Decididamente hay portadas cuyo diseño hace muy poco favor a la novela, a no ser que su intención sea pretender vender, de manera equivocada, a un público que no buscaría nunca el libro. No hay duda que Detective íntimo es una de ellas, de hecho si no fuera por el nombre de su autor, es más que probable que nunca hubiese pretendido leerlo.
Y si a la portada acompaña un título extraño, a nadie se le escapa que la palabra íntimo invoca más a la literatura pseudoerótica que en los últimos años ha proliferado como las setas en un otoño lluvioso, cuesta mucho explicar su elección.
Pero gracias a sus libros juveniles La magia más poderosa, Ulrico y la llave de oro, El palacio de las cien puertas de lecturas para todas las edades, junto a aquellos que acercaban a los más jóvenes al mundo de las ciencias: Malditas matemáticas, Alicia en el país de los números; Calvina y Nunca más, Carlo Frabetti ocupa un espacio destacado entre los autores del género infantil y juvenil.
Eso sí, desde el primer momento, casi desde la primera página, el lector se percata de que se encuentra ante algo diferente, ante una historia narrada de manera distinta, en un juego del que no se puede escapar hasta que la lectura ha puesto fin a las poco más de doscientas sesenta páginas.
Carlo Frabetti, italiano asentado en nuestro país y escritor en castellano, maneja en todo momento el ritmo de la novela, dominando sobremanera el diálogo, hasta tal punto que el lector parece participar de este desde varios puntos de vista. A esto, no hay duda, ayuda la perfecta construcción de los personajes a los que, con breves pinceladas, dibuja desde los gestos que los caracterizan hasta el estado psicológico que les traslada hasta el despacho del Detective íntimo.
Estamos ante un libro que desborda inteligencia, desde la elaboración del personaje principal, hasta que no asimilamos completamente que es íntimo y no privado (su trabajo como detective) parece que las demás cuestiones pasan a segundo plano. aunque, eso sí, volverán a aparecer cuando menos no lo esperamos. Pero como decía, Detective íntimo es un libro inteligente, desde el uso del lenguaje, la construcción de la trama y su desarrollo, hasta el juego al que invita tanto a lector como a los diferentes personajes que se van asomando por las páginas del libro.
Un libro que se deja saborear, cuya lectura hay que frenar para que esta se produzca en una sola sesión (es un libro que se puede leer de una sentada, pero entonces se desperdician la mayor parte de sus valores), y hay que leer con tranquilidad, disfrutando de su humor, de sus referencias literarias y filosóficas y prestando toda la atención a cada uno de los instantes que, con precisión, relata su protagonista.
Eso sí, desde el primer momento, casi desde la primera página, el lector se percata de que se encuentra ante algo diferente, ante una historia narrada de manera distinta, en un juego del que no se puede escapar hasta que la lectura ha puesto fin a las poco más de doscientas sesenta páginas.
Carlo Frabetti, italiano asentado en nuestro país y escritor en castellano, maneja en todo momento el ritmo de la novela, dominando sobremanera el diálogo, hasta tal punto que el lector parece participar de este desde varios puntos de vista. A esto, no hay duda, ayuda la perfecta construcción de los personajes a los que, con breves pinceladas, dibuja desde los gestos que los caracterizan hasta el estado psicológico que les traslada hasta el despacho del Detective íntimo.
Estamos ante un libro que desborda inteligencia, desde la elaboración del personaje principal, hasta que no asimilamos completamente que es íntimo y no privado (su trabajo como detective) parece que las demás cuestiones pasan a segundo plano. aunque, eso sí, volverán a aparecer cuando menos no lo esperamos. Pero como decía, Detective íntimo es un libro inteligente, desde el uso del lenguaje, la construcción de la trama y su desarrollo, hasta el juego al que invita tanto a lector como a los diferentes personajes que se van asomando por las páginas del libro.
Un libro que se deja saborear, cuya lectura hay que frenar para que esta se produzca en una sola sesión (es un libro que se puede leer de una sentada, pero entonces se desperdician la mayor parte de sus valores), y hay que leer con tranquilidad, disfrutando de su humor, de sus referencias literarias y filosóficas y prestando toda la atención a cada uno de los instantes que, con precisión, relata su protagonista.
No lo veo claro. Tiene un punto raro que por un lado me atrae, pero por otro no tanto. Aunque si cae en mis manos seguro que lo leo. Un saludo
ResponderEliminarEs esa dualidad atracción-rechazo la que le aporta a la novela un punto especial. Además de acercarnos a mundos literarios que abren muchas puertas.
ResponderEliminarGracias, César. Es muy gratificante que alguien elija el libro, no por la sugerente portada, sino a pesar de ella.
ResponderEliminarGracias a ti por regalarnos lecturas tan interesantes.
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