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domingo, 26 de mayo de 2013

EL HUEVO DE ORO. Donna Leon



Guido Brunetti es uno de esos personajes, comisario de Venecia, que has visto crecer y evolucionar, tanto como hombre como policía. Y es que basta que se anuncie un libro nuevo de Donna Leon para que lo coloque el primero en la lista de los que tengo que leer casi de inmediato. Es cierto que con los años me gusta guardarlos como un tesoro y espero a una tarde aburrida o una noche sin sueño para hincarle el diente y sumergirme en su lectura casi de manera compulsiva.
Reconozco que el último de sus libros Las joyas del paraíso aún se mantiene sin tocar en mi biblioteca. Y no es porque La palabra se hizo carne me pareció el más flojo de los escritos por la autora, sino porque no era Brunetti su protagonista. No sé, estaba demasiado predispuesto en su contra, quizá estoy demasiado acostumbrado, o malacostumbrado, a descubrir cómo muchos escritores bajan  de calidad en cuanto abandonan los escenarios y los personajes que dominan.
Pero claro, ahora volvía a ser Brunetti (perdonenmé que repita su nombre, pero es que al hacerlo lo pongo a la misma altura que Carvalho, Wallander, Jaritos, Mock, Méndez, Montalbano, Bevilacqua y todos esos policías que han traspasado las páginas de los libros para convertirse en compañeros de historias humanas y llenas de realidad) y con él Vianello, Pucetti, Rizzardi, Elettra, su esposa Paola, sus hijos, Raffi y Chiara, y todos esos personajes "reales" que pueblan el universo veneciano de Donna Leon. Un universo que nos permite, a poco que prestemos atención a las descripciones que, libro tras libro, nos ofrece la autora, se hace tan presente que casi conocemos la Ciudad de los Canales sin haber estado allí físicamente.
Con grandes dosis de intriga y ese dominio sobre el ser humano (en especial sus bajas pasiones) El huevo de oro vuelve a convertirse en otro relato sobre la sociedad italiana en general, y de la veneciana en particular, una sociedad atrapada entre la crisis, la corrupción, la inmigración y la mafia en todos sus ámbitos. Una sociedad que se va dibujando a medida que la sienten los distintos personajes, que no pierden ocasión para sincerarse y mostrar todos esos males que la aquejan y que hacen aún más difícil la convivencia.
Hay, además, mucho de humanidad, incluso de ternura, no solo en el trato humano (del que destacaría la relación de todos los miembros de la familia Brunetti) de todos aquellos que van apareciendo, sino en cada una de las descripciones que tan bien maneja la escritora. Ese profundizar en cada uno de los personajes que aparecen aunque solo ocupen unas líneas, ese acercamiento a cada uno de los estamentos de la sociedad veneciana, han logrado que, casi sin enterarnos, hayamos conocido todos los ambientes y personajes más o menos sobresalientes de Venecia.
Aunque, sin duda alguna, lo que más destaca de Donna Leon es lograr una novela que invita a ser leída, con un ritmo creciente y una narración fluída, a partir de una trama dura en la que se despliegan todas las argucias que el ser humano es capaz de crear al margen de la ley. Los problemas cotidianos y la corrupción generalizada en todos los ámbitos hacen que Brunetti y su entorno se conviertan en un espíritu crítico de la sociedad italiana y europea.
Una novela que va creciendo según se avanza en la lectura, que parece sencilla e incluso intrascendente en un inicio y que, poco a poco, se va enmarañando hasta convertirse en una historia absorvente y penetrante.

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