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miércoles, 18 de junio de 2014

SANSAMBA. Isabel Franc y Susanna Martín



Es posible que conocer la región de Casamance, de donde procede Baala, uno de nuestros protagonistas, haya influido en la forma de leer este cómic. Comprobar como es la realidad de una zona en la que el agua, la luz, las medicinas y la mayor parte de las necesidades básicas que a nosotros se nos antojan imprescindibles, no solo hace que te plantees tu propia forma de vida, sino que descubres el porqué de esa "huida" hacia Europa de muchos de sus africanos.
La experiencia de Alicia (Susana Martín) nos ofrece una historia necesaria para los tiempos que corren, para comprender la situación de aquellos que dejaron todo, pero todo de verdad, para aventurarse en un espacio totalmente desconocido y lograr así salir adelante y, a ser posible, ayudar a los que dejaron atrás, a sobrevivir. Una historia acertada en los diálogos, precisa en las descripciones y que gracias a la maestría de Isabel Franc vislumbramos como si estuviese sucediendo, como así es, delante de nuestras narices.
Por supuesto que estamos ante un libro que describe un problema social del que formamos parte, pero el reflejarlo por medio de esta novela gráfica consigue que nos sintamos protagonistas, que observemos el problema casi en primera persona aunque no sean nuestras carnes las que reciban los golpes.
Soy consciente de la dificultad que existe a la hora de comentar un cómic, una novela gráfica o un libro en el que la imagen, si no más, es igual de importante que el texto, un libro en el que dichas imágenes no son un mero acompañamiento a las palabras. Pero también que los trazos de Isabel, basta comprobar los gestos de Baala y Alicia en la portada, son tan elocuentes que logran transmitir el estado de ánimo del lector, de conseguir que pasemos de la tristeza a la euforia, y al contrario, en apenas un par de páginas.
Todo el libro es un regalo para el alma, pero hay escenas que quedan marcadas, no son duras ni dramáticas, al contrario, su sencillez, lo que se expresa más allá de las palabras, e incluso de las imágenes, te obligan a enmarcarlas y tenerlas colgadas en las paredes de tu mente para que en ningún momento se te olvide la situación que ha logrado generarlas.
Es posible que muchos ni siquiera presten a un libro de este tipo, pero está claro que quienes se sientan traídos por él van a encontrar muchas de las respuestas a sus preguntas, invitándoles a la reflexión y proporcionando un arma para enfrentarse a una de las peores lacras de  nuestra sociedad, la indiferencia a los que consideramos diferentes.
Los capítulos 6 y 7, esos "apuntes" tan magníficamente llevados al papel, no solo autentifican la historia que estamos leyendo y viviendo, sino que consiguen que abandonemos la ensoñación, si esta se ha producido en algún momento, para poner los pies en el suelo y descubrir ese otro mundo del que desconocemos casi todo.
Un soberbio trabajo que conjuga todos los valores de una novela gráfica, que hace que el lector se incapaz de abandonarla hasta ver cómo suceden los acontecimientos. Atrapa y obliga a contener la respiración sin estridencia, señalando paso a paso los caminos de una epopeya personal que, por desgracia, es demasiado frecuente en nuestro entorno.
¡Enhorabuena a la autoras por compartir una experiencia dotándola de una ternura y una emoción que impregna al lector de principio a fin!

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