Ignacio Martínez de Pisón es uno de los narradores más destacados del panorama literario nacional, con una trayectoria que otros muchos, quizá con más nombre, seguro que envidian. Ha contado con el aplauso de la crítica (Premio Nacional de Narrativa, Premio de la Crítica, Premio Ciutat de Barcelona, entre otros) y con el beneplácito de miles de lectores que esperan con impaciencia cada una de sus obras. Carreteras secundarias, Dientes de leche, El día de mañana, La buena reputación y Derecho natural siguen presentes en los estantes de las librerías como un autor al que no son ajenos lectores de diferentes referencias literarias.
Su buen hacer narrativo, demasiado clásico según algún que otro crítico, pero embriagador para quienes lo descubrimos hace más de veinte años y seguimos con atención y entrega cada nuevo trabajo, consigue que se coloque de inmediato entre los libros a leer con determinación.
Pero si además lo que nos presenta es la historia de un personaje enigmático y desconocido, pero con el subtítulo de "el estafador que engañó a Franco", poco más podemos hacer que coger el libro y comenzar su lectura. No he leído la biografía sobre el dictador de Paul Preston Franco, caudillo de España, así que desconocía por completo a Albert von Filek, protagonista de una historia, cuanto menos, singular.
Quizá lo que más sorprenda en un inicio, no tanto a quienes conocen Enterrar a los muertos, es percatarnos de que no estamos ante una novela, sino ante un ensayo biográfico o, como lo define el propio autor: un libro sin ficción. Y es que Martínez de Pisón, gracias a una exhaustiva investigación en archivos y hemerotecas reconstruye en este libro la historia de nuestro protagonista.
Un protagonista que recala en nuestro país después de una serie de encuentros con la ley en el resto de Europa y que representa al típico pícaro que logra engatusar uno tras otro a inocentes incautos que quedan atrapados con sus mentiras. Bastardo de la aristocracia austriaca, es capaz de convencer a diestro y siniestro de poseer la fórmula para obtener combustible que sustituya a la gasolina a partir de agua y extractos de plantas fáciles de conseguir en nuestro país. Gracias a los contactos suficientes llegará a entablar relación con la élite del gobierno franquista, hasta tal punto que no solo logrará que se creen leyes a su favor, sino que el mismísimo Franco pusiese sus ojos y sus esperanzas en su descubrimiento.
El autor ha evitado, en todo momento, la invención y se ha centrado en los hechos demostrables, señalando siempre cuándo carece de datos suficientes como para rellenar la historia: loable tarea que se antoja compleja en un narrador acostumbrado a la ficción.
Como si de un trabajo periodístico se tratara, Martínez de Pisón logra, de una manera ágil y amena, que el lector se sienta cómodo en todo momento, que la lectura del texto se lleve sin descanso y que en ningún momento la narración decaiga.
Pero si además lo que nos presenta es la historia de un personaje enigmático y desconocido, pero con el subtítulo de "el estafador que engañó a Franco", poco más podemos hacer que coger el libro y comenzar su lectura. No he leído la biografía sobre el dictador de Paul Preston Franco, caudillo de España, así que desconocía por completo a Albert von Filek, protagonista de una historia, cuanto menos, singular.
Quizá lo que más sorprenda en un inicio, no tanto a quienes conocen Enterrar a los muertos, es percatarnos de que no estamos ante una novela, sino ante un ensayo biográfico o, como lo define el propio autor: un libro sin ficción. Y es que Martínez de Pisón, gracias a una exhaustiva investigación en archivos y hemerotecas reconstruye en este libro la historia de nuestro protagonista.
Un protagonista que recala en nuestro país después de una serie de encuentros con la ley en el resto de Europa y que representa al típico pícaro que logra engatusar uno tras otro a inocentes incautos que quedan atrapados con sus mentiras. Bastardo de la aristocracia austriaca, es capaz de convencer a diestro y siniestro de poseer la fórmula para obtener combustible que sustituya a la gasolina a partir de agua y extractos de plantas fáciles de conseguir en nuestro país. Gracias a los contactos suficientes llegará a entablar relación con la élite del gobierno franquista, hasta tal punto que no solo logrará que se creen leyes a su favor, sino que el mismísimo Franco pusiese sus ojos y sus esperanzas en su descubrimiento.
El autor ha evitado, en todo momento, la invención y se ha centrado en los hechos demostrables, señalando siempre cuándo carece de datos suficientes como para rellenar la historia: loable tarea que se antoja compleja en un narrador acostumbrado a la ficción.
Como si de un trabajo periodístico se tratara, Martínez de Pisón logra, de una manera ágil y amena, que el lector se sienta cómodo en todo momento, que la lectura del texto se lleve sin descanso y que en ningún momento la narración decaiga.