Hay lecturas que representan un antes y un después, lecturas significativas que dejan huella y que te suelen acompañar siempre. Una de esas lecturas es, sin duda, El Alquimista de Paulo Coelho, una lectura que no pierde vigencia con el paso de los años, y que sirve de punto de referencia para muchas otras lecturas que parecen acercarse de una u otra manera. Por desgracia muchas de ellas se difuminan con el paso del tiempo, lo que significa, no hay duda, que no están a la misma altura que la mencionada.
Con El alma del mundo se corre ese peligro, el de intentar catalogarla buscando ese exigente punto de partida. Pero lo que nadie puede negar es que Lenoir es un experto en filosofía e historia de las religiones y un gran comunicador.
Fruto de esos conocimientos y con una amplia trayectoria como narrador ha creado una novela que trata de convertirse en un compendio de la sabiduría humana. Y lo hace de la mejor manera posible, de manera sencilla, sin mayor pretensión que la de crear una historia que se asemeja mucho a la manera de narrar de los cuentos.
Eso es, junto con los temas que toca, lo que más destaca del libro, la facilidad de leerse, de parecer que tenemos ante nuestras manos un cuento en el que todo pasa con naturalidad y descrito de una manera ágil y cómoda.
Y no es porque los temas que sirven de pilares para la narración sean simples, todo lo contrario, los siete sabios (o mejor ocho) reunidos en un monasterio se enfrentarán a las siete claves fundamentales de la sabiduría humana: el sentido de la vida, el cuerpo y el alma, la verdadera libertad, el amor, las cualidades que debemos cultivar y los venenos que debemos desechar, el arte de vivir y la aceptación de lo que se es. Cada una de esas siete claves dará titulo a un capítulo en el que se unificarán criterios que aunarán a sabios y religiones.
Sí, hay quien dirá que todo son estereotipos, que no aporta nada nuevo. Y puede que tenga razón, que Lenoir no aporte su propia "filosofía", pero es que el libro no trata nada más que de mostrar un camino simple, cercano y esperanzador (siempre desde un punto de vista espiritual) para vivir hoy en día.
Puede que este "cuento iniciático" no tenga la vigencia necesaria como para catalogarlo todavía, pero lo que está claro es que su lectura aportará unos momentos de paz, de reflexión y, porqué no, de entretenimiento. Una historia simple, sencilla, que abre la puerta a otras muchas historias y que deja un muy buen sabor de boca al cerrar sus páginas.
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