Cuando este libro llegó a las librerías Mario Vargas Llosa ya tenía un nombre y estaba considerado como uno de los escritores más destacados de lengua castellana. Obras como La ciudad y los perros, Conversación en la Catedral o Pantaleón y las visitadoras le habían convertido en un autor seguido por millones de lectores.
Debo reconocer que este último terminó por engancharme a su lectura, a pesar de que llegó a mis manos ajado por el paso de los años y las manos sobre él. Así que no dudé en leer, también con avidez Lituma en los Andes, el que fuera Premio Planeta de 1993, y todos aquellos títulos que iba encontrando. Pero claro, siempre que uno se engancha a un autor corre el peligro de saciarse, y cambiar, si no de parecer, sí de ganas de repetir en un tiempo.
Y si encima te topas con una lectura menos gratificante que las otras, o al menos que rompa el hechizo existente hasta ese momento, pues está claro que algo pasa. Sí, Los cuadernos de Don Rigoberto me defraudaron y perdí cierto interés por la prosa de Vargas Llosa.
Así que resulta comprensible que La Fiesta del Chivo permaneciese en mi mesilla seis meses sin abrirse, seis meses en los que las críticas favorables se iban sumando y sonaban ya las voces que lo nombraban "el mejor libro del siglo XX" (no recuerdo si en nuestra lengua o en todas).
No quedaba más remedio que leerlo, que recuperar la confianza en el escritor y sumergirme en la vida de ese general Trujillo que llenaba páginas y páginas de comentarios favorables.
Desde que abrí el libro y comencé la lectura, descubrí el error de mi obstinación y cómo estaba ante uno de los libros más destacados del autor, que venía a recuperar el prosista que me había atraído como lector. Una novela inclasificable, pues en sus páginas hay misterio, aventuras, psicología de los personajes, historia, y un sinfín de géneros que la autentifica.
Con un lenguaje claro, unos personajes dotados de la suficiente fuerza como para ser capaces de llevar el peso de la historia, la mezcla de tiempos y voces y, por encima de todo, una trama perfectamente construida La fiesta del Chivo se ha convertido en uno de los títulos más sobresalientes del autor.
Por si todo lo anterior fuese poco, el debate entre ficción y realidad, ha seguido manteniendo vivo el libro en estos trece años. De vez en cuando se vuelven a alzar voces que así lo demuestran, olvidando que estamos ante una novela de creación, una novela histórica, que combina personajes reales y ficción, nacida de la mente de un Premio Nobel con mayúsculas.
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