinsajo, el libro que cierra la serie.
No voy a decir que me ponía en la piel de la protagonista, ni siquiera de Peeta (ya no tengo edad para eso), pero sí me resultaba creíble toda la historia y mi imaginación iba dibujando, con enorme facilidad, cada uno de los pasajes que iban sucediéndose a medida que leía el libro.
De lectura fácil y sin las estridencias que a veces más que ayudar, logran que te aburras, la acción se va haciendo cada vez más intensa, lo que obliga a continuar la lectura para, cuanto menos, comprobar en qué acaba. Desde el momento que conoces que estás ante una trilogía,  sientes que por muy mal que se pongan las cosas, estas no van a ser fatales; por suerte no estuve sujeto a este encorsetamiento ya que no supe que la historia continuaba hasta que finalicé el libro.
A pesar de contener muchos tópicos y resolver algunas de las situaciones de la manera más fácil, no hay que quitar méritos a la autora por la capacidad de narrar, de atraer al lector hacia una historia llena de fuerza y, sin duda alguna, de una dureza extrema (defenderé siempre que se trata de una lectura para adolescentes creciditos y no para niños) en la que la muerte acompaña cada página.
Por cierto, acudí al cine para ver cómo contaban la historia, lo cual da una nota bastante elevada al libro, y salí más bien defraudado, ya que ni siquiera la elección de los protagonistas me pareció, en ningún momento, la acertada. Pero bueno, no voy a acudir al tópico que enfrenta al libro y al cine, sobre todo por que aquí es demasiado fácil.

martes, 28 de mayo de 2013

LA INVENCIÓN DEL AMOR. José Ovejero



No tengo nada en contra de las novelas románticas, al contrario, pero reconozco que no suelen ser novelas que me llamen mucho la atención, aunque confieso que me he llevado más de una sorpresa con ellas, agradable, por supuesto. Hay novelas de difícil catalogación en las que el amor es una parte fundamental de la historia y suelen llevar a engaño, tanto para bien como para mal, aunque no se podrían definir como románticas.
En esta ocasión debo decir que agradezco que la editorial Alfaguara no haya jugado con la palabra para intentar "colocar" la novela entre los, mejor dicho las, seguidoras del género. Y es que La invención del amor tiene mucho de amor, sí, pero de un amor que en nada se asemeja al que estamos acostumbrados a leer. 
Ganadora del "Premio Alfaguara de Novela 2013" la novela, narrada en primera persona, nos sitúa en un Madrid actual, demasiado actual, en el que el desencanto y la desesperación parece haberse adueñado de buena parte de la población, en especial de aquellos que rondan los cuarenta y han comprobado como nada se parece a lo que era hace  apenas cinco años. Y ahí encontramos a Samuel, el protagonista, que alardea de falta de compromiso y no creer en el amor, por eso ejerce y presume de su soltería. Será La invención del amor la que le permitirá huir de esa realidad gris y apagada.
José Ovejero nos presenta una novela inteligente, en la que nada es lo que parece, al menos en un principio, y en la que el protagonista logrará que participemos en el juego en el que él mismo se introduce, un juego que va creciendo y generando suspense tanto en el lector como en el propio Samuel. 
A través de unas descripciones acertadas, usando siempre las palabras justas, y unos diálogos que van perfilando cada uno de los acontecimientos, tanto presentes como pasados, el autor despliega giros inesperados y sorpresas narrativas que hacen que el lector sea parte incuestionable de la novela.
Caben destacar las palabras de Manuel Rivas, como presidente del jurado que otorgó el Premio Alfaguara, como la mejor manera de explicar lo que es el libro: "El Jurado quiere destacar que se trata de una historia de amor nada convencional, sorprendente, que surge a partir de una impostura y del poder y las posibilidades del azar. La novela también revela la fuerza transformadora de la imaginación y su capacidad para construir nuevas existencias."

EL GATO. Georges Simenon



Desde el momento que Acantilado anunció que iba a reeditar buena parte de la obra de Georges Simenon mi memoria rebuscó muchos de los títulos que en el pasado habían formado parte de la biblioteca familiar. Títulos en los que el comisario Jules Maigret nos acompañaba por uno de los espacios literarios más sugerentes de la novela policíaca europea.
Así que en el momento que salió el primero de los libros (lo hacía junto con Pietr, el Letón) no dudé un instante es elegirlo como mi próxima lectura. 
A las pocas páginas descubrí que estaba ante una de las novelas del autor belga que nada tenían que ver con Maigret y con cierto derrotismo aparqué el libro esperando un momento más adecuado para su lectura. 
Verlo bajo el montón de los libros pendientes me producía cierta desazón, pero siempre parecía encontrar otra lectura más apetecible. Y claro, llegó el momento en que, casi sin darme cuenta, volví a leer aquellas primeras páginas y, de inmediato, sucumbí a su lectura. A una lectura dura, descarnada, no por la prosa de Simenon, que creo que es más correcta e impactante que la que se ocupa del género policíaco, sino por la relación destructiva de sus protagonistas. Un relato en el que el crimen no es lo principal, pero sí lo serán sus consecuencias.
Una novela que despide tensión por todos sus poros, un conflicto que envuelve al lector que no tarda en luchar para no tomar partido por ninguna de las dos partes enfrentadas: Émile y Marguerite. Simenon logra construir una historia fuerte y vigorosa gracias a un perfecto retrato de los personajes, a ese juego psicológico en el que introducen también al lector. Ese juego que logra combinar, con notable maestría, el suspense y el temor sin tener que recurrir a lo macabro y lo desagradable.
El autor consigue retratar lo cotidiano desde todos sus aspectos, desde lo más banal e intrascendente, o al menos eso quiere que el lector crea a veces, hasta lo más sórdido y cruel. Así crea una atmósfera densa, llena de odio y enfrentamiento.
A través de poco más de 170 páginas el lector observa las escenas desde todos los ángulos posibles, dando la sensación de que puedes ver la misma imagen desde lugares distintos, como si cada protagonista hubiese narrado el mismo instante.

domingo, 26 de mayo de 2013

EL HUEVO DE ORO. Donna Leon



Guido Brunetti es uno de esos personajes, comisario de Venecia, que has visto crecer y evolucionar, tanto como hombre como policía. Y es que basta que se anuncie un libro nuevo de Donna Leon para que lo coloque el primero en la lista de los que tengo que leer casi de inmediato. Es cierto que con los años me gusta guardarlos como un tesoro y espero a una tarde aburrida o una noche sin sueño para hincarle el diente y sumergirme en su lectura casi de manera compulsiva.
Reconozco que el último de sus libros Las joyas del paraíso aún se mantiene sin tocar en mi biblioteca. Y no es porque La palabra se hizo carne me pareció el más flojo de los escritos por la autora, sino porque no era Brunetti su protagonista. No sé, estaba demasiado predispuesto en su contra, quizá estoy demasiado acostumbrado, o malacostumbrado, a descubrir cómo muchos escritores bajan  de calidad en cuanto abandonan los escenarios y los personajes que dominan.
Pero claro, ahora volvía a ser Brunetti (perdonenmé que repita su nombre, pero es que al hacerlo lo pongo a la misma altura que Carvalho, Wallander, Jaritos, Mock, Méndez, Montalbano, Bevilacqua y todos esos policías que han traspasado las páginas de los libros para convertirse en compañeros de historias humanas y llenas de realidad) y con él Vianello, Pucetti, Rizzardi, Elettra, su esposa Paola, sus hijos, Raffi y Chiara, y todos esos personajes "reales" que pueblan el universo veneciano de Donna Leon. Un universo que nos permite, a poco que prestemos atención a las descripciones que, libro tras libro, nos ofrece la autora, se hace tan presente que casi conocemos la Ciudad de los Canales sin haber estado allí físicamente.
Con grandes dosis de intriga y ese dominio sobre el ser humano (en especial sus bajas pasiones) El huevo de oro vuelve a convertirse en otro relato sobre la sociedad italiana en general, y de la veneciana en particular, una sociedad atrapada entre la crisis, la corrupción, la inmigración y la mafia en todos sus ámbitos. Una sociedad que se va dibujando a medida que la sienten los distintos personajes, que no pierden ocasión para sincerarse y mostrar todos esos males que la aquejan y que hacen aún más difícil la convivencia.
Hay, además, mucho de humanidad, incluso de ternura, no solo en el trato humano (del que destacaría la relación de todos los miembros de la familia Brunetti) de todos aquellos que van apareciendo, sino en cada una de las descripciones que tan bien maneja la escritora. Ese profundizar en cada uno de los personajes que aparecen aunque solo ocupen unas líneas, ese acercamiento a cada uno de los estamentos de la sociedad veneciana, han logrado que, casi sin enterarnos, hayamos conocido todos los ambientes y personajes más o menos sobresalientes de Venecia.
Aunque, sin duda alguna, lo que más destaca de Donna Leon es lograr una novela que invita a ser leída, con un ritmo creciente y una narración fluída, a partir de una trama dura en la que se despliegan todas las argucias que el ser humano es capaz de crear al margen de la ley. Los problemas cotidianos y la corrupción generalizada en todos los ámbitos hacen que Brunetti y su entorno se conviertan en un espíritu crítico de la sociedad italiana y europea.
Una novela que va creciendo según se avanza en la lectura, que parece sencilla e incluso intrascendente en un inicio y que, poco a poco, se va enmarañando hasta convertirse en una historia absorvente y penetrante.

jueves, 23 de mayo de 2013

EL TIEMPO ENTRE COSTURAS. María Dueñas



No lo voy a ocultar, este libro me llamaba poco la atención y no me apetecía nada su lectura. No era por el marketing encaminado al público femenino que creía se había hecho -salvo la novela de ciertos sellos editoriales catalogada como romántica no me da reparos leer todo libro que se me presente-, sino que simplemente no me llamaba nada la atención.
Pero resulta que alguien lo propuso para nuestro Club de Lectura y no quedaba más remedio que leerlo para luego sacarle el partido oportuno. Tampoco voy a negar que me encontraba predispuesto a hacer de abogado del diablo y rebatir las posibles opiniones positivas que se mostrasen sobre él.
Al comenzar la lectura descubro que el libro está muy bien escrito y que la historia parece llamativa. Y en el momento que Sira Quiroga, la protagonista, llega a Tetuán, la capital del protectorado en Marruecos, la lectura se acelera, se vuelve tan intensa que parece busque cualquier segundo para volver a sumergirme en ella, con el ansia de quien es incapaz de soportar lo que va a suceder a continuación.
La descripción de los ambientes (el Marruecos exótico que inunda todo), los distintos personajes (esa mezcla de realidad y ficción que engrandece la narración) y el ritmo creciente que va impregnando la historia (saber en qué va a acabar la protagonista) me seduce de tal manera que poco me importa la historia de amor y espionaje que se esconde entre sus páginas. 
Sí, reconozco que la prosa en sencilla, y que hay muchos tópicos prescindibles, y que la parte de espionaje me es indiferente, pero la fase de recuperación y superación de la protagonista, el juego de los movimientos políticos en el protectorado y El tiempo entre costuras (siempre en Marruecos) que da título al libro me dejaron lo suficientemente satisfecho como para poder decir que disfruté de la lectura.

miércoles, 22 de mayo de 2013

LAS HAZAÑAS DE SHERLOCK HOLMES. Adrian Conan Doyle y John Dickson Carr



No voy a negar que la profusión de imitadores o secuelas de Sherlock Holmes que durante estos últimos meses parece han invadido nuestros hogares casi han logrado sacarme de mis casillas. No sé, será que soy un nostálgico y me gusta respirar el ambiente del Londres Victoriano que despiden las novelas y relatos de Arthur Conan Doyle.
Pero hete aquí que un día descubro, casi sin buscarlo, pero amparado en el sello editorial de Valdemar, una obra desconocida para mi, y que en la firma aparecen los mismos apellidos del gran escritor inglés. No pude por menos que leer el prólogo e informarme que Adrian Conan Doyle era el hijo menor del escritor y que en connivencia con John Dickson Carr, escritor de novelas de misterio y gran seguidor de Sherlock Holmes, se habían embarcado, allá por los años cincuenta del siglo pasado, en escribir una serie de relatos lo más parecidos  a los escritos por Conan Doyle padre.
Los amplios conocimientos de ambos, las continuas correcciones y la veneración que sentían por el escritor, han logrado que los seis relatos que aparecen aquí se hayan reeditado continuamente desde entonces y sean considerados como los más cercanos a la pluma del propio Arthur Conan Doyle. La forma de expresarse, tanto Holmes como Watson, el uso de determinados apelativos, la elección de las tramas y la perfecta narración de cada uno de ellos logra que apenas te des cuenta de que los habitantes de Baker Street aparezcan creados por otras manos.
Intriga e insolencia, misterio y giros casi pedantes, Holmes y Watson, misterio y observación. Todo se mantiene como si en verdad la mano de Sir Arthur estuviese tras estas casi doscientas páginas.
Seis relatos que harán las delicias de los amantes del género, en especial aquellos que lo son de Sherlock Holmes, pues se mantiene toda la esencia, la estética y el ambiente que despiden. Además, y seguro que algunos se darán cuenta de inmediato, los relatos están basados en referencias que el propio Watson ofreció en la obra original, en aquellas  cuatro novelas y  cincuenta y seis historias cortas.
Unos relatos, o historias de pequeño tamaño, intensas, que parecen capítulos sacados de nuevo de la memoria del Doctor Watson y que se leen con soltura y atención, logrando que el lector tenga que desplegar todo el interés para que nada se escape, o al menos para lograr entender cada una de las frases y comentarios que lleva a cabo Sherlock Holmes.
No es Sir Arthur Conan Doyle, pero tras las primeras líneas de cada historia parece que carece de importancia, o al menos pasa a segundo plano.

martes, 21 de mayo de 2013

LAS OVEJAS DE GLENNKILL. Leone Swann



Este es uno de esos libros que se leen, al menos en sus primeras páginas, con la boca abierta y ese punto de asombro de quien tiene serias dudas de si lo que está leyendo es real (como lectura) o se trata simplemente de un juego onírico. Porque el mérito de un libro de este cariz no radica tanto en imaginárselo -a cualquiera se le ocurre que sean las ovejas quienes se dediquen a investigar el asesinato de quien les pastorea-, sino como en atreverse a escribirlo y hacerlo de manera que el lector no dude, salvo en ese principio, de si está o no bien de la cabeza leyendo lo que tiene entre manos.
Pero es que Leonie Swann nos ofrece una novela coherente, en la que  los que sobran, o al menos están menos logrados, son los seres humanos, una novela en la que el lector oye los balidos, huele el frescor de la hierba y siente un irresistible deseo de masticarla. Con un lirismo a veces desconcertante, la prosa logra atraparnos desde el inicio haciéndonos cómplices de cada uno de los movimientos de sus lanudos personajes, hasta tal punto que en más de una ocasión los diálogos parecen tan nuestros como de Miss Maple, Othelo, Zora o Mopple.
Una novela que despide humor por los cuatro costados, que hace que su lectura no sea recomendable en público, o con mucha gente alrededor, si no se quiere ser tachado de estar bordeando la demencia. Ocurrente, hilarante y llena de sorpresas (sin olvidar ese punto de inteligencia irónica que hace interesante la espontaneidad) la historia logra que el interés no decaiga a lo largo de sus más de trescientas páginas gracias a ese tono de novela policíaca que atrapa casi tanto como el propio carácter de los ovinos protagonistas.


lunes, 20 de mayo de 2013

DIEZ BICICLETAS PARA TREINTA SONÁMBULOS. VV.AA.



A medida que vas cumpliendo años coger la bici con mal tiempo se hace más cuesta arriba. Es como si estuviese esperando el momento idóneo para subirme sobre las dos ruedas y pedalear intentando recuperar los días perdidos. 
Creo recordar que han sido cuatro las bicis que me han acompañado a lo largo de mi vida. Bicis de recreo, de deporte, de montaña y de paseo que me sirvieron para avanzar y desplazarme durante muchos años en los que el coche no me apetecía lo más mínimo. La quinta ha llegado este mismo año en forma de regalo de Reyes, pero, este tiempo invernal apenas sí me ha dejado sentarme sobre ella un par de veces.
Así que la mejor manera de usar este medio de transporte, al menos mientras mejoran las temperaturas, es por medio del libro de relatos que la Editorial Demipage ha sacado a la calle estos días, Diez bicicletas para treinta sonámbulos, con motivo de su décimo aniversario. Hay que tener presente que el logotipo de la editorial es una bicicleta.
Treinta, o treinta y uno, según se mire, son los autores invitados a usar la bicicleta como excusa para narrarnos una historia. A los que habría que sumar, además, el prólogo de Eloy Tizón que, al fin y al cabo, también nos cuenta una historia bien rodada.
Luis Landero, Antonio Muñoz Molina, José Ovejero, Andrés Neuman, José María Merino, Antonio Orejudo y otros tantos narradores más nos llevan por sus propios universos literarios. Universos en los que las dos ruedas nos hacen más fácil el camino o simplemente asoman de soslayo como interpretando una simple mirada o un sencillo instante que queda atrapado en las palabras.
Hay bicicletas laborales, bicicletas recreativas, ruedines e incluso un Bicicielo, ruedas dialogantes, famosas y cinematográficas. Treinta relatos que nos permiten disfrutar de historias muy bien escritas que transitan por nuestra mente más allá de lo que nos dura su lectura.
Un buen ejercicio para esperar a esos días en los que el agua no se convierta en el enemigo que es tanto para el libro como para la bicicleta. Nunca he probado a leer llevando la bicicleta, al menos cuando esta está  en movimiento, pero puedo asegurar que muchos de estos relatos me han llevado más lejos de lo que, a estas alturas, me suele llevar una bicicleta.

domingo, 19 de mayo de 2013

UN CIRCO PASA. Patrick Modiano



Patrick Modiano es uno de esos autores que parecen rondarte mucho tiempo antes de que te des por aludido, de hecho En el café de la juventud perdida me mira desde la estantería esperando ser leído desde hace al menos tres años. 
Con una larga trayectoria como escritor, es uno de los autores más representativos del panorama literario francés, poco a poco van editándose en nuestro país aquellos títulos que parece nunca iban a serlo. Como es el caso de esta pequeña novela, 174 páginas, que ahora publica Cabaret Voltaire y que vio la luz en en Francia en 1992.
Una novela en la que encontramos a un escritor más íntimo, personal y maduro. Que no necesita ya demostrar nada y que se asienta en una narrativa sencilla que parece no esconder nada a cualquier tipo de lector.
Y es esa sencillez lo que más llama la atención de Un circo pasa, pues sorprende en todo momento el uso de las palabras exactas, la falta de artificios vanos que dotarían a la novela de una mayor extensión. Hasta tal punto que cuando se toma el libro parece que estemos ante un relato al que la edición pretende sacarle un mayor partido editándolo de forma individual. Pero de inmediato la lectura aclara que Modiano no tiene  necesidad de describir mucho, ni siquiera de extenderse, pues conecta con el lector desde la primera página.
Es cierto que da la sensación de que los datos se ofrecen de manera incompleta, como que falta algo para entender no tanto la trama de la novela como la situación de los personajes principales. Esos datos se van dando con cuentagotas, implicando al lector, y en especial a su imaginación, en una historia de la que él es partícipe porque debe ir desgranando cada una de las aportaciones que hacen quienes explican su situación y sus movimientos.
No contento con eso Modiano contruye un juego narrativo cuyo contrincante no es otro que el lector. Un juego en el que la atmósfera narrativa, la propia historia parece detenerse por momentos, como si todo quedase envuelto en el silencio y no sucediese nada. Para, de repente, atosigar al lector con multitud de nombres de personas y lugares que aparecen y desaparecen con una rapidez tal que se hace imposible no ya su memorización sino su ubicación geográfica y personal.
No significa que el lector se agobie y deba retroceder para recuperar el pulso de la novela, al contrario, este accede a la invitación del escritor y recorre a toda velocidad por las calles y los encuentros sacando esos datos necesarios para que la historia siga desarrollándose.
Logra, además, que sean los protagonistas: Lucién y Gisèle, quienes nos lleven de la mano a lo largo de toda la narración, sucumbiendo a los miedos de él en todo momento y asombrándonos de los giros que se producen. Compartimos con Lucien las dudas, en especial sobre Giséle, que parece que se nos va escondiendo  durante toda la novela.

jueves, 16 de mayo de 2013

Y ENTONCES SUCEDIÓ ALGO MARAVILLOSO. Sonia Laredo



No sé el motivo que me llevó a coger este libro, puedo asegurar que no parece acercarse a los libros que me llaman la atención. Tengo claro que lo observé tras volver de vacaciones y buscar las novedades para ponerme al día sobre los libros aparecidos en mi ausencia. Lo cierto es que comencé a leer y... no pude parar. Había demasiada literatura en sus páginas como para pretender apartarme de él con facilidad.
Debo reconocer que desde el inicio sentí simpatía por su protagonista, Brianda me hablaba de héroes, de historias, de aventuras y de libros, sobre todo de libros. Las páginas olían a buena literatura, a historias leídas y vividas, a clásicos y modernos, a compañeros de vigilia y conversaciones mudas. Así que casi sin darme cuenta me había sumergido en el libro y ya era tarde para echarse para atrás.
No voy a negar que ahora que tengo ante mí el libro cerrado entiendo aún menos que empezase su lectura sin siquiera leer la contraportada (no sé si de hacerlo me hubiese atrevido a empezar, no por nada, simplemente que la explicación no iba a llamarme la atención salvo que me convenciesen algunos de mis lectores), ya que creo que esta solo parece centrarse en una parte de la historia. 
Lo que tengo claro es que quien se esconda tras el seudónimo de Sonia Laredo, deja bien claro que está relacionada con el mundo literario, disfruta y vive los libros y su lectura. Pues crea una sólida invitación para hablar de libros, logrando que el lector se implique de inmediato y su mente empiece a vagar recordando diversas lecturas que se hacen cómplices con la protagonista.
Una narrativa inteligente y con la dosis de misterio suficiente para que las páginas se sumen con notable rapidez. Hay además, aparte de esa búsqueda de una nueva vida o segunda oportunidad, un optimismo natural, un aroma a magia, a vuelta a lo sencillo, a lo elemental, a evitar la preocupación por cosas sin apenas importancia. Y es que estamos ante una novela vital, donde todo parece impregnado de vivos colores y donde la luz parece aparcar la oscuridad cuando esta apenas pretende asomarse.
Libros, amor, amistad, alegría, pasión, vida, naturaleza y un montón de sentimientos más afloran en un libro que logra que el lector, o la lectora, sean partícipes de la historia casi desde las primeras páginas, desde que le prestan un hombro a Brianda, hasta que le acompañan a Nuba y el universo que se presenta entre sus casas, calles y montes.

miércoles, 15 de mayo de 2013

AQUÍ YACEN DRAGONES. Fernando León de Aranoa



No suelo hacer mucho caso a los libros que vienen firmados por estrellas más o menos mediáticas, aunque debo reconocer que siempre hay quienes demuestran tanto talento en su trabajo (suelen ser directores de cine y responsables de más de uno de sus guiones) que no puedo evitar echar un ojo para comprobar cómo y qué escriben.
No hace mucho me pasó con José Luis Cuerda y ahora me pasa con Fernando León de Aranoa, que leo el primero de sus relatos para ver cómo se enfrenta a ellos y, casi sin darme cuenta, había leído buena parte de los ciento trece que componen el libro.
Relatos dispares, diferentes y que nada parecen tener que ver entre ellos (aunque el título del libro puede darnos unas pistas que se descubren al final de la lectura). Es posible que ahí radique uno de los secretos del director-escritor, el contarnos las cosas más variadas de la manera más sutil y sencilla en apariencia. Relatos que abren y cierran puertas, que dibujan y muestran imágenes, que señalan y esconden hechos y personas.
Relatos, al fin y al cabo, que demuestran la honestidad de quien cuenta lo que siente sin más atadura que la de tratar de expresarse y comunicar a los demás.
Una prosa culta, inteligente, con la profundidad suficiente como para invitarnos en más de una ocasión a releer el texto anterior, para buscar, o rellenar, ese hueco que parece se nos ha abierto con su lectura. Y es que el autor denota una enorme fuerza narrativa a la que dota de grandes dosis de imaginación, pero no conforme con eso avanza más allá y consigue llenar de realidad a la propia realidad, sonsacándole imágenes casi cinematográficas en su expresión escrita.
Un libro lleno de relatos sorprendentes, inquietantes que demuestran la capacidad de observación de su autor y la perfecta traslación al texto. 

martes, 14 de mayo de 2013

EL AFGANO. Frederick Forsyth



Recuerdo que comencé a leer a Forsyth impulsado por una película inspirada en una de sus novelas El cuarto protocolo. En algún momento se mencionaron otros de sus títulos y me sentí tentado de leer  Chacal que sabía estaba por casa casi desde siempre. A este le siguieron muchos más (Odessa, Los perros de la guerra, La alternativa del diablo, etc...) y el autor se convirtió en uno de esos escritores que esperas con impaciencia y yo lo encontraba mucho más entretenido y estimulante que otros con mayor nombre, al menos de forma mediática.
Cuando le tocó el turno a El afgano pocos eran los libros de Forsyth que no había leído y seguía sin cansarme su estilo (aunque reconozco que en más de una ocasión las explicaciones eran demasiado exhaustivas, ya sea en armamento, transporte o situaciones políticas y geográficas). Por si fuera poco todo parecía indicar que el autor volvía a situarnos en un ambiente actual como lo había hecho en El Manifiesto Negro, donde hacía un completo y complejo desarrollo de la Rusia postcomunista y el crecimiento y poder de las mafias de dicho país. Ahora era al-Qaeda quien ponía en peligro la integridad de occidente. 
El maestro de la novela de espías -hay quien coloca delante otros nombres, pero no es mi caso- vuelve a crear una novela perfectamente estructurada que mezcla realidad y ficción y que mantiene en tensión al lector desde la primera a la última página. Una novela en la que es muy fácil imaginar todo lo que acontece en ella, desde los personajes, descritos con gran maestría, hasta los lugares que van apareciendo, sin olvidar esa trama, esa intriga que Forsyth nos va presentando desde los diversos puntos de vista de los diferentes personajes.
Vuelve Mike  Martin (junto con su hermano Terry, protagonistas de El Puño de Dios) a ser quien nos lleve de la mano por una historia cargada de suspense y en la que siempre parece ser posible que los acontecimientos varíen en la página siguiente.

lunes, 13 de mayo de 2013

EL COCHE ELÉCTRICO. F. Ibáñez



Hay quien seguro que me tachará de "friki", pero no lo puedo evitar, Mortadelo y Filemón me tienen enganchado desde hace décadas. Sus andanzas, desventuras y ocurrencias han acompañado, y lo siguen haciendo, muchas de las noches en las que otro tipo de lectura es incapaz de hacer frente al insomnio.
Reconozco que hay lugares en los que ya me he percatado no debo llevar ninguno de los trabajos de Ibáñez, ni el autobús ni el avión son buenos lugares para que lea o relea las vicisitudes de los miembros de la T.I.A. ya que las carcajadas llaman demasiado la atención y no parece que al resto del pasaje les haga mucha gracia (puede que sea envidia, insana, por supuesto, pero nunca he querido preguntar) o al menos así parece desprenderse de sus caras.
Sí, me siguen gustando los tebeos, cada una de sus viñetas, de sus golpes de humor, de la imaginación que desprende su creador y que no deja de sorprenderme.
Por supuesto que hay unos mejores que otros y que hay títulos que no se me borran de la cabeza (e incluso vuelvo a sus páginas de vez en cuando para refrescarme todo lo posible) Valor y... ¡al toro!, Chapeau el "Esmirriau" o El Sulfato atómico, pero también reconozco que muchos de las últimas aventuras de los inigualables Mortadelo y Filemón me han hecho reír como hacía mucho que no lo lograba.
De nuevo será uno de los inventos del Profesor Bacterio quien cause las situaciones más hilarantes y divertidas y de nuevo logrando que nuestros personajes accedan a las últimas tecnologías que, como bien indica el título, esta vez es el coche eléctrico.
Risas, ocurrencias, juegos visuales, detalles sorprendentes e imaginación desbordante en 46 páginas que logran estar a la altura de lo que se espera de Ibáñez.
Por cierto, y enlazando con la primera frase, no me gustan nada ni sus adaptaciones al cine, ni su acercamiento a los dibujos animados. Mortadelo y Filemón son lo que son, dos personajes de Tebeo incuestionables e inalcanzables.

domingo, 12 de mayo de 2013

FUEGO EN LAS ENTRAÑAS. Pedro Almodóvar y Javier Mariscal



Si de alguna manera se puede definir este relato escrito por Pedro Almodóvar al comienzo de la década de los ochenta del siglo pasado  (1981) es como una novela gamberra. Y es que no hay duda de que volvemos a encontrarnos con aquel Almodóvar que tanto tuvo que decir, y que dijo, en la llamada "Movida madrileña".
Una novela gamberra no tanto por lo disparatado de cada una de sus situaciones, ni por la comicidad que desprende cada una de sus páginas, ni siquiera por las ilustraciones de Javier Mariscal que se integran perfectamente con el texto y muestran un trazo brusco, "agresivo", sino porque encontramos al manchego en esos inicios expresivos (únicamente en su haber cinematográfico aparecía "Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón"), hilarantes, desinhibidos en los que la mujer, el sexo y el humor parecían copar todo.
Una reedición que nos permite descubrir, o redescubrir, la etapa irreverente de Almodóvar gracias a una narrativa espontánea, clara, que seguro se podría señalar como la presentación de sus trabajos posteriores en el cine.
Un relato provocador que no ha perdido nada de su fuerza, pero al que resulta muy difícil separar de toda la trayectoria artística de su creador, pues uno se imagina personajes (no cuesta mucho poner cara a casi todas las protagonistas femeninas del libro) que el cine de Almodóvar gestó en esa primera etapa más disparatada y menos dramática.
Por si todo fuese poco tanto el personaje principal -si es que llega a serlo en algún momento, nunca hay que olvidar que la mujer, en este caso cinco, asumirá siempre el rol protagonista en la obra del autor manchego-, Chu Ming Ho, es un fabricante de compresas que busca en un nuevo producto la manera de vengarse del abandono al que le han sometido las últimas mujeres con las que compartió su vida.
Disparatada, irreverente, cómica, desternillante, sorprendente y genial son algunos de los adjetivos que se pueden aplicar al intentar señalar la peculiaridad de un relato que no puede dejar a nadie indiferente. Sí, es cierto que habrá lectores que la puedan tachar de trasnochada, pero opino que, como sucede con el cine de Almodóvar de aquella época, mantiene mucho de su frescura y todo de innovación.

jueves, 9 de mayo de 2013

EXPEDIENTE 64. Jussi Adler-Olsen



Lo mejor que tiene Jussi Adler-Olsen, o mejor dicho sus personajes, Carl Mock, Assad y Rose, es que me han acompañado en mis últimas vacaciones y han hecho mucho más soportables las esperas y los vuelos. Los tres miembros del Departamento Q, cada uno con su particular personalidad, con su manera de enfrentarse tanto a esos crímenes antiguos sin resolver y también, porqué no decirlo, a los problemas del día a día, nos acompañan por los rincones más oscuros del pasado y el presente de Dinamarca.
Con una prosa envolvente, unas descripciones perfectas y el logro de acercar la realidad a la ficción, Adler-Olsen se ha convertido en un referente tanto de la novela policíaca como en esa crítica hacia aspectos oscuros de su país a lo largo del siglo XX.
El autor no se conforma con crear una atmósfera llena de suspense, sino que dota a todos sus personajes, lo mismo da que estos sean principales o secundarios, de una humanidad que los hace fácilmente reconocibles en las más sorprendentes circunstancias. 
Por si todo esto fuese poco consigue, cosa común también en todos sus libros, crear dos mundos dentro de la misma novela, el del pasado y el del presente. Dos mundos que van convergiendo a medida que avanza la historia y que los protagonistas ahondan en los misterios que han quedado ocultos por el paso del tiempo. Y es que Carl, Assad y Rose, desterrados en el sótano de la comisaría, se implican, y logran que también lo haga el lector, en cada uno de los casos que investigan.
Ese pasado, la influencia en el presente, y una descripción realista de la sociedad danesa actual hacen que en todo momento la narración sea creíble, dolorosamente creíble, pues nunca hay que olvidar que estamos hablando de casos dramáticos que quedaron archivados y sin resolver. 
Una novela que envuelve, que atrapa desde el inicio y que logra traspasar la dolorosa barrera de la ficción, ya que una serie de desapariciones de los años ochenta del siglo pasado van mostrando realidades dolorosas donde comprobamos como hay quien sigue asumiendo que hay personas que deben estar por encima de los demás amparados en unos genes superiores.

miércoles, 8 de mayo de 2013

WILT. Tom Sharpe



No recuerdo cómo llegó el libro de Tom Sharpe a mis manos, pero sí cómo logró que mi boca permaneciese abierta durante muchos minutos. En mi cabeza se sumaban imágenes surrealistas en las que Henry Wilt se convertía en un personaje del que no he podido desprenderme con el paso del tiempo.
Y es que, aunque pese a muchos escritores, casi todos los acercamientos literarios al género que podríamos catalogar como "humor inglés corrosivo" al final no sobreviven al tamiz de la comparación con Wilt.
Wilt es divertido, ácido, adictivo, crítico y sugerente. Incluso podríamos decir que tiene mucho de despiadado, de poner a todos los personajes en una situación esperpéntica que lleva a lector desde la risa al asombro, y desde el voyeurismo a la carcajada más sonora.
Pero sin duda alguna lo mejor que ofrece al lector, a parte de la posible explosión a base de risotadas, es un divertimento continuado, una lectura imparable en la que el ritmo frenético de los acompañamientos seduce de tal manera que uno parece estar leyendo casi a la carrera, intentando estar, en todo momento, a la altura de los personajes.
Una historia disparatada no exenta de crítica hacia una sociedad, la inglesa, con más de una cara y en la que en muchas ocasiones la sexualidad se convierte en un tema controvertido. Llena de enredos y giros cada vez más sorprendentes y disparatados, la novela va creciendo a medida que pasan las páginas, llegando a momentos en los que parece que la propia historia va a explotar y se va a llevar consigo al propio lector, momentos en los que se puede apreciar por ese levantamiento exagerado de las cejas y una cara de asombro que incita, o al menos invita, a buscar el libro y comprobar de qué se trata.
Aunque Henry Wilt protagonizará otras novelas también divertidas y en las que cualquier lector va a sentirse a gusto, es en esta en la que se alcanza el nivel más destacado y en la que el humor salvaje, y a veces cruel, deja huella en todo aquel que se deje seducir por los avatares de la propia historia.

martes, 7 de mayo de 2013

PEORES MANERAS DE MORIR. Francisco González Ledesma



Conocí a Francisco González Ledesma, sin saberlo, escondido en muchas de las novelas que, de adolescente, venían a mi casa con frecuencia. Aquel Silver Kane que, con Mallorquí y Lafuente Estefanía, me sumergieron en el Oeste que tantos sueños había ido creando el cine de los domingos.
Y resulta que pasando los años descubro que uno de los personajes más carismáticos, entrañables y, sin duda alguna, irreprochables de la literatura española tenía el mismo origen que muchos de aquellos "vaqueros" solitarios. Hablo, por supuesto, del inspector Méndez, ese personaje enigmático, rechazado por sus jefes, por los jueces, los políticos y algunos de sus compañeros de profesión, pero cercano y accesible para  camareros, prostitutas, marginados y perros abandonados.
Gracias a él recorremos las calles, rincones y muchos de los tugurios de la Barcelona actual (hemos visto con él los cambios producidos en los últimos 30 años en la ciudad), conocemos a sus habitantes, sus problemas y el latido continuo de unas vidas que cambian a medida que lo hacen las páginas del libro.
No voy a negar que Méndez es un personaje al que le tengo un cariño especial y al que siento deseos de gritar para que no vuelva a cometer los errores que le han posicionado como ese policía extraño del departamento (durante el franquismo no era bien vista su humanidad y en la democracia pesa todavía la aureola de las fuerzas del orden de entonces).
González Ledesma maneja la novela con tal maestría que no hay que esperar que la lectura avance un poco para quedarte enganchado de la historia (la mayor parte de los personajes que giran alrededor de Méndez te atrapan con la misma fuerza que lo hace él), para abrir todo lo posible los ojos para no perder detalle. Y es que en la lectura del libro tratas de ver más allá del propio libro, como si tras él estuviesen las calles, los edificios y los habitantes que pueblan la novela. No hace falta conocer la ciudad para descubrir la realidad de todos aquellos lugares en que se mueven dichos personajes.
Es cierto que el tema principal, la trata de blancas por medio de las mafias del Este de Europa, no es nuevo y en los últimos años han sido muchas las novelas que, de una manera u otra, nos han contado, casi con pelos y señales, como actúan en nuestro país. Pero aquí es la destreza del maestro González Ledesma la que nos permite disfrutar de esa ley casi marginal, de esa forma de enfrentarse, y nosotros con él, a cada uno de los sucesos que van generando la historia de la novela.
Solo hay una cosa que no puedo  perdonarle, al menos de momento, al escritor, pero seguro que en un cara a cara nos pondríamos, sin mucha tardanza, de acuerdo en cómo solucionarlo.

lunes, 6 de mayo de 2013

ARMENIA EN PROSA Y EN VERSO. Ósip Mandelstam



Qué mejor manera de volver de vacaciones que hacerlo con uno de los libros que me han acompañado, y de qué manera, durante esos días de descanso. Y como en este mismo blog, además de hablar de los libros que me van resultando interesantes, recomiendo viajar como uno de los placeres que debemos potenciar siempre que nos sea posible, mal haría sino lo ejerciese yo mismo.
Lo que está claro es que tras recorrer buena parte de la geografía de Armenia lo lógico era tener a mano una lectura que me permitiese ahondar más en el pequeño país del Caúcaso. Profundizar en su historia, sus costumbres, su cultura y su religión a través de alguien que se había sentido subyugado desde el primer momento y que dedicó parte de su prosa y de su verso a reflejar sus experiencias.
Es cierto que han pasado más de ochenta años y que Armenia ha evolucionado, a marchas forzadas los últimos quince años, y ya no es el país que visitó Ósip Mandelstam, pero se mantiene toda su esencia y no hay página que no se muestre tan actual como lo fue cuando él viajó.
No hay duda que tan importantes como los propios textos y versos del escritor es la introducción de Gueorgui Kubatián que nos acerca tanto al contexto ruso en el que se mueve el autor, como en la Armenia que le acoge y le inspira a la hora de escribir. A pesar de su origen ruso sigue viviendo en Yerebán, la capital armenia, y eso le permite conectar plenamente con los textos y autentificar cada uno de los espacios narrativos y geográficos en los que se mueve Mandelstam.
También acertados y tremendamente ilustrativos son las notas de Helena Vidal, quien se hace cargo de la edición y la traducción, pues sitúa en todo momento al lector en el mundo particular del escritor, así como profundiza en toda su trayectoria literaria e investigadora.
Ósip Mandelstam es un escritor y un poeta culto y cultivado, que ofrece una prosa radiante, que no se conforma con narrar una historia, sino que profundiza en ella implicándose desde la primera página. De sus manos no solo conoceremos las ciudades y lugares más emblemáticos de Armenia, sino que nos sumergiremos, sin apenas darnos cuenta, en los pasajes de la historia y la cultura más trascendentes del país.
El autor presta atención a todo lo que se presenta ante él, desde el paisaje, las gentes y los colores, hasta los sonidos, los susurros y los olores. Tanto su prosa como su poesía se hacen partícipes de ello y el lector apenas debe hacer más esfuerzo que leer para que le acunen las aguas del lago Seván o sienta el frío de la nieve del monte Ashtarak. 
Mandelstam es un gran escritor, que maneja a la perfección la palabra y su armonía, que crea una prosa de gran belleza, pero por encima de todo es un perfecto "informador", pues logra transmitir todo lo que se presenta ante él. 
Y la poesía, por su parte, arrastra de tal manera que el lector queda prendado de inmediato tanto de la lírica como de los mensajes y descripciones que esta lleva entre sus versos.
Debo reconocer que la lectura de muchos de sus pasajes han despertado en mi las mismas sensaciones que cuando todos mis sentidos estaban en tierras armenias. Cómo no participar de la misma imagen que el autor describe así: "Tuve la ocasión de observar las nubes rindiendo culto al Ararat. Se movían con el movimiento descendente y ascendente de la nata entrando en un vaso de té dorado y dispersándose en forma de cúmulos tuberculares", cuando se tiene en la mente la misma magen impresa del bíblico monte que acompaña la vida de los habitantes de Yerebán y como yo, como viajero, me siento preso de una atracción de la que no puedo despegarme por mucho esfuerzo que haga.

domingo, 5 de mayo de 2013

¡¡¡¡ ESTAMOS DE VACACIONES!!!! Volvemos el lunes 6 de mayo

MUJER LEYENDO. Utagawa Kuniyoshi.

sábado, 4 de mayo de 2013


¡¡¡¡ ESTAMOS DE VACACIONES!!!! Volvemos el lunes 6 de mayo


RETRATO DE EMILIO ZOLA. Edouard Manet.

miércoles, 1 de mayo de 2013


¡¡¡¡ ESTAMOS DE VACACIONES!!!! Volvemos el lunes 6 de mayo


MUJER LEYENDO. Tamara de Lempicka.