QUÉ LEO HOY:

QUÉ LEO HOY: Sugerencias, debate, crítica, opinión...

jueves, 28 de agosto de 2014

LOS CUERPOS EXTRAÑOS. Lorenzo Silva



Son varios los meses que tengo junto a mí, casi sin tocar, Siete ciudades en África: historia del Marruecos español, como esperando el momento oportuno para penetrar en ese mundo del Magreb que compartimos Lorenzo Silva y yo, aunque en se refugie en el norte y yo lo haga en las arenas interminables del sur. Es como me costase acceder a esa parte del Marruecos que aún desconozco, como si me diese miedo aventurarme en un espacio poblado de recuerdos de abuelos y bisabuelos.
Pero claro, al buscar unos días el sol y el calor de las playas de Agadir (en un verano castellano en el que ambos han estado ausentes), no puedo evitar meter en la maleta la última novela del escritor madrileño, la última entrega de mis guardias civiles favoritos Bevilacqua y Chamorro.
Hay autores, y sus personajes, de los que no te puedes desprender, por mucho que escuches, leas o imagines un contenido de distinta calidad, sabes que no tardando vas a buscar en sus páginas las vivencias, aventuras, de quienes forman parte de tu propia memoria, como si los personajes ficticios se hubiesen hecho realidad hace tiempo. Tenía presente varias voces que señalaban que Los cuerpos extraños no era la mejor novela de la serie, que no estaba a la altura de las anteriores.
No voy a pararme a pensar, por que tampoco me importa, cuáles son los títulos por los que me decantaría, pero tengo que afirmar que este último título está a la altura de los mejores, que logra mantener, y en más de un caso superar, la atención en todo momento, que consigue que dibujemos en nuestra mente cada uno de los espacios en los que se mueven los protagonistas.
Serán estos, el brigada Bevilacqua y la sargento Chamorro, quienes nos lleven en volandas por sus propias indagaciones, que nos hagan partícipes de cada uno de sus movimientos y sus actos. Hasta tal punto que llega un momento en el que parecemos uno más del grupo y estamos esperando recibir las órdenes oportunas para entrar en acción.
No hay que olvidar la importancia que tienen los actores secundarios de la novela, en especial los guardias civiles Arnau y Salgado, ya que no solo nos permiten tener visiones diferentes de la historia, sino que cada vez más van aportando su sello personal.
Pero si algo destaca en las novelas de Lorenzo Silva, en especial las que pertenecen a esta serie, son los diálogos. El autor domina como nadie los enfrentamientos verbales, haciendo importante hasta la conversación más intrascendente, lo que conlleva una lectura ágil, divertida e imaginativa. Juegos de palabras, dobles sentido e ironía, se suceden con tal velocidad que el lector pasa de la diversión al asombro como lo hace de línea, invitando, en más de una ocasión, a frenar la lectura para deleitarse con las expresiones de los rostros de aquellos que van apareciendo.
Es cierto que la actualidad de los temas que envuelven las tramas de la serie son ya suficientemente atractivos, pero el instinto del brigada y la precisión de Chamorro hacen que las novelas sean algo más que relatarnos unos acontecimientos. Silva no se conforma, como por desgracia cada vez está más de moda, con jugar con la similitud de escenarios y personajes (lo cual no implica que no los busquemos), con dedicar buena parte del espacio narrativo a poner al lector en antecedentes basados en la realidad, sino que nos muestra un caso más al que tienen que enfrentarse los miembros de la Guardia Civil.
Una novela que seduce, como lo hacen los protagonistas, que atrapa, que logra ir más allá de lo narrado, que consigue implicarnos y para la que no necesitamos descanso alguno. Estamos ante esa lectura entretenida que nos hace sonreír, aislarnos de nuestro entorno y disfrutar de  cada una de sus páginas, mirando de vez en cuando hacia los lados esperando encontrar a cualquiera de los personajes que aparecen en ella.
Aunque quizá la mejor manera de definir Los cuerpos extraños es señalando que Lorenzo Silva vuelve a ser Lorenzo Silva, y que Bevilacqua y Chamorro siguen siendo los mismos.

lunes, 4 de agosto de 2014

MUERTE ENTRE LÍNEAS. Donna Leon



Con Donna Leon, o mejor dicho con Guido Brunetti, siento tal complicidad que no necesito empezar a leer para meterme en la historia. El hecho simple y sencillo de coger uno de sus libros me pone en situación y cientos de imágenes empiezan a agolparse en mi mente como si hubiese cerrado su anterior historia hace unos breves segundos. Creo que menos La palabra se hizo carne, que me dejó cierto regusto amargo, todas sus novelas en las que el comisario veneciano es el protagonista me han hecho pasar unos ratos estupendos. No digo inolvidables por que suena muy pedante, pero es cierto que sus idas y venidas, sus compañeros de trabajo, su familia, tienen un hueco importante en mi memoria de lector y cada vez que aparece un nuevo libro lo dejo aparcado para el siguiente momento especial, sí, casi recuerdo dónde he leído cada una de las aventuras de Brunetti, incluso (esto no sé si es correcto decirlo, al menos políticamente correcto) quienes recibieron como regalo cada uno de sus libros.
Y es que con Donna Leon, y Brunetti, casi sé que tengo asegurado un entretenimiento, un disfrute de la historia y los acontecimientos que se van sucediendo. Incluso en más de una ocasión el juego gastronómico que atesoran buena parte de sus páginas ha hecho mella en mí segregando más jugos gástricos de los que en ese momento eran asimilables. Hasta tal punto que no han sido una ni dos las veces que me he visto obligado a dejar de leer para buscar una alimento que saciase los sonidos estridentes de mi estómago. Por si fuera poco, cada uno de los personajes que transitan por los libros de Brunetti, perdón, de Donna Leon, se hacen entrañables u odiosos, de tal manera que sus rostros se dibujan en más de una ocasión como si su imagen hubiese sido algo más que una mera descripción.
Además, en esta ocasión el comisario debe enfrentarse al robo de un buen número de joyas literarias, de libros antiguos que han sido robados en una biblioteca privada. Las buenas dotes del protagonista, la inteligencia que despiden cada uno de sus movimientos y ese mundo tan personal y carismático al que nos invita a entrar logra que desde las primeras páginas nos veamos incrustados en la propia historia. Sí, es cierto que esto suele suceder con la frecuencia que acudamos a escritores de cierto peso, pero es que Donna Leon logra que caminemos junto a Brunetti, que comamos en su mesa, que nos estrujemos el cerebro para mantener una conversación con su mujer y estar a su altura, que nos contengamos a la hora de estar frente a sus superiores.
Una historia que se va creando a medida que el protagonista nos va abriendo las puertas que el mismo cruza, que se va desenredando a cada página que pasa. Sin dejar, eso sí, de mostrarnos la realidad de una ciudad como Venecia y de un país como Italia. Hasta tal punto que la autora no duda en ningún momento en señalar los defectos de la administración y de los propios ciudadanos, haciendo que la novela cuente con el valor añadido de su actualidad.
Un libro perfecto para disfrutar de una lectura cómoda y agradable en cualquier momento y lugar, con una prosa ágil y directa, precisa, que no duda en llevarnos por distintos vericuetos si con eso vamos a ser capaces de entender mejor las distintas situaciones que se le van presentando al comisario Brunetti.