A medida que vas cumpliendo años coger la bici con mal tiempo se hace más cuesta arriba. Es como si estuviese esperando el momento idóneo para subirme sobre las dos ruedas y pedalear intentando recuperar los días perdidos.
Creo recordar que han sido cuatro las bicis que me han acompañado a lo largo de mi vida. Bicis de recreo, de deporte, de montaña y de paseo que me sirvieron para avanzar y desplazarme durante muchos años en los que el coche no me apetecía lo más mínimo. La quinta ha llegado este mismo año en forma de regalo de Reyes, pero, este tiempo invernal apenas sí me ha dejado sentarme sobre ella un par de veces.
Así que la mejor manera de usar este medio de transporte, al menos mientras mejoran las temperaturas, es por medio del libro de relatos que la Editorial Demipage ha sacado a la calle estos días, Diez bicicletas para treinta sonámbulos, con motivo de su décimo aniversario. Hay que tener presente que el logotipo de la editorial es una bicicleta.
Treinta, o treinta y uno, según se mire, son los autores invitados a usar la bicicleta como excusa para narrarnos una historia. A los que habría que sumar, además, el prólogo de Eloy Tizón que, al fin y al cabo, también nos cuenta una historia bien rodada.
Luis Landero, Antonio Muñoz Molina, José Ovejero, Andrés Neuman, José María Merino, Antonio Orejudo y otros tantos narradores más nos llevan por sus propios universos literarios. Universos en los que las dos ruedas nos hacen más fácil el camino o simplemente asoman de soslayo como interpretando una simple mirada o un sencillo instante que queda atrapado en las palabras.
Hay bicicletas laborales, bicicletas recreativas, ruedines e incluso un Bicicielo, ruedas dialogantes, famosas y cinematográficas. Treinta relatos que nos permiten disfrutar de historias muy bien escritas que transitan por nuestra mente más allá de lo que nos dura su lectura.
Un buen ejercicio para esperar a esos días en los que el agua no se convierta en el enemigo que es tanto para el libro como para la bicicleta. Nunca he probado a leer llevando la bicicleta, al menos cuando esta está en movimiento, pero puedo asegurar que muchos de estos relatos me han llevado más lejos de lo que, a estas alturas, me suele llevar una bicicleta.
La verdad es que la bicicleta es un tema sugerente; y la nómina de estos relatos lo enaltece; recuerdo un libro de Antón Castro, "el paseo en bicicleta", con varias composiciones, medio poemas en prosa, medio composiciones líricas, con numerosas alusiones a ciclistas famosos, poetas, actores o personajes como Jaques Tatí o Marie Curie. Una delicia. LUIS NUEVOS RUMBOS
ResponderEliminarNo he hablado de ninguno de los relatos, pero puedo asegurar que algunos merecen la pena casi que se muestren por separado. Imaginación y buena literatura se han acercado, como bien dices, a las bicicletas contando gestas (debo reconocer que, a pesar de los problemas del dopaje, soy un apasionado del ciclismo), emsoñaciones o la simple compañía que permite desplazarse.
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