Quizá hablar de un libro sobre fútbol justo cuando acabas de ver perder a tu equipo en el campo de juego no sea lo más sensato, así que espero que la impotencia como espectador de ver escapar tres puntos de casa de no muy buenas maneras no quede impresa en mis palabras.
Debo reconocer que nada más llegar a mis manos el último libro de Giorgio Faletti, y aún sabiendo que me lo iba a leer pasase lo que pasase, lo abrí y me puse a leer su primera línea buscando me sorprendiese tanto como lo hizo en su anterior libro: Apuntes de un vendedor de mujeres. No puede ser de otra manera un libro que comenzaba así (espero que la memoria no me equivoque, seguro que enseguida comprobarán el porqué): "Me llamo Bravo y no tengo picha". Un comienzo tan sorprendente como luego grata resultó su lectura. Días después pude comprobar que su primera novela Yo mato también me había dejado sensaciones muy positivas tanto por la trama, como por esos aromas radiofónicos tan familiares.
Tres actos y dos partes se inicia con una frase sencilla: "Cuando llegan todo debe estar listo" y ya nos da la clave de lo que va a ser la novela -podríamos calificarla como corta, sobre todo si la comparamos con las dos anteriores-, una historia en la que el protagonista hará de narrador con una voz quebrada y gris, que tratará de dibujar tanto el presente en el que se mueve, es utillero de un equipo de la serie B italiana, como el pasado, fue boxeador que tuvo que pagar con la cárcel por amañar un combate.
Silvano Masoero, alias "Silver" (las connotaciones de su significado, plata, no deben pasar inadvertidas) se presenta ante nosotros como un perdedor, un anti-héroe que sigue redimiendo sus pecados a pesar del tiempo pasado, como alguien cercano y que, a pesar de su pasado y su porte de ex-púgil, irradia una ternura y un lirismo que invita, e incita, a seguirle, a ser partícipes del mundo en que se maneja como nadie.
No sabría decir si es fruto de su breve tamaño, apenas llega a las ciento cincuenta páginas, o de la tensión narrativa que genera, pero lo cierto es que la novela se lee de un tirón, sin descanso, favorecida, posiblemente, por narrar una única jornada en la vida de su protagonista. Pero lo que nadie puede negar es que es el propio estilo de Faletti (no entraré a calificar si es mejor o peor que sus novelas anteriores, simplemente se puede definir que son distintas, muy distintas), el acierto narrativo, está muy por encima de la propia trama.
Sí, claro que la corrupción en el deporte, sobre todo en el fútbol, llama la atención (máxime cuando hoy has visto en el terreno de juego cosas que no logras entender como espectador, cuando ves a lo largo de las jornadas cosas inexplicables desde todos los puntos de vista); como la relación entre padres e hijos deja, en más de una ocasión, vacíos difíciles de explicar; como existe otra vida para quien recibe una segunda oportunidad.
Una novela directa, contundente, que no tiene la necesidad de cortarte la respiración para contarte una historia, simplemente logra que te involucres como un espectador de lujo. Una narración casi poética en la que la tensión queda impresa en los gestos y las palabras de sus protagonistas.
Pues esta vez no comento el libro, (aunque tiene buena pinta y procuraré leerlo), sino tu decepción por el partido que acabas de ver, (acabamos de ver), perder a tu equipo. ¡Qué pena...! En fin, ánimo, la temporada está siendo buena. LUIS NUEVOS RUMBOS.
ResponderEliminarPor supuesto que no me puedo quejar de la temporada, pero ya sabes... hay momentos más delicados.
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