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domingo, 10 de noviembre de 2013

EL INVIERNO EN LISBOA. Antonio Muñoz Molina



A estas alturas es posible que pocos sean los lectores que no se han asomado al universo literario de Antonio Muñoz Molina, uno de los grandes escritores en lengua castellana de finales del siglo XX y principios del XXI. Autor de El jinete polaco, Los misterios de Madrid, El viento de la luna y Plenilunio, entre otros, ha obtenido recientemente el Premio Príncipe de Asturias; premio al que hay que sumar el Planeta en 1991, Premio de la Crítica en 1988, Premio Nacional de Literatura en los años 1988 y 1992.
Había disfrutado de muchas de sus novelas (incluso Ardor Guerrero me mostró la "mili" que yo no había hecho), pero tenía la deuda de hacerlo con El invierno en Lisboa, máxime cuando sus páginas me acompañaron en un viaje de ida y vuelta a la capital portuguesa sin que me atreviese a pasar de la primera página.
Cosa que agradezco, pues de haberlo hecho mis pies se habrían dirigido en pos del jazz, al que me sentía más cercano, en vez de hacerlo del fado, del que desconocía prácticamente todo, salvo quizá parte de su melancolía. Así que tengo que reconocer, ahora que por fin he leído la obra de Muñoz Molina, que sentí el lamento del fado gracias a no pasar de la primera página del libro. estoy seguro que de haberlo hecho habría buscado la también melancólica música del jazz lisboeta.
Quizá lo primero que me sorprendió fue descubrir que la lectura rápida y ágil que se me había antojado no era tal, y que me exigía un esfuerzo que, de inmediato, te ofrecía una satisfacción tan grande que te hacía aún más partícipe de la trama que en el libro se iba desarrollando.
Una trama sonora, que nadie dude que la música, el jazz, suena en cada una de sus páginas. De la misma manera que se ven envueltas en un abrazo donde el amor genera todo tipo de pasiones. Amor y música que se palpan más allá de lo que el narrador anónimo nos cuenta, que se sienten a sus anchas en los escenarios en que se desarrollan, en esos bares llenos de humo (en más de una ocasión uno siente que son sus ropas las que despiden el olor que genera la novela) y dibujados en blanco y negro.
Y es que, como bien refleja la contraportada del libro (qué bien no haberle prestado atención hasta una vez leído, o al menos qué bien olvidarme de las palabras allí escritas) nos encontramos con un homenaje al cine negro americano, hasta tal punto que uno como lector no se puede abstraer y lee y vive la novela siempre en estos matices. ¡Cómo no sentir la "Casablanca" de Bogart y Bergman!
Muñoz Molina nos ofrece un relato oral en el que el narrador nos contará unos hechos que él no ha vivido, sino los que otros le han contado, se convierte, desde esa primera página, en el interlocutor entre los protagonistas de la historia y el lector. Nos traslada la melancolía y la soledad de unos acontecimientos que antes que apurarnos, nos invitan a sumergirnos en ellos, a descubrir los entresijos de las relaciones entre sus protagonistas.
Tugurios sórdidos, llenos de humo, oscuros, donde las fisonomías que apenas se vislumbran logran atraparnos para vestirnos con gabardina y sombrero, eso sí, como dije antes, siempre en blanco y negro.
Una invitación a saborear una literatura de muchos quilates, en la que lo que más nos interesa es cómo su autor nos narra las cosas, hasta tal punto que lo que nos cuenta pasa a segundo plano. Claro que disfrutamos de la atmósfera de San Sebastián, Madrid y Lisboa (de sus locales), pero lo hacemos mucho más con la manera que tiene Antonio Muñoz Molina de trasladarnos allí y, lo que es más importante, de transportarnos a unos ambientes perfectamente definidos.

2 comentarios:

  1. Es lo primero que leí de Muñoz Molina, y me cautivó; luego leí Beatus Ille que quedé totalmente rendido; h eleído con devoción toda la obra de Muñoz Molina, en mi humilde opinión el mejor autor contemporaneo. Animo a todo el mundo a leer su obra. LUIS NUEVOS RUMBOS.

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  2. Como siempre das en la diana. Reconozco que hay cosas que me faltan por leer, pero si no es el mejor narrador en lengua castellana, sí que es uno de los más destacados, pues pocos logran estar a su altura.

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