El XIII Premio de la Crítica de Castilla y León que organiza el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua ha fallado hoy en Ávila y ha recaído en el poemario La Gratitud de Fermín Herrero Redondo.
Al premio optaban diez obras finalistas de la Comunidad de Castilla y León entre las que se encontraban seis obras de narrativa: La puerta de los pájaros, de Gustavo Martín Garzo; El viento en las hojas, de José A. González Sainz; Tierra violenta, de Luciano G. Egido; Mientras nieva sobre el mar, de Pablo Andrés Escapa; Alabanza, de Alberto Olmos y La vida mitigada, de Tomás Sánchez. Un ensayo: Indies, hipsters y gafapastas: historia de una dominación cultural, de Victor Lenore. Una obra de teatro: Rukelli, de Carlos Contreras. Y dos poemarios: In memoriam, de Eduardo Fraile y La gratitud, de Fermín Herrero.
Este último ha obtenido por mayoría el Premio que viene a completar un elenco de autores de la talla de Luciano González Egido, Antonio Gamoneda, Raúl Guerra Garrido, Oscar Esquivias, Adolfo García Ortega, Juan Manuel de Prada, Luis Mateo Díez, Abel Hernández, Javier Villán, Antonio Colinas, Olegario González de Cardenal, José María Merino y José Antonio Abella.
La gratitud es un poemario que viene a rematar, que no finalizar, la trayectoria inapelable de uno de los poetas más representativos del panorama literario actual en castellano. Un poemario con mayúsculas que huele a tierra, a campo. Un canto a la relación del hombre con la tierra, un reflejo de lo que somos nosotras, de esa herencia genética de la que formamos parte. Fermín Herrero ha querido homenajear a la palabra que da título al libro, a esos sentimientos y actitudes que parece se han perdido en nuestra sociedad.
Estamos ante un poeta en el más estilo clásico del término, no tanto porque haya bebido la poesía de los clásicos y la domine, sino porque ha querido ir más allá, profundizando en la sencillez y puliendo el poema hasta el final, desgranando cada verso para que quede latente esa austeridad que tanto recuerda al campo castellano.
Claro que hay una mirada continuada al pasado, pero no abandona el presente, ni mucho menos el pasado, para atesorar en cada poema la esencia misma de la tierra, de ese espacio que tan bien el poeta conoce. Será esa mirada precisa y concisa, esa percepción de lo que hay, hubo y habrá en la tierra que el ha mamado la que vertebra un poemario que permite al lector lograr que afloren todos sus sentimientos a medida que pasan los poemas. Y es que La gratitud trasciende la propia lectura, retrotrae al lector hacia su propia memoria y a la de los que le precedieron, convirtiéndose en el mejor y más claro exponente de los que es la tierra, castellana en primer lugar (la herencia del poeta es innegable y universal posteriormente. De lo cercano, visible y familiar, a lo ajeno y general, convirtiendo el libro e una reflexión de la tierra, de la vida y del ser humano.
Otras obras del autor:
Anagnórisis (1995), Echarse al monte (1997), Paralaje. Los hijos secos (2000), Un lugar habitable (2000), El tiempo de los usureros (2003), Tierras Altas (2006), Endechas del consuelo (2006), De la letra menuda (2009), Tempero (2011), De atardecida, Cielos (2012), Furtivo de los días (2014) e Inmediaciones (2014)
Un poemario de sobrecogedora belleza y honda reflexión. Fue un placer compartir esa mañana contigo.
ResponderEliminarGracias Pedro, ya sabes que el placer es mutuo. Y que comparto contigo la belleza del poemario de Fermín.
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