Hay libros que llegan a ti como por arte de magia y otros que repiten los ecos de lecturas pasadas y no olvidadas. Con Fábrica de prodigios suceden ambas cosas, pues si bien es cierto que llegó a mis manos sin apenas percatarme por la vorágine de las novedades editoriales prefiesta del Libro del año pasado, también me recordaba las buenas sensaciones de Mientras nieva sobre el mar (2007), su anterior libro de relatos (ver en este mismo blog).
Varios meses en medio de la montaña de libros por leer, una larga espera, hasta que el libro se abre y me presenta el primero de los tres relatos largos (o incluso, novelas cortas) "Pájaro de barbería". Y me atrapa, me emociona la belleza de la prosa, el lenguaje no solo bien cuidado, sino perfecto, trabajado, hasta tal punto que la lectura se convierte en radiante, en un verdadero disfrute para los sentidos, serena y absolutamente relajante, como si recibiese un masaje alrededor de la cabeza.
Pablo Andrés Escapa recupera la mejor tradición de los contadores de cuentos, el filandón leonés que por herencia genética y lectora ha sabido recoger o el trasnocho soriano que recupera la literatura oral, y transmite al lector esa perplejidad necesaria para que el relato, la historia que está leyendo sea creíble a pesar de la importante dosis de fantasía que rezuman. Y todo desde un punto de vista urbano, no rural.
Pocos títulos se acercan a la realidad de su contenido, logrando un guiño con quien termina el libro y descubre los "prodigios" que se han gestado en las 250 páginas que lo componen. Y se percata, a su vez, del trabajo de artesanía que ha supuesto escribirlo, de esa "fábrica" que con constancia a pulido hasta el extremo cada uno de los textos, cada uno de los párrafos y cada una de las frases.
Pablo Andrés Escapa maneja con una inusual maestría la prosa poética para acortar los límites de lo real y lo irreal. Logrando reflejar en cada uno de sus textos la ambigüedad de un mundo con amplias raíces cervantinas.
En el segundo de los relatos, "Continuidad de la musa" el autor nos acerca aún más si cabe al mundo poético que tan bien maneja, con una narración divertida y llena de imaginación. Mientras que en "Diablo consentido" nos traslada a un universo propio desconcertante y lleno de enigmas que al lector implicará en un juego del que saldrá fortalecida la propia narración.
Tres novelas inquietantes, de lectura placentera, llenas de giros y sorpresas que se van solapando a medida que se van paladeando cada una de las páginas de este libro que logró, además en reconocimiento de la crítica que le concedió el XVIII Premio de la Crítica de Castilla y León.
Pablo Andrés Escapa recupera la mejor tradición de los contadores de cuentos, el filandón leonés que por herencia genética y lectora ha sabido recoger o el trasnocho soriano que recupera la literatura oral, y transmite al lector esa perplejidad necesaria para que el relato, la historia que está leyendo sea creíble a pesar de la importante dosis de fantasía que rezuman. Y todo desde un punto de vista urbano, no rural.
Pocos títulos se acercan a la realidad de su contenido, logrando un guiño con quien termina el libro y descubre los "prodigios" que se han gestado en las 250 páginas que lo componen. Y se percata, a su vez, del trabajo de artesanía que ha supuesto escribirlo, de esa "fábrica" que con constancia a pulido hasta el extremo cada uno de los textos, cada uno de los párrafos y cada una de las frases.
Pablo Andrés Escapa maneja con una inusual maestría la prosa poética para acortar los límites de lo real y lo irreal. Logrando reflejar en cada uno de sus textos la ambigüedad de un mundo con amplias raíces cervantinas.
En el segundo de los relatos, "Continuidad de la musa" el autor nos acerca aún más si cabe al mundo poético que tan bien maneja, con una narración divertida y llena de imaginación. Mientras que en "Diablo consentido" nos traslada a un universo propio desconcertante y lleno de enigmas que al lector implicará en un juego del que saldrá fortalecida la propia narración.
Tres novelas inquietantes, de lectura placentera, llenas de giros y sorpresas que se van solapando a medida que se van paladeando cada una de las páginas de este libro que logró, además en reconocimiento de la crítica que le concedió el XVIII Premio de la Crítica de Castilla y León.
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