Qué mejor manera de celebrar el Día Mundial de la Poesía que hacerlo con un poemario de raza, de voz valiente y joven. No importa que su autor tenga 30 años, sino que su verso sea fresco, arriesgado, que juegue con las palabras y se atreva a alejarse de los cánones.
Cuando leí Epilírica me sorprendió su insultante atrevimiento, su descaro a la hora de construir los poemas, pero también su valentía para romper roles, para aventurarse en espacios apenas pisados, para no tener en cuenta alguna esa escritura academicista acomodada y repetitiva.
Ahora Estado de emergencia ha obtenido el "IX Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez" por ser una propuesta valiente y actual, según el portavoz del jurado.
Sí, Guillermo sigue siendo valiente, arriesgado, pero parece aparcar parte de ese "gamberrismo poético", algo así alguien dijo de su primer libro de poemas, para tomar partido y enfrentarnos a los lectores a su visión de nuestro miedos actuales.
Claro que domina el lenguaje, incluso el poético (habría que repasar si muchos que presumen, o son considerados, poetas pueden decir lo mismo), pero es que además se permite el lujo de jugar con él, de dotarle de una vida más allá del significado de sus palabras.
Sigue siendo iconoclasta, pero asoma en su poesía un mayor sosiego (que no borra ninguna de sus características anteriores), pues no tiene que demostrar ya nada. Se nota, y mucho, que ya no estamos ante un poemario primerizo; su verso sigue salvaje, pero se ha apartado ya del desenfreno que asoma por todos los rincones de su Epilírica.
¿Poesía madura? No, y es de agradecer, pues seguro que cuando llegue arrastrará algunas de las cosas que más valoramos ahora. Eso sí, hay una evolución que, al menos de momento, no es traumática.
Aunque no le perdono que:
El mundo se divide en dos:
Dentro de cien años
El mundo se divide en dos:
Los que llevan gafas y los que son calvos
Todos sabemos que el poder estuvo siempre con los calvos
No hace falta que recuerde las miles de humillaciones
Los insultos las vejaciones las canículas
Que hemos sufrido por su culpa
Y ya es hora de ser valiente:
¿Hasta cuándo vamos a soportar que llenen nuestras calles
Con sus innumerables peluquerías y sus centros de depilación por láser?
¿A dónde va a parar todo ese pelamen?
¿Alguien ha visto un cementerio para calvos?
A mí también me gustaría no tener miedo
Cada vez que mis hijos salen a jugar a la calle
A mi también me gustaría saber que mi niña
Va a mantener su floresta más íntima
Me gustaría creer que España puede renacer de su desmoche
Todavía podemos
Cambiar el rumbo de la historia
Tres siglos de pelucas nos contemplan
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