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sábado, 28 de diciembre de 2013

LAS MUCHACHAS DE SANFREDIANO. Vasco Pratolini



Nada más coger el libro entre mis manos hubo algo que me impulsó a saber algo más de un escritor del que desconocía prácticamente todo. No sabía ni quién era y su nombre no me sonaba en absoluto, así que me dediqué a leer (cosa que procuro no hacer antes de empezar a leer para no intoxicarme) la completa biografía que aporta el propio libro.
Y claro, lo primero que descubro es que, entre otras cosas, era el guionista de "Rocco y sus hermanos" de Luchino Visconti (el cartel de la película ocupó durante muchos años un lugar preeminente en mi habitación). A partir de ahí, no sé si influenciado por su relación con el cine italiano de los años cincuenta, no pude por menos que leer toda la novela como si estuviese viéndola a través del objetivo de una cámara.
Pratolini pasó a darme, en la intimidad de la lectura, una dosis completa del neorrealismo italiano. Y en cada párrafo, cada línea, no podía escapar de esas imágenes que formaban parte de una época de la historia del cine europeo.
Ya desde la primera página, repito que no podía apartar de mi mente las imágenes, en especial las femeninas, que la gran pantalla me había ofrecido y que gracias a Pratolini volvía a recuperar como si fuesen nuevas y reales. Desde la descripción de Sanfrediano, a la orilla izquierda del Arno, hasta cada una de las seis mujeres protagonistas, iban recreándose en mi mente en un blanco y negro tan característico que casi me parecía oír de fondo el ruido del proyector.
No sé si esa sensación cinematográfica me acompañó mucho tiempo, pero el caso es que la lectura se convirtió en un verdadero disfrute, descubriendo en cada línea esos estereotipos que caracterizaban el cine de la época. escuchaba los sonidos del barrio, los piropos y juegos de palabras que los protagonistas se lanzaban, llegando a ser incluso uno más dentro del barrio de Sanfrediano.
Una novela fresca, de lectura ágil, en la que la mayor parte del tiempo la boca se arqueaba hacia arriba al borde de dibujar una sonrisa, disfrutando de cada descripción, de cada diálogo como si las letras hubiesen traspasado el propio libro y una pantalla se presentase ante mi.
Sí, claro que si alguien hubiese escrito hoy esta novela muchos sectores habrían hecho sonar todas las alarma y más de una ruptura de vestidura habríamos visto en directo. Pero gracias a la narración de Pratolini que logra situarnos en esa posguerra europea, en el barrio florentino que da título al libro, vemos los rostros de Tosca, Mafalda, Gina, Bice, Silvana y Loretta y, lo que es más importante, sus expresiones y contoneos, su voluptuosidad y gracia, pero sin olvidar su desparpajo, sus arrestos y esos aires italianos que el cine tan bien ha sabido retratar.
Ah! Claro y también a Aldo Sernesi, ese "Bob" con un perfecto parecido a Robert Taylor. Ese donjuán que logra que las seis caigan rendidas a sus pies. Eso sí, el desenlace es mejor que lo descubra cada cual leyendo un libro que se saborea con deleitación en cada uno de sus catorce capítulos. Recomiendo que no se lea el índice para que no se adultere la lectura.
Por cierto, hay que resaltar la edición conseguida por Editorial Impedimenta que logra que el libro sea un objeto bello, atractivo, que invite a tocarlo y, lo que es más importante, a leerlo y conocer qué atesora en sus páginas.

2 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena por tu blog! Voy a seguir siendo una fiel seguidora y gracias por compartir tu sabiduría en esto de los libros LIBRERO.
    María José

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