A nadie se le escapa que estamos en unos momentos en los que el erotismo, o al menos algunas de sus vertientes, están de moda en la literatura. Así que la portada y el título de este libro puede que lleven a engaño y algunos lectores acudan a él por equivocación.
Bendita equivocación, pues tendrán entonces la suerte de acceder a una literatura de larga tradición en el mundo anglosajón, y que nosotros conocemos como "humor inglés"; una narrativa ácida, irónica, en la que los dobles sentidos son capaces de abrir muchas puertas, incluso la de la imaginación. Si buscan lo otro mejor aparquen la gran cantidad de novedades que están apareciendo tras la estela de Grey y rebusquen a Henry Miller, D.H. Lawrence o Dominique Aury (es un consejo de lector y de profesional), aunque si lo otro les divierte, estupendo.
Bueno, a lo que íbamos, Alan Bennett nos regala dos relatos demoledores, en los que sí encontramos algo de "voyeurismo", en los que se nos invita a mirar las cosas desde un punto de vista contrario a lo común. O mejor dicho, cómo alguien puede dar la vuelta de inmediato a su forma de vida y abandonar la monotonía a la que está acostumbrado.
Claro que hay sexo, y deseo, y placer, porque el autor nos incita a mirar a través de ese ojo de cerradura que oculta las pasiones, pero a la vez nos invita a reírnos de las convenciones sociales, de esos puntos de vista que nos hacen, en muchas ocasiones, caer en el más espantoso de los ridículos. Nos permite ver esas vidas secretas que todos tenemos y que tienen, sin lugar a dudas, muchas sorpresas.
Dos relatos inteligentes, ajenos a la vulgaridad y en los que el humor nace de las situaciones, no de los personajes, ni de sus defectos. Situaciones dispares y ocurrentes en los que podemos encontrar, y encontramos, de todo, pues en todo momento somos conscientes de que puede suceder cualquier cosa.
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