Hay libros que caen en tus manos sin saber porqué. Algo así me pasó con Unos días para recordar. La portada del libro no tiene nada que me resulte atractiva, nadie me había hablado de él, desconocía casi todo se su autora (rebuscando he descubierto que escribió también Tardes con Margueritte) y, por si fuera poco, la molesta faja que los editores siguen empeñados en colocar, me impedía leer que había sido "Premio de los lectores de L'Express". Pero el caso es que llegó a mis manos y apenas había leído dos párrafos sabía que me iba a gustar.
De manera sencilla el narrador, que no es otro que Jean-Pierre Fabre, el protagonista, nos introduce en un mundo propio en el que los personajes se van despejando a medida que son recordados o vividos. Pasado y presente se dan la mano para dibujarnos la figura de un personaje que llega a ser entrañable e incluso tierno, a pesar de que en él parecen existir todos los síntomas de ese vecino cascarrabias y malhumorado que apenas sí se habla con más de una persona.
Será la manera de expresarse de Jean-Pierre, la forma de describirnos cada uno de esos pequeños retazos en que subdivide el libro (sin necesidad de enumeración sofocante), lo que confiere al libro una característica peculiar, un humor que parece no serlo.
Puede que el secreto radique en que la escritora parece no tener nada que demostrar, que no hay necesidad de recurrir a giros complejos, a explicaciones enrevesadas. Lo que sucede y ha sucedido es muy fácil de entender porque sencillas son las explicaciones.
Una lectura agradable, satisfactoria, que logra en bastantes pasajes que una sonrisa se dibuje en tu cara, con momentos memorables que no puedes evitar relatar, o leer, a quien tienes a tu lado. Por si todo esto fuese poco, muchos de los sucesos cobran vida delante de nosotros, permitiendo imaginar no solo la escena, sino también todas aquellas personas que aparecen. Posee, además, una cualidad que solo logran los grandes escritores, hacer creer que la escritura es sencilla; lo logra expresando todo con muy pocas palabras, las justas y nada más.
Una verdadera delicia y que debería recomendarse casi a escondidas, pues es mejor no explicar de qué va, pues por mucho que se adorne, difícilmente resultaría atractiva.
Acabo de encontrarme por casualidad con tu blog y estoy curioseando un poco tus reseñas. Apunto esta novela en mi lista porque creo que puede gustarme. Saludos
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