A estas alturas uno tiene claro qué es lo que es fruto de sus lecturas, de sus músicas, de sus viajes y sus películas. De la misma manera que hay libros que logran dirigirnos en una dirección, hay películas que nos marcan de tal manera que no solo nos acompañan siempre, sino que nos sirven de referencia para lo que vamos a ver a continuación.
No puedo negarlo, me declaro "amanecista", voy a robarle las palabras al propio José Luis Cuerda para explicar su significado: "esa sociedad secreta en la que puede participar cualquiera y que cuenta con lenguaje, contraseñas, valores, autoridades y santoral propio". Así que es fácil de entender las incontables veces que he podido disfrutar de la película (ya sea en soledad o en compañía de otros), el aprendizaje de ciertos diálogos y códigos, el conocimiento de la práctica totalidad de sus escenas. Y sin embargo soy capaz de divertirme cada vez que la vuelvo a ver, de descubrir nuevos personajes, nuevos guiños, de volver a reírme a mandíbula batiente como si estuviese viendo la película por primera vez. Aquí debo también confesar que me sucede otro tanto, aunque quizá no en tamaña medida, con Total y Así en el cielo como en la tierra (y en menor medida con El bosque animado). Tengo pues a José Luis Cuerda en una especie de pedestal del que espero no se baje nunca o, al menos, tarde todo lo posible en bajarse.
Así que claro, recibir un libro cuyo título corresponde con el de la película, en su portada aparecen Resines y su "padre" Ciges y está firmado por el propio director, produce que se paralicen, durante unos segundos, tus constantes vitales. Y uno, en ese intento de bajarse del guindo en que parece encontrarse, logra no ceder a la tentación y guardar el libro para cuando el "subidón" haya pasado del todo.
Abrir sus páginas y dejarse llevar por la voz de Cuerda, por su manera de narrar, que aunque muchos no se lo crean, se acerca mucho a su instinto cinematográfico, por el juego a que el director albaceteño me invita desde la primera letra, es todo uno. De inmediato empiezan a aparecer decenas de imágenes de la película, diálogos inolvidables, gestos desternillantes, situaciones surrealistas. Bueno, surrealistas no, que José Luis Cuerda ha repetido en más de una ocasión que su cine no es surrealista, sino heredero de la picaresca española y de una dupla a la que debe mucho el cine español: Berlanga y Azcona.
Cuerda no se conforma con ofrecernos el guión original, con escenas que no hemos visto bien por que no fueron rodadas o porque se encargó el montaje de dejarlas al margen, sino que va mucho más allá regalándonos un prólogo que por si mismo ya engrandece la publicación, un álbum fotográfico (por llamar de alguna manera a las instantáneas que acompañan la publicación), un anecdotario (que hará las delicias de todos, en especial de los "amanecistas") y una completa y refrescante descripción de personajes y escenarios.
Con todo ello estoy seguro de que quien penetre en el libro recuperará una a una todas las escenas de la película, el lenguaje de sus protagonistas, sus actos, lo disparatados de las situaciones y una historia al más puro estilo "subruralista" de su autor.
Una verdadera y completa delicia para reír y disfrutar desde la primera hasta la última página. Ninguna tiene desperdicio, hasta tal punto que puesto en canción te lees de igual manera las anécdotas, el guión como el índice, los agradecimientos y la ficha técnica de la película. Por no hablar del impulso que recibe la imaginación cuando se pone a construir esos momentos que no están en la versión cinematográfica.
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