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martes, 18 de junio de 2013

KAROO. Steve Tesich



Hay libros que, sin saber porqué, se convierten de inmediato, una vez que acabas de leerlos, en una parte de ti. Hay otros que son un verdadero descubrimiento, libros de los que no sabías nada y, también sin saber porqué, se convierten en una lectura que te marca y se convierten, con el paso del tiempo, en esas novelas a las que el recuerdo te brinda una mueca de placer.
Karoo posee las dos cualidades, aunque acabo de terminarla y aún no puedo afirmar que haya pasado el tiempo recomendable para que la memoria lo catalogue como un recuerdo placentero. Pero lo cierto es que he disfrutado de su lectura, de su sana complejidad a ratos y de su ritmo endiablado, incluso en esos momentos en los que da la sensación de que apenas pasa nada.
Sí, claro que estamos ante una novela llena de humor, desternillante y salvaje, irónica y malévola en muchas ocasiones, una novela en la que Saúl Karoo, su protagonista, se convierte en ese ser detestable del que no te puedes separar ni un segundo, no digo que le coges cariño, pero llega un momento en que todo lo que hace te parece normal.
Considerada como una obra maestra dentro de la literatura americana (como siempre no me leí nada sobre ella hasta terminarla para evitar predisponerme), han tenido que pasar quince años para que llegara a nuestro país, para que descubriéramos una novela de las que llaman la atención, de la que pasas del asombro a la carcajada en apenas una línea y de las que te hacen dudar de tu capacidad de reacción.
Con Karoo me pasa como con Ignatius Reilly, el protagonista de La conjura de los necios de Kennedy Toole, que, salvando las distancias, que son muchas, me repele por su forma de ser y los actos que ella empuja, pero no puedo evitar sentir hacia él cierto aprecio.
Una novela divertida, salvaje, irreverente en muchas ocasiones, que no deja indiferente a nadie, que cautiva por la forma casi cinematográfica de narrar que tiene su autor, pero que muestra, también con dureza, el significado de la soledad y la manera que tiene el ser humano de intentar llenarla.


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