No sucumbí a la avalancha de autores nórdicos de novela policíaca. Y eso que llevo muchos años enganchado a Henning Mankell y su inspector Kurt Wallander -y unos cuantos menos a Jussi Alder y su Departamento Q con Carl Mock a la cabeza-,y no han faltado en el último lustro autores y libros que casi nos hicieron concebir la idea de que en el norte todo se vive en clave de novela negra.
Pero a pesar de leer numerosos de sus libros, incluso de recuperar lecturas de quienes casi habían pasado inadvertidos ante los lectores españoles, pocos han logrado que sucumbiese a su literatura.
Stieg Larsson (debo ser de los pocos a los que sus libros se me hicieron eternos), Assa Larsson (la segunda de sus novelas editada en España era tan similar a la primera que uno se sentía, cuanto menos, confuso), Arne Dahl (inquietante y duro), Arnaldur Indridason (sobrio y con unos personajes memorables, Erlendur Sveinsson), Jo Nesbo (atrapa y no te suelta) y muchos más siguen presentes en las librerías.
Sin duda alguna lo mejor es que tras unos años de agobio aparecen ahora novelas notables de un género que tiene muchos seguidores. Un género que se amplia continuamente pues, como sucede con El último lapón hay algo más que intriga, se convierte en un método de denuncia ante una situación a todas luces injusta.
Sí, claro que es una característica de muchas de las novelas de intriga, especialmente las procedentes de los países nórdicos, pero al contrario de lo que sucede en otras (la denuncia hace que a veces se pierda el hilo y se convierta en una especie de anotación al margen que se aleja, a medida que avanza el libro, de la trama principal). Olivier Truc nos lleva de la mano por la Laponia central, un lugar idílico que no lo es tanto. Y lo hace de la mejor manera posible, de la mano de Klemet Nango y Nina Nansa dos "policías de renos". Sí, como lo oís, dos policías pertenecientes al cuerpo que trata de establecen el orden entre los ganaderos de renos.
El autor nos muestra el pueblo Sami en toda su esencia, hasta tal punto que de la novela se podría extraer un tratado etnológico sobre ese pueblo. No solo conocemos sus costumbres, sus ritos, su experiencia vital, sino que comprobamos con qué problemas se deben enfrentar en la actualidad.
Una novela sencilla en origen, de fácil lectura en todo momento, pero que va creando en el lector una implicación que hace que no se pueda evitar conocer algo más sobre la cultura del pueblo lapón. Con una trama notable que nos obliga a seguir leyendo y descubrir quien o quienes son los culpables del tambor sagrado, aquel con el que los chamanes se comunicaban con los muertos, y de crimen del... Bueno, lo mejor es leer el libro y no esperar a que yo trate de contarlo.
Por cierto, cada uno de los personajes, además de los dos "policías", merece toda la atención del lector y un reconocimiento al escritor culpable de su creación.
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