Ocho meses sin publicar en el blog son muchos meses, y no porque no existieran lecturas gratificantes que me incitaran a escribir, que las hubo, e incluso se escribieron; pero no veía el momento de publicarlas.
Ha tenido que ser la reedición de un clásico de la literatura española del siglo XX para sentir la necesidad de expresar la satisfacción de una lectura, o mejor podríamos hablar de relectura.
Puede que sean diecinueve o veinte los años, allá por el 1997, los que llevaba sin leer a Vázquez Montalbán, al menos a su personaje Carvalho, justo cuando se publicó una edición conmemorativa de los 25 años del detective gallego-barcelonés (Un ejemplar de esta edición de "Asesinato en el Comité Central" lo tengo en mi biblioteca con el lujo de estar firmada por el autor con las palabras: "...este libro casi profético"). Pero la nueva colección me atrajo sobremanera y me dispuse a volver a leer, al menos, los primeros ejemplares de la saga.
Ninguna elección ha sido más acertada, al menos en los últimos meses. No solo he disfrutado de su lectura, de sus descripciones, de su manera de narrar y mostrar cada uno de los escenarios y acontecimientos, sino que me he sentido trasladado a la propia historia, buscando, como hacía tiempo que no sucedía, un minuto para continuar con la lectura.
No voy a descubrir a estas alturas la figura de Vázquez Montalbán, de hecho ya fue premiado en vida con numerosos galardones; desde el Planeta, el Premio Nacional de Narrativa. el Prix International de Lettérature Policière o el Premio Nacional de las Letras Españolas. Pero sí a mostrar la satisfacción de una lectura convincente, entretenida y ágil. Una novela que mantiene su frescura inicial, amena, ya que no se pierde en moralinas ni demostraciones de conocimientos vacuos que en nada benefician a la trama.
Por supuesto que los 43 años no han pasado en balde y muchas de sus referencias forman parte de nuestra historia y nuestra memoria. La Barcelona de los años 70 del siglo pasado, en este caso incluso el Ámsterdam de aquella década, difiere mucho de la actual, pero ya en las primeras páginas nos vemos involucrados en la época. Vázque Montalbán sabe, como nadie, dibujar con precisión lada uno de los escenarios en los que se mueve Carvalho, sin necesidad de llenar páginas y páginas en descripciones pormenorizadas.
El autor nos describe personas y lugares con las palabras justas, con esa precisión de quien quiere seguir la historia segundo a segundo, intentando no perder el mínimo detalle. Sí, claro que hay momentos en los que, además de la propia intriga, se va creando el propio personaje, sus fobias y filias. Pero todo sucede en su justa medida, desde el disfrute gastronómico o la quema de libros cuando corresponde. Incluso esta acción que en otro personaje podría parecer casi sacrílega, en Pepe Carvalho se siente como necesaria, así como aquellas reflexiones que suelen acompañarle.
Una novela fresca, amena, que mantiene al lector pegado al libro en todo momento, que hace sonreír gracias a la fina ironía que maneja, en especial en algunos diálogos, sin que ello nos aparte del principal reto a que se ve sometido el detective. En este caso poner rostro al cuerpo desfigurado que se ha encontrado en la playa.
Un monumento a la novela negra, o al menos lo que algunos entendemos como novela negra y de intriga, con aroma a los clásicos del género, no faltan los guiños e incluso las menciones; perfectamente escrita, habría que dedicar un espacio entero al perfecto uso del lenguaje, y que en la actualidad resultaría políticamente incorrecta, además en todos los sentidos.
Vázquez Montanbán nos introduce, sin pudor alguno, en pleno Barrio Chino, tal y como se entendía en el siglo pasado, claro está, en medio de la prostitución, en un mundo donde la violencia es pan de cada día y donde cada persona ocupa su lugar en la sociedad. La novela se convierte en un perfecto fresco de lo que era la sociedad y la política catalana de la época.