Un millón de gotas es uno de esos libros sobre los que cuesta escribir, no por no saber expresar lo que ha significado su lectura, sino por el miedo a contar demasiadas cosas, por descubrir los secretos que atesoran sus páginas.
Debo reconocer que no había leído nada del autor barcelonés, pero la lectura de las primeras doscientas páginas (sin apartar en ningún momento la mirada del libro), hizo que buscase con verdadera avidez noticias de sus anteriores obras (curiosamente justo unos días antes de aparecer este libro se reeditaron La tristeza del samurái y Respirar por la herida). Era como si necesitase saber más cosas, literariamente hablando, de un narrador poco común que me estaba incitando a rebuscar entre las líneas de la novela algo más que lo que las propias palabras me señalaban.
Con una prosa certera y una trama envolvente,
Víctor del Árbol no solo me ha robado horas de sueño, sino que me ha conseguido
que sus personajes, precisos y fascinantes, me hiciesen partícipe de su historia
durante y después de la lectura. Acompañar a Gonzalo y rebuscar en el pasado se
convierte en una experiencia inimaginable. Una narración inteligente y una
destreza narrativa sobresaliente que logra que el lector tenga todos sus
sentidos alerta durante la lectura.
Son sus personajes, la fuerza que atesoran, los silencios que son capaces de dibujar y el poder para que las imágenes aparezcan en la mente del lector con total nitidez, lo que dota a la novela de un carácter notable, ya que confiere a la propia trama un atractivo que parece escaparse, por momentos, por mil caminos y obligan a serenar la lectura para evitar dejar esos cabos sueltos que luego entorpezcan el desenlace de la historia.
A través de la narración en dos tiempos, finales de los años 30 del siglo pasado y la actualidad, Víctor del Árbol nos hace penetrar en una historia en la que, a fuerza de giros, dudamos de la realidad de lo que estamos leyendo, nos entran dudas sobre si lo que vivimos, siempre dentro de la novela, es cierto o luego solo va a ser parte de una ensoñación.
Con una agilidad embaucadora y un ritmo narrativo creciente es normal que nos sintamos atraídos por la novela, que nos cueste un mundo dejarla y que busquemos cualquier instante, por pequeño que sea, para seguir viviendo dentro de ella.
No solo estamos ante una novela de intriga, sino que su lectura nos hace plantear dudas sobre todas aquellas verdades a las que estamos unidos.
Con una agilidad embaucadora y un ritmo narrativo creciente es normal que nos sintamos atraídos por la novela, que nos cueste un mundo dejarla y que busquemos cualquier instante, por pequeño que sea, para seguir viviendo dentro de ella.
No solo estamos ante una novela de intriga, sino que su lectura nos hace plantear dudas sobre todas aquellas verdades a las que estamos unidos.
Excelente reseña! Con tus palabras me has hecho revivir la trama y los personajes de la novela
ResponderEliminarEs lo bueno que tiene compartir la lectura. Gracias
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