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viernes, 1 de mayo de 2015

EL EFECTO MARCUS. Jussi Adler-Olsen



Que disfruto con la saga del Departamento Q lo dice el hecho de haber leído todas las entregas y, además, en el orden en que fueron publicadas. Desde la aparición de La mujer que arañaba las paredes hasta esta quinta entrega las peripecias del inspector Carl Morck y sus ayudantes Assad y Rose me han hecho disfrutar de tal manera que, desde el momento que he tenido noticias de la aparición de otra de las novelas no he visto la hora de tenerla en mis manos, aparcando las lectura que tenía entre manos para sumergirme en el nuevo caso.
Los chicos que cayeron en la trampa, El mensaje que llegó en una botella y Expediente 64, junto con la primera y esta última entrega, completan una serie de lecturas totalmente adictivas, en las que de principio a fin te sientes involucrado y parece que acompañes a los protagonistas en cada una de sus páginas.
No voy a negar que esta última novela me ha resultado más extraña, lo que no quiere decir nada en su contra, ni mucho menos, teniendo en cuenta la cantidad de acontecimientos que suceden hasta que nuestros personajes principales, el trío de policías que conforman el Departamento Q, aparecen. La novela avanza a buen ritmo y parece que la historia nada tiene que ver con Morck y los suyos. Pero resulta raro tener en tus manos la novela y no comprobar, casi desde el inicio que está pasando por la cabeza del protagonista, sobre todo cuando tras la anterior aventura algo, que por supuesto me niego a contar, había sucedido.
A pesar de esto, que posiblemente solo aparece en la mente de quien tiene muy presentes las entregas anteriores, ya desde las primeras páginas la historia, o mejor dicho, las historias te absorben de inmediato y no cuesta nada vislumbrar los escenarios que se van dibujando, ya sea en las selvas de África Central o en las calles de Copenhague.
No hay duda que Jussi Adler-Olsen se ha convertido en algo más que un creador de novelas policíacas de misterio y un narrador de éxito tanto dentro como fuera de su país, gracias a los temas escogidos se ha convertido en un referente en hacer autocrítica sobre la propia sociedad danesa, hasta tal punto que no resulta extraña la reflexión y la posible traslación de situaciones a cualquier otro país europeo. En esta ocasión no solo nos acerca al mundo de la corrupción política y el robo de fondos destinados al tercer mundo, sino que nos sumerge en el mundo de la inmigración ilegal y de las bandas de jóvenes que son usados para delinquir en Copenhague.
La perfecta recreación de la sociedad danesa (de los errores y aciertos que en ella se producen a diario) y sus escanarios, la fuerza con que aparecen reflejados cada uno de los personajes (en especial, claro está los tres miembros del departamento Q y del joven Marcus que da nombre al título) y la vertiginosidad de la trama, crean una novela que deja sin aliento, que atrapa de una manera casi enfermiza. Hasta tal punto que en algunas de las persecuciones tienes que frenar tus ansias de gritar y alertar al acosado.
Una novela policíaca con mayúsculas, con malos (y malísimos) y buenos, con intriga y suspense, con la psicología necesaria para ver humanidad y arrepentimiento en lo más oscuro de la sociedad, con secuencias que harán la delicia de quien quiera llevarlas al cine. Una novela que invita a leer y olvidarse de todo lo que sucede alrededor. Jussi Adler-Olsen logra superar cualquiera de sus anteriores novelas, cosa que en las primeras páginas se antoja imposible, creando caminos que el propio lector, o la vida futura de los protagonistas, deberá recorrer y analizar, dejando que se produzca una interesante batalla entre la imaginación y el deseo de lo no contado.  

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