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viernes, 10 de enero de 2014

EL FRANCOTIRADOR PACIENTE. Arturo Pérez-Reverte



Con Arturo Pérez-Reverte, mejor dicho con su narrativa, me une una pasión amor-odio que no es nada fácil de explicar. Reconozco que no he leído todos sus libros, pero sí un número importante de ellos que permiten que mis apreciaciones no se basen en conjeturas y sí en las sensaciones que me han ido transmitiendo.
Hablo de amor-odio cuando he encontrado libros que me han entusiasmado, enganchándome desde la primera línea y permitiendo que fuera partícipe de una aventura sorprendente y otros en los que en un momento de la lectura, curiosamente al final de ella, me he sentido defraudado, como si el escritor no hubiese  ofrecido todo su potencial.
Antes de nada resaltar el dominio que tiene Pérez-Reverte del lenguaje, el perfecto manejo de un castellano del que sabe sacar buena parte de su riqueza. Y, junto a él, la creación de una trama consistente, trabajada, en la que todos los cabos se ajustan demostrando que para escribir se debe exigir un trabajo que da sus frutos a la hora de lograr que el lector descubra un universo creíble aunque se desconociese de él casi todo.
Este es, sin duda, uno de los méritos más destacados del libro, no solo acercar al lector a un mundo del que desconoce casi todo, sino que éste penetre de tal manera que, en muchas ocasiones sienta parte de las sensaciones que buscan sus protagonistas. En mi caso  además de desconocer todo lo que sucede en el mundo del graffiti, era un mundo que únicamente me atraía en el momento que aparecían noticias relevantes de alguno de sus artistas más representativos o cuando alguna de sus huellas se presentaba frente a mí.
Pero el caso es que una vez abrí el libro, y no en las mejores condiciones, pues viajaba en autobús a unas horas en las que la luz requerida era la artificial, no pude separarme de su trama, de sus personajes  y de los distintos escenarios en que se desarrolla. De inmediato acompañé a Lex en su búsqueda, observando todo aquello que iba apareciendo y días antes había pasado inadvertido.
Es posible que dentro de unos años me cuesta recordar parte de esta novela, puede incluso que no sea de las mejores de Pérez-Reverte (hay ocasiones en las que pienso que es su novela más juvenil y que más puede aportar a lectores de esas edades en las que lo que más cuesta es leer un libro), pero tengo claro que cada vez que me pare a observar un graffiti me acordaré de la historia de Sniper y de todos esos "artistas callejeros" que han dejado su impronta en las páginas del libro. 
Una novela entretenida, de lectura ágil, en la que el escritor demuestra su compromiso con la historia narrada y nos logra transmitir parte de la esencia del graffiti (no se conforma con darnos datos, sino que estos forman parte de la propia narración). 

2 comentarios:

  1. Efectivamente. Me apasionaron los primeros libros: El maestro de esgrima, La tabla de Flandes o el Club Dumas y después también he perdido un poco el entusiasmo, pero, como muy bien dices, reconozco que trabaja muchísimo los libros, tanto el lenguaje, (es admirable como reproduce el ambiente en la Reina del Sur), como el ambiente en que se sitúa. Y así le agradezco haber aprendido mucho de ajedrez y sobre todo, sobre todo, de historia; especialmente enalteciendo el orgullo por la tradición y la historia de España. Para las novelas de aventuras de base histórica creo que es extraordinario. Un abrazo. LUIS NUEVOS RUMBOS.

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