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miércoles, 18 de septiembre de 2013

PAN, EDUCACIÓN, LIBERTAD. Petros Márkaris



No lo voy a negar, a estas alturas estoy más que harto de la crisis. Y no solo de ella, sino del tema recurrente a centrar en ella buena parte de nuestra propia existencia. Hasta tal punto que la mayor parte de los libros escritos en nuestro país, algunos me han agobiado tanto que he sido incapaz de avanzar más allá de la página 80 (son las páginas de cortesía que doy al esfuerzo de un escritor), le han prestado demasiada atención, llenando páginas y más páginas en ese erróneo afán (al menos así lo pienso) de demostrar que sus autores se sienten involucrados en el drama que aquella está produciendo.
Pero claro, Petros Márkaris, es otra cosa. O al menos me autoengaño (no sé si existe la palabra) pensando que su prosa, su manera de tratar la trama y, como no, la fuerza de Kostas Jaritos, su personaje, me hacen olvidar la hartura de crisis a la que me siento sometido.
Eso sin olvidar que el propio autor habló al aparecer Con el agua al cuello, de "Trilogía de la  Crisis". Que no se desdijo con la segunda entrega: Liquidación final. Y mucho menos con la presente novela que cierra la trilogía y, esperemos, no la presencia del comisario Jaritos. Aunque en algún lugar leí que tenía en mente crear un epílogo que rematase la tarea.
Lo cierto es que Márkaris nos dibuja de tal manera la Atenas actual, la primera entrega nos sumergía en 2010 mientra que esta nos lleva al último día del presente año y los primeros días del 2014, que uno  logra situarse en sus calles y plazas, en sentir las manifestaciones y cortes de tráfico, en pretender buscar las rutas alternativas para llegar a los distintos lugares emblemáticos.
Espero, y deseo, que sus premoniciones no sean tan reales como se sienten en la historia que leemos, pero, ahí están, para ser tenidas en cuenta, al menos mientras dura su lectura.
Lo cierto es que el autor heleno ha creado un personaje que está a la altura de los policías más importantes de la literatura europea y es su entorno, en especial su familia y ayudantes, el que consigue transmitir una aureola a realidad tan difícil de conseguir como de mantener al lector aislado. Hasta tal punto que es tan importante la relación existente entre los personajes como la resolución de los asesinatos.
Pan, educación, libertad  no es tan ingeniosa que Liquidación final, pero está a la altura de está en la recuperación de la memoria histórica de Grecia, en la constatación de la realidad actual del país y en los pasos que dará Jaritos para la resolución del caso. En especial en unos momentos donde la crisis impacta de lleno en el protagonista, y por lo tanto en su familia.
La destreza narrativa de Márkaris consigue atraernos de tal manera en los sucesos que parece tomamos parte de la propia historia y esperamos cualquier escusa para retomar la lectura y comprobar en qué acaba la novela.
Es cierto que la ambientación es perfecta, incluso opresiva cuando Jaritos nos indica las calles por las que circula, que los sucesos se van superponiendo y que en todo momento no parece existir un instante de descanso, pero también lo es que la investigación, no olvidemos que estamos ante una novela policíaca (por mucho que el autor se empeñe en que esta está cada vez más unida a lo social), y que tanto el comisario como el lector pretendemos desentrañarla con la mayor celeridad posible.
Y es que Jaritos, como Carvalho, Brunetti, Montalbano, Wallander, Méndez, Morck, Delicado en incluso Bevilacqua (esperemos añadir al vallisoletano Ledesma), se han convertido en esos defensores de la ley con un alma distinta a la literaria, de quienes conocemos no solo sus pericias investigadoras, sino su forma de ser y de vivir, y de quienes les rodean. Personajes de ficción que se han metido en nuestras vidas de tal manera que conocemos más de ellos que de muchos reales que tenemos a nuestro alrededor. Y eso, no lo olvidemos, es fruto y logro de quienes los crean y enseñan a crecer.
   

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