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viernes, 25 de octubre de 2013

ASTÉRIX Y LOS PICTOS. Jean-Yves Ferri y Didier Conrad



Sí, ya sé que los más puristas se estarán rasgando las vestiduras, pero yo estaba deseando la llegada del álbum número 35 de la serie, así que en cuanto lo he tenido en mis manos no he podido hacer otra cosa que leerlo con los cinco sentidos.
No niego que la desaparición de Goscinny hiciera que nuestros irreductibles galos perdieran parte de su chispa, y que las últimas entregas nos lo hicieran añorar aún más. Pero es que las cosas eran así. De la misma manera que ahora sean Jean-Yves Ferri y Didier Conrad, este último como dibujante y el anterior como guionista, los que traten de acercarse lo más posible a nuestros emblemáticos personajes.
Y que queréis que os diga, salvo ciertos guiños a la actualidad que, no se nos olvide, han formado parte siempre de la esencia de Astérix y Obélix, no me he sentido defraudado. Incluso considero que el personaje de Mac Loch es un homenaje a "Oumpah-Pah, el piel roja" perfectamente conseguido.
¿Quién no ha imaginado que las historias de nuestros personajes no tenían un final diferente? ¿quién no ha escrito un guión imaginario en el que ellos eran de nuevo los protagonistas? Si no te ha sucedido, lo siento, pero deberías dejar que tu imaginación volase y se pudiera aprovechar de lo que tiene delante.
Eso creo que es lo que les ha tenido que suceder a Ferri y Conrad que, como era de esperar, han contado con el beneplácito de Uderzo. Y han construido una historia sólida, bien contada e ilustrada, en la que se encuentran todas las características de la saga, aunque, por qué no decirlo si he echado un poco de menos más peleas, pero bueno seguro que todo se andará.
Lo que sin duda es buena señal es que me ha parecido corta la historia, como si esperase que sucediesen más cosas. Atribuible, me imagino, a las imágenes de los demás álbumes que tengo alojadas en la memoria y me hacen imaginar que en cada una de las historias sucedían más cosas.
Astérix, Obélix, Panorámix, Abraracúrcix y demás miembros de la aldea vuelven a ofrecernos una buena historia que obliga, como siempre, a estar atentos hasta en los más pequeños detalles. Personajes que mantienen una buena salud, incluso Edadepiédrix, y que parecen asegurar su presencia en el futuro. Sobre todo porque Uderzo y los herederos de Goscinny están orgullosos de la emancipación de los personajes más emblemáticos, junto con Tintín, de la ilustración europea.
Juegos de palabras, guiños, viñetas antológicas y sonrisas aseguradas en una entrega que permitirá que los nostálgicos volvamos a disfrutar de Astérix y Obélix y que nuevas generaciones se acerquen a ellos.

2 comentarios:

  1. Pues yo, desde la desaparición de Goscinny no me entusiamo tanto con Asterix. Goscinny era un genio, tenía alma de niño; hay que leer el Pequeño Nicolas.
    De todas formas, aunque sea sin el encanto de sus historias, es verdad que se agradece poder seguir disfrutando del mundo que creo. Lo leeremos.
    LUIS NUEVOS RUMBOS

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    1. La pérdida de Goscinny no solo supuso el fin de un genio, sino que Astérix y Obélix se resintieron, Uderzo seguia dibujando, pero no poseía la chispa y el ingenio de su compañero. Pero es lo que tenemos y yo, particularmente, me agarro con fuerza

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