QUÉ LEO HOY:

QUÉ LEO HOY: Sugerencias, debate, crítica, opinión...

martes, 30 de julio de 2013

LA CONFESIÓN DE UNA JOVEN Y OTROS CUENTOS DE NOCHE Y CRIMEN. Marcel Proust



No, no lo puedo ocultar, a pesar de mi amor por la lectura y por el intento de, al menos, cinco veces, no he logrado leerme ninguno de los volúmenes de A la busca del tiempo perdido de Marcel Proust.
A lo largo de muchos años y tras escuchar que grandes nombres de la literatura castellana hablaban de la obra de Proust como esencial en su trayectoria vital y literaria, repetía la promesa de que ese año no iba a pasar de leer el primer tomo (del que tengo al menos dos ediciones). Pero en vano, aquellas promesas repetidas e incumplidas, al menos en cuatro veranos, me persiguen y señalan como si en mis intentos no hubiese puesto toda la voluntad posible.
Y claro, cuando llega a mis manos la reedición de este pequeño libro de relatos, se me produce una especie de revelación que me indica que esta vez sí, esta vez voy a leer a Proust, aunque nada tenga que ver con su gran obra.
La primera impresión es que en el relato corto el escritor francés es más directo, no necesita crear esos giros que hacen que su prosa se haga lenta (al menos eso me ocurría a mi hasta ahora), más densa, como si los acontecimientos pasasen en cámara lenta y fuese necesario observar todos los detalles y desde todos los puntos de vista.
Proust es brillante, preciso, capaz de que el lector no solo observe la escena que se desarrolla, sino que  escuche a la narradora, en el primero de los relatos y que da título al libro, como si esta estuviese leyendo para él en exclusiva.
Seguro que hay mucho de autobiográfico en los diferentes personajes del libro, se repite la falta de voluntad, las dudas y complejos alrededor del amor y ese demostrar en todo momento, en cada página las miserias que acompañan al ser humano.
Cinco relatos que tienen en común el crimen como fuerza motora, en distintas y variadas vertientes, incluso de manera rebuscada. Cinco relatos que salen del libro para convertirse en realidad, para testimoniar la manera que tiene de narrar uno de los mejores escritores de todos los tiempos, y que por sí solos tienen la calidad suficiente como para señalar a un escritor sobresaliente.
Un perfecto disfrute para los sentidos, pues emociona, intriga y deja sin aliento. Hasta tal punto que una vez finalizado el último de los relatos: Sentimientos filiales de un parricida, el libro vuelve a abrirse por la página 23 (las anteriores están dedicadas a un prólogo de Mauro Armiño que recomiendo para ponerse en situación) para volver a vivir las cinco historias de nuevo, esta vez con más pausa y detenimiento.

miércoles, 24 de julio de 2013

AVELINO HERNÁNDEZ



Ayer, 22 de julio, hace diez años, Avelino Hernández fallecía en Mallorca. Comprometido con la cultura, el mundo rural, la naturaleza, cultivó como pocos la amistad, prueba de ello es que siguen siendo muchos los que acuden a las presentaciones de las múltiples reediciones de sus libros. Autor de más de cuarenta títulos, narrador y contador de historias, han servido para acercarnos al mundo rural de la segunda mitad del siglo XX y rescatar del posible olvido tradiciones y términos casi en desuso.
Con una notable capacidad para comunicar, con un espíritu afable y de una bonhomía sobresaliente, logró que los más pequeños se interesasen por sus historias, bien a través de los libros bien como oyentes de las múltiples historias que siempre le acompañaban. Una vez había un pueblo, Silvestrito y El Valle del Infierno acercaban, y siguen haciéndolo hoy en día, al universo de la Castilla rural, a un entorno en el que la despoblación se ha cebado y con ella la pérdida de maneras de vivir y sentir la propia existencia.
Con un lenguaje claro, preciso, con las frases justas, Avelino lograba que los niños acudiesen a sus libros casi con avidez y no dudaran, una vez leídos estos, en acudir a sus padres y abuelos para saber más de esos pueblos que les habían acompañado en su infancia y juventud. Gracias a él muchos, hoy ya hombres y mujeres maduros, descubrieron formas de trabajar, utensilios y términos que los pueblos agrícolas atesoraban y que los avances técnicos se han encargado de apartar del lenguaje cotidiano.
Se me escapó mi perro Canuto, la boina asesina del contador de cuentos, 1943, Eva y Tania, Conspiración en el Parque del retiro, Y Juan salió a luchar contra el telediarioCarol, que veraneaba junto al mar, Aquel niño y aquel viejo y Amigos, son solo algunos de los títulos con los que los jóvenes lectores descubrían el amor, el respeto y un buen número de valores sin apenas darse cuenta.
Aunque, sin duda alguna, uno de los más destacados logros de Avelino Hernández sea el de lograr que esta literatura, la denominada infantil y juvenil, penetrara con enorme facilidad entre los adultos, que disfrutasen como los propios niños y que leyesen sus libros con el mismo interés con que lo hacían estos.
Numerosos han sido también los libros de viajes, aquellos que nos acercaban a los lugares que él mejor conocía: Soria, donde la Vieja castilla acaba, La sierra del Alba, Crónicas del Poniente Castellano, Viaje a Serrada, Myo Cid en tierras de Soria, Itinerarios por Madrid, Invitación a Soria y muchos más entre los que cabría destacar varias guías sobre Soria y provincia. Libros en los que el autor se convierte en un compañero que no se conforma con señalar los puntos de interés, sino que trasmite la historia, las leyendas y la propia esencia del lugar que describe, haciendo que quienes en él habitan sean los verdaderos protagonistas.
No hay que olvidar que gracias a sus viajes nacieron libros que nos acercaban a pueblos en peligro. La historia de San Kildán y El día en que lloró Walt Whitman dan buena prueba de ello. Libros para todas las edades ya que cada cual logra verlos de manera particular.
Una casa en la orilla de un río, Los hijos de Jonás y La señora Lubomirska regresa a Polonia colocaron a Avelino entre los grandes narradores del inicio de este milenio. Con una prosa fuerte, directa y llena de energía, el autor construye historias con mayúsculas y deja sin habla a quienes acceden a su lectura.
Catálogos de arte, estudios sobre desarrollo rural, prólogos, libros en colaboración con otros escritores, completan esa biblioteca fascinante y que hoy está tan presente como lo era hace unos cuantos años. Muchos más libros se han ido editando desde su fallecimiento, muchos de ellos inéditos, y que siguen demostrando que su manera de contar está viva. 


viernes, 19 de julio de 2013

ROSA CANDIDA. Audur Ava Ólafsdóttir



Lo primero a lo que me tuve que acostumbrar es a cambiar cándida por candida, lo que demostraba mis nulos conocimientos de botánica, e intentar nombrar a la autora de forma pausada para evitar que la lengua se me trabara.
Es cierto que si alguien hubiera tratado de explicarme de qué trata la novela, de hacer una sinopsis exacta de su contenido, es más que probable que nunca hubiese leído el libro. No, no resulta fácil que su temática me resultase atractiva, y eso que la editorial la promocionó de manera adecuada, usando los adjetivos precisos para dejar caer la belleza que parecía escondían sus páginas.
El caso es que una vez comienza su lectura estás perdido, casi sin darte cuenta acompañas a Arnjótur en un viaje en el que tú, como lector, te sientes implicado y en el que logras compartir tus propios sentimientos.
Es cierto, no lo voy a negar, que en más de una ocasión frunces el ceño ante un protagonista que parece tenerlo todo, es demasiado inteligente, demasiado sensible, sumamente práctico y generoso. Vamos, que lo tiene todo, lo cual te hace despistarte, durante unos segundos, de la lectura. Despiste que dura poco, muy poco, pues la prosa fluida y ágil de la autora te seduce de tal manera que esos pensamientos no impiden disfrutar  de la lectura.
Los setenta y siete pequeños capítulos en que se divide el libro aportan una frescura a sus páginas que hace que apenas separes los ojos del texto. Todo pasa a un segundo plano y te ves acompañando al protagonista por diversos medios de locomoción en los que no pierdes detalle. 
Y es que la autora logra describir perfectamente todo lo que se presenta ante Arnljótur con las palabras justas, con los detalles necesarios para conseguir que nos situemos en todo momento e identifiquemos a cada uno de los personajes que van apareciendo. Algunos de estos traspasan el libro y parece los conociéramos desde siempre.
Una novela clara, precisa y de una belleza deslumbrante que no necesita de más artificio que la propia narrativa para ilustrar a cualquier tipo de lector. 

miércoles, 17 de julio de 2013

LA ABADESA DE CREWE. Muriel Spark



Descubrí a Muriel Spark gracias a El asiento del conductor, publicado en la misma editorial: Contraseña, un sello que se ha convertido en todo un  referente para aquellos que deseamos buenos libros. Y con ella una manera turbadora de narrar, de dirigir los pasos del lector por caminos que más que despejarse, se van enmarañando a medida que pasan las páginas.
Spark no solo posee una narrativa inteligente y elegante, sino que arriesga lo suficiente para revolucionarnos la lectura, para introducirnos en un juego del que desconocemos todas las reglas. Llega a dar la sensación que tras una breve pausa o descanso,  apenas recordamos qué era lo que estábamos leyendo, apenas una serie de imágenes aparecen nítidas en nuestra memoria. Memoria que se recupera de inmediato, en cuanto se vuelven a leer unas líneas, con más fuerza y descubriendo giros en los que antes apenas habíamos prestado atención.
Y es que la autora crea argumentos con giros sorprendentes, incluso extraños. Serán los personajes, cada uno de ellos capaz de descolocar al lector y tenerlo siempre atento a cada uno de sus movimientos y diálogos, los que mejor interpreten la narrativa de Spark, pues cambian de actitud con velocidad de vértigo y en más de una ocasión hay que volver a las páginas anteriores para comprobar que se trata del mismo personaje.
¡Ojo! no vean en esto una crítica a la narrativa de Muriel Spark, al menos una crítica negativa, al contrario, buena parte de su atractivo radica en esa capacidad de proyectar la desconfianza en el lector, que este tenga que estar siempre atento por comprobar qué va a suceder a continuación.
Una prosa corrosiva, irónica y con un humor tan especial que parece no empiece a aparecer hasta bien avanzada la lectura. Esa manera tan particular de narrar que logra que el lector, una vez acabado el libro, sienta la tentación de buscar otro título de la autora.
Por cierto, y dadas la continuas noticias sobre espionaje y escuchas, estamos ante una mirada satírica de lo que en su día fue el Watergate, el libro se publicó en 1974, dos años más tarde de la caída de Nixon. Y que hoy sigue teniendo relevancia gracias a quien ha destapado los entresijos de los servicios secretos estadounidenses.

lunes, 15 de julio de 2013

COMETAS EN EL CIELO. Khaled Hosseini



Han pasado diez años desde que Cometas en el cielo viera la luz, diez años atrapando lectores y abriéndoles los ojos a un Afganistán diferente.
Recuerdo su lectura con una frescura extraña, con un cúmulo de sensaciones tan dispares que por momentos la dureza de las descripciones, del remordimiento y la culpa, parecía abarcar todo, mientras que la página siguiente poseía la ternura del mundo visto a través de los ojos de un niño.
Sí, por supuesto es una obra de ficción, y cierto que el autor lo dejó bien claro cuando la novela fue llevada al cine (también me gustó, pero no recuerdo tanto sus imágenes como las que me dibujaban las palabras del libro), pero para mi, como lector, me mostró la vida de Afganistán, de sus gentes.
Pero, sin duda alguna, el mayor logro de Hosseini, fue el dotar de color a cada una de sus páginas, a mostrarnos unos escenarios llenos de vida, incluso en sus momentos más dramáticos, el lograr que nos situásemos en la historia como si nosotros fuésemos compañeros de juegos de Amir y Hassan.
Y es ahí, cuando los dos niños forman parte de nuestra propia memoria, cuando el autor nos introduce de lleno en un juego de traición y cobardía, de dolor ante las acciones cometidas en los momentos de peligro. Quizá sea por ello por lo que al principio nos cueste tanto ponernos en la piel de Amir, que es quien nos cuenta la historia, porque hay algo, difícil de explicar, que nos impide ver la historia desde su propia mirada. Mas será él quien logre que nos emocionemos, que nos abramos ante los diferentes escenarios que se nos van presentando.
Khaled Hosseini crea una prosa ágil, que no se detiene siquiera en los momentos de más tensión, en las situaciones más duras y dramáticas. Logra que el lector apenas tenga tiempo para despistarse, quiere saber más, quiere auxiliar, pero también que desaparezca la vergüenza, quiere comprobar que el final es el correcto.
Una novela que deja un poso en el que convergen casi todos los sentimientos, como si el aire se volviese más espeso sin razón aparente, pero que logra que el libro se cierre (sucede varias veces a lo largo de la lectura) y se pierda la vista para asimilar las vidas compartidas.

jueves, 11 de julio de 2013

REVOLUCIÓN EN EL JARDÍN. Jorge Ibargüengoitia



Descubrí a Jorge Ibargüengoitia gracias a esta edición de Reino de Redonda, editorial osada, como su editor, que ha logrado que, casi desde sus inicios, cualquiera de su títulos se me antojasen verdaderas joyas incluso antes de abrirlos.
No sé si fue lo complejo de su apellido, al menos en un rápido intento de pronunciarlo, o esa especial atracción que los amantes de los libros tenemos ante las verdaderas maravillas. Y digo esto porque supuso un verdadero descubrimiento, una manera de narrar sorprendente y clarificadora, totalmente distinta  a lo conocido.
Ibargüengoitia logra hacer de la crónica una obra literaria con mayúsculas gracias a un tono desenfadado, irónico, que logra desde la primera línea hacer cómplice al lector y demostrar que los acontecimientos más comunes y banales tienen una destacada trascendencia bajo la pluma adecuada.
A través de cada uno de sus textos, y aquí se ofrece una antología que así lo demuestra, lo cotidiano no solo se convierte en noticia, sino que logra que el lector se interese por ella, incluso que disfrute y preste toda la atención.
La lucidez de la escritura del autor mexicano sigue hoy más que nunca vigente, clara y limpia, y con ese humor incitante se ve como la pizarra donde el maestro marca las pautas que debe seguir quien trata de aprender, o al menos de mejorar de una manera correcta.
Gracias a su escritura rápida y despejada de artificios y descripciones tediosas, logra que sus crónicas, siempre en primera persona, adquieran categoría de género propio, una especie de unión entre el relato y el texto periodístico, dotando a este último de un valor literario al que, por desgracia, es cada vez más difícil acceder.

martes, 9 de julio de 2013

LA VIDA CUANDO ERA NUESTRA. Marian Izaguirre



Un libro que lanza la publicidad de "un día sin leer es un día perdido" por fuerza debe llamar la atención de cualquier lector que se precie, aunque corre el peligro de crear expectativas tan altas que dicho lector le vaya a exigir mucho, quizá demasiado.
Y bueno, si a la mencionada publicidad le acompaña la portada que aquí se puede ver, esos niños embobados tras los cristales de una librería, es fácil entender que muchos lectores se acercasen a sus páginas con la sensación de estar ante una novela diferente, que colmase las ansias de quien busca algo más que la novela de moda.
No voy a negar que ciertas publicidades logran en mí casi lo contrario, ponerme a la defensiva y, como mínimo ser más exigente con el libro, pero mi experiencia como lector me aconseja no dar nada por sentado nunca, tanto para lo bueno, como para lo malo.
Y una vez leído el libro de Marian Izaguirre -con varios libros ya en su haber que yo desconocía-, poco me importa la publicidad y sí lo que sus poco más de cuatrocientas páginas me han ofrecido. Una historia emocionante, fresca, con una lectura tan ágil que en más de una ocasión he tenido que frenar para evitar que el libro se acabase demasiado pronto.
Marian Izaguirre ha recogido todo el aroma que despide la buena literatura y la enfrascado en una novela agradable, que no necesita cargarse de acción ni de intrigas falsas para que el lector quede apasionado por sus palabras.
Y es que la autora ha logrado crear una novela a tres voces, las de sus tres personajes principales, los que nos llevan de la mano en todo momento y nos trasladan al Madrid de la posguerra sin aparatosidad, dando colorido a una ciudad de la que solo recordamos el tono gris de aquella época. Serán esas tres voces, con vidas, gustos, anhelos y "vicios" diferentes las que nos invitarán a un viaje al interior de la literatura.
Porque La vida cuando era nuestra es un libro dentro de un libro, llegando a leer (nosotros los lectores) el mismo libro que leen sus protagonistas, ese título que abre las puertas a la amistad y que será quien mejor represente el espíritu literario de los protagonistas. Porque todas las páginas despiden el aroma de la tinta, del papel añejo, la sensación de estar dentro de ese pequeño y casi oculto establecimiento que es la librería de Matías y Lola
Sí, podemos hablar de la vieja librería en una época dura de España, la lucha por la supervivencia de un librero (como es normal despierta todas mis simpatías desde la primera línea) y su mujer. Incluso podemos hablar de esa otra mujer, Alice, de su historia y de la que compartirá con Matías y Lola, pero cualquier tipo de explicación además de romper la trama, nunca nos acercaría al propio libro.

viernes, 5 de julio de 2013

HISTORIA TRANSIDA Y POESÍA RENOVADA. Marta Domínguez Alonso



A estas alturas reconozco que busco en la poesía algo más que unos versos que me demuestren la belleza de la lírica. No me conformo con poetas acomodados, que tienen poco más que ofrecerme que ese lenguaje poético repetido hasta el exceso.
Por eso aplaudo a los poetas que asumen riesgo, que avanzan en la búsqueda de un juego literario comprometido con la propia poesía. Marta Domínguez cumple este requisito y lo hace con creces. Pues a través de 25 poemas construye un universo en el que confluyen todas sus emociones. Un poemario completo, estudiado, en el que cada poema forma parte de un todo, sin lugar a lo aleatorio.
Una poesía llena de fuerza, dura incluso, en la que no se buscan subterfugios para trasladar al lector la enorme cantidad de sensaciones que en cada verso se experimentan.
El autor del prólogo, Jesús Soria Caro, nos habla de una poesía pesimista y claustrofóbica, más en ella se experimenta una llamada, un toque de atención que logra el resucitamiento, el avanzar, el no detenerse en el llanto, en superar ese estado en el que la muerte parece jugar una enorme importancia.
La poetisa (hay quien parece ver discriminación o pedantería en la palabra, pero a mi me partece de una belleza casi sublime) vuelca sus emociones a través de muy diversas temáticas, desde la llamada poesía social, la histórica, hasta la poesía de género. Y lo hace con el compromiso de quien no se conforma con la lírica lineal, plana, correctamente elaborada, pero vacía de contenido, sino que pretende profundizar en la propia creación poética.
Aunque cada uno de los poemas merece la pena en si mismo, son en su conjunto donde verdaderamente alcanzan una entidad sobresaliente, pues están entretejidos de tal manera que se convierten en poesía circular en la que la última enlaza con la primera, sin tener que existir más orden que el que en cada momento elige el lector.





martes, 2 de julio de 2013

LA MUJER A 1000º. Hallgrímur Helgason



Debo reconocerlo, desde el instante en que observé la portada del libro me sentí intrigado, había algo que me decía que podía estar ante una buena lectura.
Y claro, un libro que empieza con: "Vivo sola en un garaje, y solo tengo a mano un ordenador portátil y una vieja granada. Es comodísimo", a la fuerza te tiene que obligar a seguir leyendo para comprobar si el resto de las 638 páginas están a la altura de esas tres primeras frases.
Y resulta que sí, que Herra, a sus ochenta años, no solo tiene muchas cosas que contarme y enseñarme, sino que se convierte de inmediato en ese compañero, compañera en este caso, que va trasladando a las páginas del libro inquietudes, recuerdos y  momentos tremendamente sugestivos.
Porque Herra no se contenta con contarnos su vida, y con ella la propia historia del siglo XX, sino que se posiciona desde el primer momento en un buen número de temas trascendentales a los que no siempre prestamos demasiada atención.
Pero, sin duda alguna, lo más interesante y atractivo es que lo hace desde la ironía, desde ese sarcasmo que solo está permitido a quienes han vivido mucho y con notable intensidad. Herra no solo nos acerca a la Europa de preguerra, sino que nos va contando, por medio de unos capítulos cortos que hace más amena la lectura, todos los acontecimientos más destacados. Y siempre muestra su opinión, aparte de narrar los hechos e invitarte a ti como lector a que seas tú quien los interprete, así que sabemos su opinión sobre la política, el sexo, los hombres, la crisis (o nuestra insistencia en tenerla siempre presente).
Una narración inteligente que incita al lector en todo momento, con la clara intención de ocuparse con detalle en aquello que le interesa y dedicar a otras cuestiones o acontecimientos apenas unas líneas.
El caso es que a Herra se le coge cariño desde el principio, y según deja claro el autor en las cuatro primeras páginas, está basada en una señora que existió realmente, convirtiéndose en esa abuela "heavy" que en algún momento de nuestra vida nos cruzamos y cuya imagen se queda adherida en nuestra mente por su enfrentamiento con lo establecido.
Una novela que nos acerca a la historia, la política, la economía y la sociedad europea (aunque otros continentes también estén presentes) de buena parte del siglo XX. Y lo hace con sencillez, con humor y con ese punto de mala leche que hace que su lectura sea aún más placentera.