Hace seis años -iba a poner tres, pero está visto el tiempo vuela sin que apenas nos percatemos-, las librerías se llenaron de decenas y decenas de libros que nos acercaban, con múltiples matices, a la I Guerra Mundial. Un conflicto menos conocido que la que se desarrolló posteriormente entre 1939-1945 y de la cual parecíamos tener demasiadas heridas en Europa. No sabría decir si muchas de esas heridas cicatrizaron o, al menos, encontraron manera de supurar menos, pero es cierto que muchos llenamos muchas de las lagunas que sobre aquellos terribles años teníamos en nuestra mente. Investigaciones, ensayos e incluso novelas ofrecieron diferentes perfiles de la llamada Gran Guerra que se desarrolló en Europa, principalmente, entre el 28 de julio de 1914 y el 11 de noviembre de 1918.
Poco a poco fueron espaciándose las publicaciones dando paso a nuevas celebraciones que recordaban los acontecimientos de la segunda década del siglo XX. Aún así el inesperado interés por la I Guerra Mundial ha permitido que siguiesen apareciendo trabajos que en nuestro país permanecían inéditos, tanto de creación como de investigación, con acontecimientos situados alrededor del acontecimiento bélico.
Dados los antecedentes de Éric Vuillard y su atenta mirada a los distintos conflictos en la historia de Europa, a nadie le extrañó que pusiese sus ojos en La batalla de Occidente y reflejara, a su manera, el conflicto que acabó con la vida de más de 20 millones de personas entre combatientes, población civil y quienes perdieron la vida por culpa del hambre posterior.
No puedo presumir de ser quien descubrió a Vuillard en España, al contrario, la recomendación continuada de muchos de mis lectores de El orden del día me hizo acercarme a sus páginas y descubrir un escritor diferente. Un escritor que no necesitaba un gran tratado para narrar, de una manera distinta y atractiva, momentos puntuales de la historia. A través de poco más de 140 páginas acercó al lector al ascenso de Hitler al poder por medio de pequeños detalles que con una inusitada sencillez, al menos eso le parece al lector que no se preocupa de la profunda y completa documentación necesaria para hacerlo, logra que este visualice tanto el momento histórico como los pasos dados para obtener el resultado final.
El éxito arrollador, venía avalado por el Premio Goncourt 2017, que supuso en nuestro país nos permitió la edición de 14 de julio, un libro en el que narraba, con una pasión desbordante, el día en que se produjo la toma de la Bastilla. Con una precisión milimétrica y con una narración casi cinematográfica el lector acompañaba a los sublevados y sentía en primera persona los que sucedía en Francia.
Y, como no podía ser de otra manera, Tusquets recupera ahora la obra de Vuillard La batalla de Occidente, acercándonos al conflicto de la Gran Guerra. En esta ocasión el protagonista es sustituido por lo colectivo y por ciertos personajes que se convierten en el hilo argumental en cada uno de los 13 capítulos que conforman el libro. Cada apunte se convierte en una pincelada particular cuya lectura conjunta permite al lector no solo situarse en la generalidad del conflicto, sino hacerse una idea perfecta del porqué sucedieron muchas cosas difícilmente explicables de otra manera.
Vuillard maneja sobremanera ese tipo de narración que parece te cuenta cosas sin importancia, como si estuviese fabulando sobre algo, recuerda a aquel profesor que te enseñaba como sin pretenderlo, como si cada case, en este caso cada capítulo, fuese una confidencia que habría que comentar en voz baja. Y es que el autor parece susurrarte en todo momento, adquiriendo una fuerza impresionante si el texto se lee en voz alta, como si su escritura fuese más adecuada para ser escuchada que para ser leída.
Porque los textos, los libros de Éric Vuillard hay que leerlos con detenimiento, con mimo, saboreando cada frase y cada párrafo como si en cada uno de ellos estuviese la clave de entender el siguiente. El escritor francés es, sin lugar a dudas, uno de los mejores representantes actuales de esa narrativa a caballo entre la realidad y la ficción; no es un historiador, pero compone sus textos con hechos, personajes y acontecimientos históricos. No se conforma con mostrar una idea que nos traslade a unos hechos concretos, expresa esa idea y la desarrolla para que seamos capaces de imaginar e interpretar los distintos acontecimientos. Sin duda alguna una lectura que abre la mente e incita a rebuscar y leer sobre los momentos puntales que deja entrever.
Poco a poco fueron espaciándose las publicaciones dando paso a nuevas celebraciones que recordaban los acontecimientos de la segunda década del siglo XX. Aún así el inesperado interés por la I Guerra Mundial ha permitido que siguiesen apareciendo trabajos que en nuestro país permanecían inéditos, tanto de creación como de investigación, con acontecimientos situados alrededor del acontecimiento bélico.
Dados los antecedentes de Éric Vuillard y su atenta mirada a los distintos conflictos en la historia de Europa, a nadie le extrañó que pusiese sus ojos en La batalla de Occidente y reflejara, a su manera, el conflicto que acabó con la vida de más de 20 millones de personas entre combatientes, población civil y quienes perdieron la vida por culpa del hambre posterior.
No puedo presumir de ser quien descubrió a Vuillard en España, al contrario, la recomendación continuada de muchos de mis lectores de El orden del día me hizo acercarme a sus páginas y descubrir un escritor diferente. Un escritor que no necesitaba un gran tratado para narrar, de una manera distinta y atractiva, momentos puntuales de la historia. A través de poco más de 140 páginas acercó al lector al ascenso de Hitler al poder por medio de pequeños detalles que con una inusitada sencillez, al menos eso le parece al lector que no se preocupa de la profunda y completa documentación necesaria para hacerlo, logra que este visualice tanto el momento histórico como los pasos dados para obtener el resultado final.
El éxito arrollador, venía avalado por el Premio Goncourt 2017, que supuso en nuestro país nos permitió la edición de 14 de julio, un libro en el que narraba, con una pasión desbordante, el día en que se produjo la toma de la Bastilla. Con una precisión milimétrica y con una narración casi cinematográfica el lector acompañaba a los sublevados y sentía en primera persona los que sucedía en Francia.
Y, como no podía ser de otra manera, Tusquets recupera ahora la obra de Vuillard La batalla de Occidente, acercándonos al conflicto de la Gran Guerra. En esta ocasión el protagonista es sustituido por lo colectivo y por ciertos personajes que se convierten en el hilo argumental en cada uno de los 13 capítulos que conforman el libro. Cada apunte se convierte en una pincelada particular cuya lectura conjunta permite al lector no solo situarse en la generalidad del conflicto, sino hacerse una idea perfecta del porqué sucedieron muchas cosas difícilmente explicables de otra manera.
Vuillard maneja sobremanera ese tipo de narración que parece te cuenta cosas sin importancia, como si estuviese fabulando sobre algo, recuerda a aquel profesor que te enseñaba como sin pretenderlo, como si cada case, en este caso cada capítulo, fuese una confidencia que habría que comentar en voz baja. Y es que el autor parece susurrarte en todo momento, adquiriendo una fuerza impresionante si el texto se lee en voz alta, como si su escritura fuese más adecuada para ser escuchada que para ser leída.
Porque los textos, los libros de Éric Vuillard hay que leerlos con detenimiento, con mimo, saboreando cada frase y cada párrafo como si en cada uno de ellos estuviese la clave de entender el siguiente. El escritor francés es, sin lugar a dudas, uno de los mejores representantes actuales de esa narrativa a caballo entre la realidad y la ficción; no es un historiador, pero compone sus textos con hechos, personajes y acontecimientos históricos. No se conforma con mostrar una idea que nos traslade a unos hechos concretos, expresa esa idea y la desarrolla para que seamos capaces de imaginar e interpretar los distintos acontecimientos. Sin duda alguna una lectura que abre la mente e incita a rebuscar y leer sobre los momentos puntales que deja entrever.
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