Hasta hace pocos años muy raros eran los autores españoles que llegaban al cine extranjero. Prácticamente se contaban con los dedos de la mano quienes vieron cómo sus novelas servían de inspiración al cine de Hollywood. Pero poco a poco encontramos a novelistas del nuestro que venden los derechos de sus obras para ser llevados al cine; otra cosa son los resultados finales.
Pero quizá es todavía más llamativo que un autor, autora en este caso, lo logre sin la prueba física del libro. Esto es lo que ha sucedido con Dolores Redondo, que antes de sacar "El guardián invisible" al mercado ya había encontrado comprador de su novela.
Redondo nos ofrece una novela de intriga al más puro estilo cinematográfico, o televisivo, con la aparición de varios cadáveres y un posible asesino en serie y, lo que es más importante, con una protagonista, la inspectora de homicidios de la Policía Foral Amaia Salazar, llena de fuerza y tesón.
A través de más de cuatrocientas páginas la inspectora nos dibujará perfectamente los escenarios en los que se mueve, que además pertenecen a los de su infancia, recorriendo con ella espacios físicos reconocibles (a mi me sobran nos nombres de las calles) y que, por qué no, seguro que podrían permitir un futuro diseño turístico. Y logra, además, construir el pasado familiar y el retrato psicológico de todos aquellos que forman parte de la trama. Una trama directa y fresca, que atrapa al lector desde el inicio y que va creciendo a medida que se producen los diferentes sucesos.
Aunque, por qué no decirlo, lo que más llama la atención de la novela y, por lo tanto, la hace diferente, es ese componente mitológico que penetra en la tierra y nos acerca al mundo mágico de las tradiciones ancestrales del entorno navarro y vasco. Ese halo de misterio que envuelve al pasado de la misma tierra, de Elizondo y los bosques que lo rodean.
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