Tres años son muchos para un libro sin leer. Tres años del último viaje a Lisboa y del olvido de uno de los libros que iban a acompañarme. Así que se fue quedando relegado a la espera de una mejor ocasión.
Y esta ocasión ha llegado ahora, con esos primeros calores nocturnos que piden una buena lectura para suavizar las temperaturas.
Lo primero que hay que decir de Solo una muerte en Lisboa (ahora el título hay que escribirlo sin la tilde que muestra la portada) es que no es una novela de intriga al uso -pertenece a la colección de Serie Negra de la editorial RBA- pues carece del ritmo frenético que atrapa al lector desde la primera página y exige un poquito de esfuerzo al principio.
Un esfuerzo que se verá recompensado inmediatamente por la manera que Wilson tiene de narrar, de contarnos una historia dual que nos va seduciendo lentamente. Serán esas dos historias diferentes, situadas ambas en Lisboa pero en épocas diferentes, las que nos irán atrapando de diferente manera (seguro que hay quien prefiere la Lisboa de 1941 y quien la de 1990).
No solo las dos cuentan historias y protagonistas diferentes, pues mientras la primera nos sitúa en la Lisboa de la Segunda Guerra Mundial, una ciudad de refugiados, por medio de Klaus Felsen, un oficial de la SS que pretende acercarse al contrabando de Wolframio para su causa; la segunda nos presenta al inspector Zé Coelho y una investigación de asesinato.
Aunque quizá, aparte de los personajes y las épocas, lo que más diferencia ambas historias sea el hecho de que la primera será narrada por una tercera persona, mientras que en la segunda será el propio inspector el que ejerza de narrador.
Con capítulos extensos que permiten centrarte en el momento en que sucede esa parte de la historia, Wilson logra una perfecta recreación de ambientes, lugares y gentes, haciendo un perfecto recorrido histórico por el país. Todo es tan real que por momentos el lector es consciente de que está leyendo dos historias diferentes, al contrario que la mayor parte de las novelas de intriga en las que casi de inmediato ambas historias confluyen.
Una novela realmente bien creada y trabajada, donde ningún cabo está suelto y a cada descubrimiento se suma un nuevo interrogante que hace que le lectura se haga más intensa y envolvente. Para leer con paciencia, pero sin descanso, una novela fresca y atractiva que deja en el lector un sabor de boca a buena literatura policíaca.
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