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martes, 27 de mayo de 2014

EL BILLETE DE UN MILLÓN DE LIBRAS. Mark Twain



Que Mark Twain es uno de los más importantes escritores norteamericanos es algo que nadie, en su sano juicio, puede poner en duda, incluso no dudaría un segundo en señalar su importancia a nivel mundial. Y es que la extensa narrativa no se ciñe únicamente a Las aventuras de Tom Sawyer  y Las aventuras de Huckleberry Finn (aunque ambos títulos merecen estar en los altares del Olimpo literario), sino que fueron muchos los textos salidos de su pluma. Por suerte en la actualidad, y en nuestro país, hay muchas editoriales que siguen apostando por textos, de todo tipo, del escritor norteamericano (de hecho al día siguiente de salir este título) al menos otro más buscó ubicación en las estanterías de las librerías españolas.
El billete de un millón de libras es un relato divertido, ingenioso, en el que Twain despliega todo su hacer literario y en que logra del lector esa complicidad que consigue que te sientas partícipe del mismo. Sí, recorres junto a Henry Adams los rincones más variopintos de Londres, te cruzas con los mismos personajes que él, e incluso llegarás a tener la tentación de orientar sus pasos hacia lugares que en ningún momento se mencionan en la novela.
Y es que Mark Twain tiene la extraña capacidad de imbuir al lector de la misma aventura que el protagonista, con la ventaja de no padecer en ningún momento de las penalidades de este, de llevarle de la mano por todos los locales y tugurios por los que camina el propio Henry. 
Además no somos ajenos a la faceta irónica del escritor, a ese especie de estudio de la capacidad del hombre por atacar la adversidad, por enfrentarse a esos momentos en los que todo parece derrumbarse. Para ello Twain no duda ni un instante de buscar el tono más caústico, donde la ironía no solo se encuentra en las descripciones, sino que será la fuerza fundamental de los diálogos.
Estamos ante una novela de lectura ágil, entretenida, que consigue que el rostro se vaya contagiando del estado de gracia del protagonista, hasta tal punto que se hará muy difícil esconder la sonrisa que parece se apoderará de nuestro rostro a medida que avance la lectura del libro.
Destacable es también la edición de Gadir, en especial de las ilustraciones de Marcos Morán, que consiguen que seamos conscientes de inmediato de los guiños que hace respecto al  cine y al propio autor de la obra. 
Un libro para saborear la literatura, el justo uso de las palabras para adecuar la  narración a lo que verdaderamente está sucediendo en la historia. Ni sobra ni falta nada, Twain logra, otra vez, un relato ajustado en su forma y en su fondo, consiguiendo que el lector se sienta invitado a compartir con el protagonista sus vivencias, narradas en primera persona, sus penalidades en una ciudad y una país que no es el suyo y como la fortuna puso en sus manos el medio para sortearlas.

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