QUÉ LEO HOY:

QUÉ LEO HOY: Sugerencias, debate, crítica, opinión...

domingo, 29 de junio de 2014

UN HOMBRE LLAMADO OVE. Fredrick Backman



Las novelas de humor son, junto con las policíacas, las que más satisfacciones me suelen producir. No quiere decir esto que me valga cualquier cosa, que me conforme con una novela en la que unos cuantos "gags" me atrapen y logren que la catologe positivamente. Al contrario, suelo exigir que me entretengan de principio a fin, que logren sacarme la sonrisa a medida que avance la lectura, que identifique las situaciones y, por encima de todo, a los personajes, que deben resultarme sobre todo creíbles.
A pesar de lo mucho que se ha hablado de la novela policíaca escandinava, quizá los nombres más conocidos sean los que menos me han gustado, pero empiezan a llegarnos -seguro que producto del éxito de estos- escritores de novelas de humor sobresalientes. Aunque Jonas Jonasson (El abuelo que saltó por la ventana y se largó) se ha convertido en los últimos años en todo un referente y cuya comparación está abriendo muchas puertas, debo confesar que es Arto Paasilinna el más grande exponente de ese humor del norte todavía por conocer en nuestro país. Delicioso suicidio en grupo, La dulce envenenadora y El mejor amigo del oso son ejemplos perfectos de novelas divertidas, ingeniosas e inteligentes capaces de romper fronteras y de llegar a todo tipo de lectores.
Fredrik Backman ha construido una novela redonda, llena de dosis de humor suficiente como para que la sonrisa, que no abandona el rostro a pesar de los momentos dramáticos que tan bien dibuja, de paso a la carcajada en más de una ocasión. Una novela y un personaje fácilmente identificables, es más que probable que todo lector, al menos así me ha ocurrido a mi, ponga rostro tanto al protagonista principal como a esos secundarios que engrandecen la novela a medida que sus apariciones cobran fuerza. Incluso los escenarios son reconocibles en todo momento aunque les demos un marco mucho más cercano y personal.
Ove es ese vecino cascarrabias que todos tenemos cerca, puntilloso y perenne, que aparece en las situaciones más comprometidas, para nosotros por supuesto, y que logra con enorme frecuencia sacarnos de nuestras casillas. Pero es también ese vecino dispuesto a ayudar, so sí, sin dejar en ningún momento de refunfuñar, de señalar con irritación todo aquello que no está bien.
Una novela de lectura ágil y ocurrente, en la que nada sucede por que sí, y en la que por medio de pequeños retazos vamos completando la biografía del personaje principal y de su esposa (poco importa que está no tenga más voz que la de su memoria). Una novela inteligente y que exige también un esfuerzo para evitar que los más pequeños matices pasen inadvertidos, esos matices que hacen que la novela crezca y sea algo más que un simple entretenimiento.
Sería injusto no mencionar la manera con que el autor logra adentrarnos en un mundo donde las emociones se solapan con frecuencia, donde los sentimientos consiguen que la risa de paso a toda una amalgama de emociones contrapuestas de difícil explicación. Ove se convertirá en un compañero irresistible, que es cierto logrará hacernos reír, pero a veces nos desesperará, para lograr emocionarnos y hacer que traguemos saliva para evitar que los ojos se humedezcan.

martes, 24 de junio de 2014

LA PASIÓN DE ENRIQUE LYNCH. NECROFUCKER. Richard Parra



Todavía me sigo preguntando qué es lo que me llamó la atención del libro para atreverme a leerlo. Puede que influyese más la sencillez de la portada, la total ausencia de señales que indicasen que podía encontrar en sus páginas. Ni siquiera los nombres que conforman los títulos y el autor, indicaban algo que me resultase atrayente. Salvo, claro está, el sello editorial de Demipage, creciendo la incógnita de comprobar el porqué de su elección.
Pero en el momento que comienzo a leer la primera página descubro que la historia me atrapa, queriendo saber más, conocer hasta donde son capaces de llegar sus protagonistas, cómo se van a enfrentar ante los vaivenes políticos, económicos y sociales del Perú del siglo XIX. 
Esta pequeña novela, La pasión de Enrique Lynch, crece en intensidad a medida que se suman los párrafos, esos pequeños capítulos que permiten dar voz a los diferentes personajes que se suman para dibujar, cada vez con mayor y mejor destreza, tanto las acciones como los escenarios que se van recorriendo. ¡Y qué voces las que se van sumando! ¡Qué aportación de un lenguaje al que somos demasiado ajenos los lectores peninsulares! ¡Cómo me suenan expresiones a las escuchadas de niño a los más ancianos!
La novela recupera los espacios y las formas de aquellas novelas de frontera que tanto caracterizaron a las novelas del oeste, cuesta desprenderse de esa aureola norteamericana a la que contribuye el protagonista que da título al texto, pero aún así el lenguaje, los escenarios y ciertos personajes nos asientan en ese Perú lleno de violencia y oportunidades.
Richard Parra construye con habilidad  una parte de la historia con pequeños retazos que se van cosiendo y entrelezando con una facilidad tan magistral que puede que oculte el trabajo del escritor, esas puntadas continuas que impiden que quede cabo suelto y la historia pueda escaparse o despistarse. Hasta tal punto que el lector tiene la necesidad, una vez acabado el relato, de continuar sabiendo qué sucede con ese país, con esa región de la que ha formado parte a través de 72 páginas.
Y es que son muchos los estados de ánimo que se suman a la vez que lo hacen las páginas, desde la indignación y el rechazo, hasta la admiración y el asombro, pasando por un baremo de tonalidades sorprendente dadas las pocas páginas en que se desarrolla la historia.
Pero de inmediato todo se rompe como por arte de magia. Irrumpe Necrofucker con una dureza tal que parece cortar la respiración, con unos giros belicosos, rápidos, como pinceladas que parecen ocultar las siluetas de sus protagonistas. Giros llenos de belleza que evolucionan a medida que se van produciendo, asimilando de inmediato las calles oscuras, violentas y descarnadas de los años ochenta del siglo pasado.
Y de repente te encuentras conversando con sus protagonistas, con esos personajes al filo de la navaja que hacen de su propia supervivencia un juego salvaje al que te involucras sin hacer preguntas.
Claro que hay momentos en que el lenguaje parece construir muros, frases enteras que hay que leer de nuevo para entender, o tratar de entender, su verdadero significado. Se produce un necesario aprendizaje de términos, expresiones y juegos verbales del que quedas prendido apenas han pasado cinco páginas, no se hace necesario acudir a diccionario alguno, serán los propios personajes quienes vayan aclarando las dudas, quienes te presenten sus mundo y su esperanza. 
De inmediato descubres que has dejado a un lado la primera historia, es como si se hubiese producido hace una eternidad, y te centras en los gestos, los rostros, los garitos y las calles por la que deambulan los jóvenes protagonistas. Y empiezas a atesorar su experiencia, ese crecimiento que se va produciendo entre la agonía y la violencia, entre la oscuridad y la sensación de querer gritar a través de sus gargantas.
Una novela resquebrajada desde el inicio, pero que se va reconstruyendo a través de una profundidad, de un juego, a veces demasiado violento, del que no puedes, ni quieres, escapar. Parra recoge de aquí y allá, sin dar demasiada importancia a nada, lo justo para que contestemos a las preguntas que se van produciendo en el presente, señalando el pasado y sin dejar de mirar al futuro.
Cierras el libro y quieres saber más de su autor, del que desconozco todo, rebuscar en su pasado literario para que nada se quede en el limbo de las letras.

miércoles, 18 de junio de 2014

SANSAMBA. Isabel Franc y Susanna Martín



Es posible que conocer la región de Casamance, de donde procede Baala, uno de nuestros protagonistas, haya influido en la forma de leer este cómic. Comprobar como es la realidad de una zona en la que el agua, la luz, las medicinas y la mayor parte de las necesidades básicas que a nosotros se nos antojan imprescindibles, no solo hace que te plantees tu propia forma de vida, sino que descubres el porqué de esa "huida" hacia Europa de muchos de sus africanos.
La experiencia de Alicia (Susana Martín) nos ofrece una historia necesaria para los tiempos que corren, para comprender la situación de aquellos que dejaron todo, pero todo de verdad, para aventurarse en un espacio totalmente desconocido y lograr así salir adelante y, a ser posible, ayudar a los que dejaron atrás, a sobrevivir. Una historia acertada en los diálogos, precisa en las descripciones y que gracias a la maestría de Isabel Franc vislumbramos como si estuviese sucediendo, como así es, delante de nuestras narices.
Por supuesto que estamos ante un libro que describe un problema social del que formamos parte, pero el reflejarlo por medio de esta novela gráfica consigue que nos sintamos protagonistas, que observemos el problema casi en primera persona aunque no sean nuestras carnes las que reciban los golpes.
Soy consciente de la dificultad que existe a la hora de comentar un cómic, una novela gráfica o un libro en el que la imagen, si no más, es igual de importante que el texto, un libro en el que dichas imágenes no son un mero acompañamiento a las palabras. Pero también que los trazos de Isabel, basta comprobar los gestos de Baala y Alicia en la portada, son tan elocuentes que logran transmitir el estado de ánimo del lector, de conseguir que pasemos de la tristeza a la euforia, y al contrario, en apenas un par de páginas.
Todo el libro es un regalo para el alma, pero hay escenas que quedan marcadas, no son duras ni dramáticas, al contrario, su sencillez, lo que se expresa más allá de las palabras, e incluso de las imágenes, te obligan a enmarcarlas y tenerlas colgadas en las paredes de tu mente para que en ningún momento se te olvide la situación que ha logrado generarlas.
Es posible que muchos ni siquiera presten a un libro de este tipo, pero está claro que quienes se sientan traídos por él van a encontrar muchas de las respuestas a sus preguntas, invitándoles a la reflexión y proporcionando un arma para enfrentarse a una de las peores lacras de  nuestra sociedad, la indiferencia a los que consideramos diferentes.
Los capítulos 6 y 7, esos "apuntes" tan magníficamente llevados al papel, no solo autentifican la historia que estamos leyendo y viviendo, sino que consiguen que abandonemos la ensoñación, si esta se ha producido en algún momento, para poner los pies en el suelo y descubrir ese otro mundo del que desconocemos casi todo.
Un soberbio trabajo que conjuga todos los valores de una novela gráfica, que hace que el lector se incapaz de abandonarla hasta ver cómo suceden los acontecimientos. Atrapa y obliga a contener la respiración sin estridencia, señalando paso a paso los caminos de una epopeya personal que, por desgracia, es demasiado frecuente en nuestro entorno.
¡Enhorabuena a la autoras por compartir una experiencia dotándola de una ternura y una emoción que impregna al lector de principio a fin!

miércoles, 11 de junio de 2014

ANIQUILACIÓN. Jeff VanderMeer



Hay libros que te dejan una sensación tan extraña que necesitas espaciar el tiempo para intentar asimilar lo que ha supuesto su lectura. Libros que te atrapan de tal manera que resulta inexplicable incluso tratar de explicar lo que te pasa por la cabeza una vez cerrados.
No hay duda que Aniquilación es una de esas lecturas, ya que crea en ti el suficiente desasosiego, incluso vacío, que parece trasladarte al espacio físico y mental en el que se mueven sus protagonistas.
Quizá lo más curioso de todo es la manera que tiene Jeff VanderMeer de introducirte en la novela. No necesita grandes descripciones, ni de los escenarios ni de los personajes, ni siquiera amplios párrafos para que te veas envuelto en la atmósfera que respira el libro. Incluso las protagonistas resultan tan anónimas como el desconocimiento de sus nombres, serán sus profesiones las que traten de ponernos en situación para que seamos nosotros mismos los que evaluemos tanto su físico como su estado mental. Por no existir, salvo leves pinceladas, no existe siquiera una descripción pormenorizada del Área X en la que se mueven las protagonistas, de hecho será muy avanzada la novela (la primera parte de la Trilogía Southern Reach) cuando recibamos información sobre el escenario natural en que se mueve una de las mujeres que protagonizan la novela.
Pero de inmediato, desde la primera página, en nuestra mente, en nuestra imaginación, empiezan a bullir imágenes, a dibujarse los escenarios, los rostros, las armas, los espacios a los que parece no prestarles la mínima atención el escritor. Pero están ahí, y somos los lectores los que vamos señalando, a medida que avanzamos en la lectura, que movimientos, que escenas se van superponiendo.
En poco más de doscientas páginas Jeff VanderMeer logra ponernos nerviosos, al límite de nuestras fuerzas mentales, como si fuésemos miembros de la expedición que trata de sonsacarle el misterio al Área X. De inmediato nos sumimos en la confusión, en esa atmósfera agobiante que se va generando alrededor de las cuatro protagonistas y que hace que la confusión se adueñe de ellas. Y claro, de nosotros, que sentimos como nuestra respiración se agita, de que estamos a punto de gritar para pedir ese tiempo muerto que nos tranquilice.
y sin embargo somos incapaces de parar, de dejar el libro de lado y descansar, queremos seguir leyendo, comprobar hasta dónde somos capaces de llegar para descubrir ese misterio que envuelve el pasado y el presente del Área X.
Una novela que consigue, como muy pocas lo hacen, que formemos parte de una atmósfera opresiva, que dejemos a un lado lo que sucede en las mentes de las protagonistas, para observar que es lo que nos está pasando a nosotros. Y, por encima de todo, vuelve a dar una valor impagable a nuestra imaginación, a descubrir que somos nosotros los que vamos formalizando el espacio físico en el que se mueven las anónimas mujeres que tratan de buscar explicaciones dónde todo son incógnitas.