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domingo, 22 de marzo de 2020

LA ESTRATEGIA DEL COCODRILO. Katrine Engberg


   No estoy acostumbrado a recibir regalos en forma de libros, y menos que estos hayan sido adquiridos en mi librería, así que cuando esto se produce saboreo sus páginas en honor de quien me los ha regalado, sabiendo es importante.
Lo primero que debo señalar es que a pesar de la amplia selección de novela nórdica que ha llegado a nuestras librerías en los últimos años (a Dinamarca se le incluye dentro de este baremo) no recuerdo haber leído a escritores daneses en los últimos años salvo Sissel-Jo Gazan. Ni anteriormente, pues salvo Sven Hassel-mantenía las nacionalidades alemana y española, además de la danesa-, cuyos libros sobre la Segunda Guerra Mundial poblaban las bibliotecas, y las casas, hace cuarenta años y, por supuesto, Hans Christian Andersen, pocos son, al menos de manera consciente, los libros de autores daneses que han llegado a mis manos.
La estrategia del cocodrilo pertenece a la colección Maeva Noir, por lo tanto no hay que pensar mucho para percatarse del género al que pertenece la novela, lo que, junto con las cuatro primeras páginas que componen el prólogo, resulta muy sugerente para el lector que busca unos momentos entretenidos. No voy a negar que antes de nada debo apartar los prejuicios que tengo -salvo contadas excepciones y que fácilmente se pueden comprobar en este blog- con los escritores y escritoras de novela negra escandinavos. No porque no me gusten sus tramas y sus desarrollos, ni siquiera por el problema que a veces suponen los nombres propios y los topónimos, sino por esa especie de moralina que intentan mostrar los autores, por esa necesidad de abordar, a veces con excesivas demostraciones de la realidad, los problemas que padecen en sus diferentes sociedades.
Sí, es cierto que en La estrategia del cocodrilo también se abordan una serie de problemas que provocan los embarazos no deseados en los más jóvenes, pero también que la autora no trata de evangelizar ni llenar de ejemplos, sino que forma parte de la propia trama del libro. Incluso la problemática personal que parece suelen llevar siempre consigo las fuerzas de seguridad de los países escandinavos son, en esta ocasión, apenas insinuadas en las figuras de los inspectores Jeppe y Anette, en especial el primero que aún no se ha recuperado de una dolorosa separación.
Katrine Engberg, de quien no creo se haya publicado más obras en España, construye una muy buena novela, enganchando al lector con unos acontecimientos sencillos, pero inquietantes, mostrando unas cartas que incitan a sentarte en la mesa y jugar. Deja los subterfugios para más tarde, cuando los acontecimientos se van complicando, pero sin abandonar en ningún momento la sinceridad. Como lector odio que las casualidades resuelvan las intrigas, que las coincidencias inexplicables aclaren las dudas de los protagonistas, que la insignificancia de una palabra solucionen el embrollo en el que se ha metido el escritor; no me gusta, nada, que el narrador juegue conmigo como si mi edad fuese muy inferior a la suya, al contrario, disfruto cuando el escritor me invita a ser partícipe del juego, cuando visualizo todo los que está aconteciendo en la novela. No pretendo alterar nada de lo que en ella está sucediendo, al contrario, me gusta poder advertir, insinuar, equivocarme, aparcar por unos instantes el libro e imaginar que puede suceder después.
Y todos estos deseos son los que Katrine Engberg me permite conseguir en su novela, pues atrapa sin brusquedad, te va metiendo en la historia poco a poco, sin importarte en ningún momento no ser capaz de recordar el nombre de los barrios, las calles y las plazas de Copenhague. Y, lo que es más importante, te mantiene en vilo durante toda la lectura, sin cansancio ni altibajos, impidiéndote dejar, apenas unos minutos, las páginas del libro. No he tenido la conciencia de estar enganchado a él, pero tenía la extraña necesidad de conocer cómo iban a descubrirse los distintos acontecimientos que, como debe ser normal, no voy a mencionar.
Gracias Maite por el regalo de esta lectura.

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